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'Introducción al Antiguo Testamento' de John Drane. Reseña| Alfonso Pérez Ranchal

Introducción al Antiguo Testamento . John Drane, Editorial CLIE, 2004, 373 páginas. Vivimos tiempos de gran polarización en el ámbito de lo político, de lo deportivo o de cualquier tema social. Así, las posiciones mayoritarias se enquistan en los extremos de tal forma que no existe la posibilidad de diálogo. Es el enfrentamiento, el intento de acallar al contrario o su cancelación lo que prima. En el campo de la teología el espíritu de estos tiempos también está presente. En el caso concreto del Antiguo Testamento, esto es de la historia de Israel que contiene o del génesis y proceso de composición de los libros veterotestamentarios, por un lado están las posturas más conservadoras y frente a ellas las que podríamos llamar de muy avanzadas. Para las primeras no hay ningún punto que negociar que se aleje de sus presupuestos, en tanto que para los segundos no aceptar lo que ellos mantienen equivale a negar la última evidencia que hay que abrazar. Por ello, un libro como el presente titul
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'Reiniciar, un peregrinaje oncológico'. Libro de Ramón A. Pinto

Reiniciar. Un peregrinaje oncológico . Ramón A. Pinto. Sola Fide editorial, 2023. Cuando en medio de nuestras vidas llegan las crisis, los problemas, las enfermedades o incluso el rostro de la muerte, pensamos que todo se ha acabado. Que ya nada tiene sentido, y que todo por lo que hemos trabajado, luchado y esforzado se ha perdido para siempre. Sin embargo, Dios es el autor intelectual de las segundas oportunidades. Y en ellas debes volver a empezar, reiniciar tu vida, pero no desde cero, sino desde donde quedaron los restos de ti en medio de la crisis. Reiniciar, un peregrinaje oncológico , trata de las segundas oportunidades, y de las terceras y de todas las que necesites para volver a levantarte de en medio de tu caos, y comenzar de nuevo. Este libro es la historia de un joven padre y exitoso empresario, que en medio de una promisoria carrera profesional es diagnosticado con un cáncer que le obliga a replantear su responsabilidad con su empresa, su rol de padre y esposo y, por sobr

Un canto a la conversión, ¿qué es lo que hay que cambiar? | Harold Segura

La renovación cristiana es, ante todo, transformación integral. No se trata de querer volver hacia un ideal que dejamos atrás ( El paraíso perdido , del gran poeta inglés, Milton), sino de ir hacia adelante (el paraíso encontrado, de Juan, el vidente del Apocalipsis). El horizonte final de la trasformación cristiana es avanzar hacia el modelo perfecto de ser humano pleno: Jesús (Efesios 4:13). El apóstol Pablo enseña que esa trasformación implica todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo. Dice él: «No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente». Y después explica que: «Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta» (Romanos 12:2-3). Es decir, que en la medida como nos vamos trasformando, vamos también comprendiendo cuál es la voluntad de Dios. Se trata de ir experimentando (así, en gerundio) la trasformación, para ir comprendiendo la voluntad del Señor. ¡Extraordinario proceso siempre continuo! Tenemos, ento

El infierno en los Padres de la Iglesia | Alfonso Ropero

«A menudo tenemos la impresión de que la iglesia primitiva fue un período improductivo en lo que respecta a la doctrina del infierno y a la escatología en general. Después de todo, ningún concilio general trató las doctrinas escatológicas de la misma manera que se abordaron los temas trinitarios y cristológicos. Las declaraciones de fe, por su parte, prestan sólo una mínima atención a las cuestiones escatológicas. Típico de esta tendencia es el Credo de los Apóstoles , con su discurso de que Cristo viene a juzgar a los vivos y a los muertos y con su simple afirmación de creer en “la resurrección de la carne y la vida eterna”».  Graham Keit[1]

