El más célebre anticipador de la muerte de Dios y el más dinámico predicador del superhombre ha sido Nietzsche. El superhombre tenía que ejecutar la propia muerte de Dios sustituyendo a Dios por él mismo. Después generará sus propios valores, dando como bueno todo lo que procede de su genuina voluntad de poder. Malraux también se empapa en la metafísica de lo humano y encuentra en el corazón del hombre la propia esperanza que origina esa misteriosa y sagrada intranquilidad agustiniana, que no es saciada hasta que el hombre reposa en Dios. Jacinto Choza, quizás inspirado en Panikkar, es espantosamente descriptivo de esa muerte de Dios , al que la teología y la especulación había hecho “persona”:
Un lugar abierto a la reflexión