Cualquier lector habitual de la Santa Biblia a quien preguntemos cuántos salmos contiene el Salterio, nos responderá de inmediato: “ciento cincuenta”, cifra que es de muy fácil comprobación en cualquier versión al uso de las Sagradas Escrituras, ya sea católica, protestante o interconfesional, al menos en nuestro idioma (1). La sorpresa se dibuja, no obstante, en los rostros de muchos cuando descubren en la Septuaginta griega o Versión de los Setenta (LXX), así como en ejemplares antiguos de la Vulgata latina, en algunos manuscritos de la versión siríaca o Peshitta, en ciertas liturgias católicas hoy en desuso y en ediciones de la Biblia empleadas por las iglesias orientales de nuestros días (2), la existencia de un Salmo 151, del cual no hay rastro alguno en el Texto Masorético hebreo (TM). Se trata de una composición breve, de tan solo siete versículos, que citamos a continuación a partir de la Septuaginta (3):