La clásica argumentación es que “la mujer no puede hablar en la iglesia ni enseñar porque no puede ejercer autoridad sobre el hombre. “La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada incurrió en transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación con modestia” (1ªTi.2.11-15) Estamos ante un pasaje bíblico que tal y como lo leemos, ha debido resultar un tanto chocante para muchos lectores a lo largo de la historia y, mucho más en este tiempo que vivimos. De ahí que al pobre apóstol Pablo le hayan acusado de ser un misógino de tomo y lomo, cuando en realidad esa lectura del texto bíblico, no tiene en cuenta todos los elementos que se necesitan para hacer una correcta exégesis del mismo, ni tampoco considera otras grandes declaraciones ...
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