Gustavo Gutiérrez Merino (1928-2024), dominico, es un ícono en la Iglesia latinoamericana del posconcilio. Nadie se equivocará si lo llama "Padre" de la Teología de la Liberación. La contribución de Gutiérrez a la Iglesia del continente se enmarca en la difícil aceptación del Vaticano II, ciertamente uno de los concilios más importantes en la historia de la Iglesia Católica. El teólogo peruano tuvo una notable participación en la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Medellín (1968), cuya misión era implementar el Concilio en nuestro continente. En esa ocasión, la Conferencia, al igual que lo había hecho el Vaticano II, levantó la mirada y se hizo la pregunta por los "signos de los tiempos". ¿Qué vio? Enormes transformaciones culturales y, particularmente, graves injusticias sociales cuyas consecuencias eran la violencia y la miseria. En esos años, quien más tarde entraría en la Orden de los Dominicos, hacía los primeros intentos de redacción d...
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