“Poder decir adiós, es crecer…” Gustavo Cerati Constantemente estamos “diciendo adiós”. A personas, a objetos, a ideas, a lugares, a sueños. Madurar es atravesar procesos de desengaño, a través de los cuales nos vamos dando cuenta de la “desventaja de ser nosotros mismos”, en otras palabras, de nuestra finitud humana. Tener la capacidad de ir dejando atrás versiones de nosotros mismos para adoptar nuevas posturas y formas de ser, es una actitud filosófica de vida, a la que por ejemplo, Husserl le llamó ser un “eterno principiante”. Esta es una de las tantas virtudes que pude ver encarnada en Miguel. Lo conocí a sus 67 años, un hombre con una cultura envidiable, una capacidad de reflexión que solo se desarrolla con el tiempo, y una compasión pocas veces vista. Y a pesar de esa grandeza de espíritu, se interesó por algunas ideas que le compartí, me trató de igual a igual, en otras palabras, me recibió. Era un hombre que en sí mismo era un hogar, un hospedaje, su sola pre...
Un lugar abierto a la reflexión