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Mostrando las entradas etiquetadas como Interioridad

La espiritualidad nacida en el silencio - Por Manuel de León

Antes de llegar al reino de las creencias, anterior al pensamiento, anterior a las palabras, el silencio antecede a nuestras ideas y conocimiento de Dios. Para el antropólogo y teólogo jesuita Javier Melloni, dice que “Las creencias dan cierto conocimiento de lo trascendente, pero también lo reducen a determinadas categorías. La espaciosidad del silencio va más allá del campo acotado por nuestras imágenes y conceptos sobre Dios. El modo de proceder de la mente actúa por causa-efecto, elaborando premisas y lenguaje. Las palabras organizan secuencias de significado y con ello tratan de capturar la realidad. Acallarse implica alcanzar un conocimiento anterior a la categorización del lenguaje” . La Biblia -dice Melloni- se comunica por medio de la Palabra y Cristo, el Verbo y el Logos, es la misma Palabra de Dios. ¿De qué silencio se trata entonces? El poeta y novelista Rilke, había escrito en sus años de juventud: “Aunque no lo queramos, Dios madura”. El madurar que se produce a pesar nue

Fe, conciencia y finitud - Por Adrian Aranda y Mathías Cunha

  Comprender la fe, incluso abordando la temática desde diversos ámbitos y ópticas, resulta harto complejo, es un terreno donde la experiencia personal adquiere un papel preponderante , y la experiencia personal no es universalizable. El intento por homogeneizar la fe resulta estéril, dado lo anteriormente dicho; pero del mismo modo, se corre el riesgo de caer en un terreno minado de ambigüedad y abstracción. Así, la fe es personal, una vivencia de cada uno con Dios, pero esto no habilita ampararse en la ambigüedad para definir la fe como más me convenga. Son muchos los obstáculos: la literalidad y su contraparte, la ambigüedad; las extrapolaciones, intentando imponer mi experiencia íntima aplicada a la de otros. Dicho esto, existe una característica que ha signado el concepto de fe que predomina en el discurso de muchas congregaciones : la funcionalidad. La fe se ha vuelto funcional, y más específicamente, funcional a una estructura . Hoy, extendida y bien aceptada en gran medida, p

Una introducción al cristianismo Marginal. 2.ª parte - Por Adrian Aranda

  Pero difícilmente aprendamos a vivir si primero no asimilamos a la muerte como una posibilidad; huir de esta posibilidad, de la condición de ser finitos, no hace más que llevarnos a buscar certezas donde no las hay, certezas que no son tales porque hacen que nuestro comportamiento se vuelva agresivo hacia todo aquel que represente una amenaza a nuestra seguridad, que represente nuestro miedo más oculto pero más prominente: el miedo a la finitud. El fundamentalismo, ontológicamente hablando, no es más que huir de esa incertidumbre , es huir de la incertidumbre propia de la condición humana, finita, mortal. El gran problema del existencialismo, de la escuela deconstructiva , de las críticas nietzscheanas a la metafísica occidental, es que han mostrado que no hay fundamento último, que no hay fondo, pero no han mostrado cómo vivir nuestra existencia sin fondo. Si se plantea que no podemos vivir una vida plena siendo conscientes de nuestra posibilidad más posible que es la muerte, la

Una introducción al cristianismo Marginal. 1.ª parte - Por Adrian Aranda

  Un gran error que los cristianos cometen a través de los siglos es creer que con su nacimiento nace la fe cristiana. Toman como “dado” y absoluto el cristianismo sobre el cual han sido arrojados a existir. No entienden que el cristianismo no es un “aquí y ahora”, sino una extensión espacio-temporal que abarca mucho más que el presente. Ser cristiano es estar sumergido en una historia que nos precede, nos constituye y nos supera. Desconocerla es desconocer la fe.

El silencio de Dios – Por Nicolás Panotto

    El silencio es el vacío que posibilita lo pleno. Todo lo lleno anhela el vacío para no quedar saturado de sí mismo. El silencio de los sentidos, de los deseos, de la mente El silencio que nos devuelve el estado prístino de ser, de simplemente ser en el Ser. Javier Melloni   En la conocida oración del Getsemaní (Mc 14.32-36), Jesús pone en evidencia sus más hondos sentimientos. Angustia y tristeza de muerte . Es desde allí que pide al Padre (al  Abba , al “papito”) que le haga pasar esa copa de inigualable sufrimiento. En este hecho hay dos cosas a resaltar. Primero, el mismo hijo de Dios muestra lo más profundo de sí , siendo transparente con aquello que le aquejaba. Pero en segundo lugar, llama la atención el silencio del Padre . Jesús nunca recibió respuesta. Por eso exclamará un tiempo más tarde, tendido en la cruz:  Elohi, Elohi,lĕma’ šĕbaqtani  (“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Mt 27.46). Existen muchas historias en el texto bíblico que muestran el sil