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Mostrando las entradas etiquetadas como Pentecostalismo

Que se acabe el pentecostalismo. Que vuelva el cristianismo pentecostal- Por Luis Aránguiz

Con los años, he conocido muchos pentecostales reflexivos que están preocupados por el progreso del movimiento. Sabemos cuánto crece en el mundo. Sabemos de los testimonios e historias incleíbles que podemos encontrar en las iglesias. Pero también sabemos sobre el abuso de poder. Sabemos sobre el rechazo aun generalizado a la teología. Sabemos de la politización inconsciente. Así que, cuando ponemos estos y otros elementos en la balanza, tenemos dos opciones: irnos o quedarnos. A veces hay quienes les resulta difícil entender cómo Dios obra en medio de personas que “desprecian conocerle”. En mi caso, me tomó algunos años entender que Dios obra del modo que él quiere. Y es más, que el rechazo al conocimiento intelectual no significa el rechazo a otras formas de conocimiento. Traté de usar las herramientas que adquirí estudiando, pero olvidé que la teología no es meramente una disciplina intelectual, sino que es, como lo fue para los primeros cristianos, un camino de vida. En

¿Magia o fe? - Por Arturo Rojas

  El movimiento pentecostal evangélico y el carismático católico en el siglo XX en la iglesia, así como las terapias cognitivas conductuales y la programación neurolingüística en psicología, e incluso la filosofía analítica de pensadores como Ludwig Wittgenstein y la llamada Ontología del lenguaje de Rafael Echeverria, vienen de un modo u otro llamando nuestra atención al potencial que las palabras pueden llegar a tener en el propósito de transformar o modificar nuestra conducta y circunstancias, de manera favorable o desfavorable indistintamente. En la iglesia el principal argumento para sostener este potencial ha sido la afirmación de que la imagen y semejanza divinas plasmadas en el hombre le confieren a las palabras del ser humano un poder similar al que posee la palabra de Dios. Pero ante un planteamiento tan ambicioso como éste, debemos preguntarnos con seriedad si no estamos asignando a las palabras un poder excesivo que en realidad no tienen, traspasando los linderos de la fe s