¿SOLA SCRIPTURA solo? |Juan María Tellería

Escudriñáis las Escrituras, porque os parece que en ellas tenéis vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí (Juan 5, 39 BTX). La Reforma nos devolvió en el siglo XVI algo que habíamos perdido durante los siglos anteriores, es decir, el acceso a las Escrituras. No exactamente porque estuvieran ocultas o prohibidas, como se suele afirmar en ocasiones, sino porque se entendía que eran peligrosas en manos de gentes ignorantes. De ahí que la Iglesia occidental de aquellos siglos las preservara principalmente en una lengua a la que solo los eruditos tenían acceso (el latín) y que las trabajaran únicamente clérigos muy piadosos y bien formados, aunque no exentos de error en sus apreciaciones sobre ellas. La labor de los Reformadores puso a disposición de los creyentes de a pie el inmenso tesoro que es la Biblia en lenguas vernáculas, de lo cual todavía hoy nos beneficiamos los cristianos. Pero también puso algo más. El gran principio SOLA SCRIPTURA , junto con los otros bien conoc

La autoridad del dirigente | Alfonso Pérez Ranchal

  En el tema de la administración de la Iglesia, uno de los conceptos imprescindibles es el de autoridad. A menudo, este concepto ha sido malinterpretado, acarreando muy negativas consecuencias que se traducen en que la dirección de esa iglesia sea deficiente y dañina. Esto aparece, por ejemplo, en aquellas iglesias independientes que tienen al frente un pastor, o tal vez más de uno, pero que su administración es de tipo congregacional. En estas congregaciones, el pastor es identificado como aquel que tiene la autoridad, la persona que hace visible la dirección divina, aun cuando esté auxiliado por un cuerpo de ancianos. El pastor suele tener la última palabra precisamente por esa autoridad que se considera ha sido delegada por Dios. Incluso se argumenta que la iglesia no es una democracia, sino una teocracia, pero obviamente esta no es como se daba en el Antiguo Testamento, no es una teocracia directa. Se trata, por tanto, de una teocracia mediada en donde el pastor o pastores serían

Redención ilimitada. La cirugía del infierno | Alfonso Ropero

De Karl Barth a David B. Hart Cuenta Kenneth S. Kantzer, antiguo editor de Christianity Today , que cuando Karl Barth visitó los Estados Unidos en 1963, Edward John Carnell, profesor del Seminario Fuller, le preguntó si creía en el infierno, a lo que el teólogo suizo respondió: «No, no creo en el infierno; creo en Jesucristo»[1]. Una respuesta muy congenial con su teología, pero que no debió gustar mucho al que formuló la pregunta. De hecho, el mundo evangélico estadounidense cerró todas sus puertas a Barth, tildado de neoliberal[2]. 

Sobre aprender del abandono divino | Nicolás Panotto

  “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, dijo Jesús (Mt 27.46) Al conocer el final de esta historia, tendemos a asumir esa declaración de Jesús en medio de su angustia como un simple grito al pasar. Como que “un par de versículos después” todo se soluciona. Como que la vida está escrita sobre un papel de antemano. Vaciamos de realidad un desahogo provocador. La confesión de una escisión. El reconocimiento del despojo, de la desolación. El quiebre de Dios mismo. Su auto-abandono. Una pérdida de sentido absoluto frente a circunstancias que se transformaron en hostiles, en pura niebla, lejos de multitudes festivas. Un sentimiento de desamparo en medio del sufrimiento, de la persecución, de la burla de aquellos/as más cercanos, a quienes diste tu día y tu noche. Un abandono que se siente traición, de los amados/as y de Dios mismo. No hay nadie en quién confiar. Solo vos, el dolor de la carne abierta y la sonrisa sarcástica de los desconocidos/as que te miran cual espectáculo de

Fuego que consume. La aniquilación del Infierno | Alfonso Ropero

  «A nadie le gusta la doctrina del infierno. Incluso entre los eruditos que definen el infierno en términos de tormento eterno consciente, existe cierta repulsión ante la idea de que Dios condenaría quizás a una gran parte de la población mundial al castigo eterno en el infierno. Esta es la tensión entre la creencia en un Dios bueno y amoroso y la posibilidad de la condenación eterna».  Ramon Baker [1]