I. Breve propuesta historiográfica en torno a la configuración de la “sana doctrina”[1] Hace unas décadas la categoría de “secta” o la adscripción de “nuevos grupos sectarios” se aplicaban al conjunto de movimientos religiosos ajenos radicalmente a la tradición evangélica , pero que, sin embargo, requerían de acercamientos precisos en la tarea evangelizadora. Por ejemplo, algunos populares manuales utilizados para tales fines en Institutos Bíblicos o Seminarios, eran el de Luisa Jeter, ¿Cuál camino? ,[2] el de Pablo Hoff, Otros Evangelio s,[3] el de Josh McDowell y Don Stewart, Estudio de las sectas ,[4] el de Van Baalen, El caos de las sectas ,[5] o las obras de Walter Martin. Gran parte de las energías en los grupos de discipulado o adiestramiento, de candidatos al ministerio, se destinaba a advertir contra los peligros de grupos sectarios. Así, la instrucción y formación de “evidencias cristianas” que se creía pertinente para la conservación de la iglesia encontraba uno ...
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