Todo comenzó hace un tiempo, cuando hablaba con una amiga sobre la alarmante situación de los jóvenes en nuestras iglesias. Le pregunté qué opinaba al respecto y me contestó: “Es una época complicada, los tiempos del fin. Ya lo sabemos”. Y aquellas palabras se me clavaron como una espada ardiendo. Sabía que ella ni lo había pensado, pero me rebelé ante la simple idea de usar un cliché como excusa. Y me di cuenta que es algo que hacemos todos, darnos respuestas simples para no asumir el trabajo de una reflexión profunda sobre nuestra situación. Necesitábamos buscar el origen del problema y no torearlo con palabras vacías.
Un lugar abierto a la reflexión