“El infierno son los otros”, dijo Sartre. Más acertado me parece T. S. Eliot cuando escribe: “¿Qué es el infierno? Es uno mismo, y es solitario”. Efectivamente, el ser humano ha sido creado a imagen de Dios, un Dios que es Amor, Comunión de tres personas. Esto significa que estamos estructurados para la comunión, y sólo cuando realizamos la comunión en el amor encontramos nuestro auténtico ser de persona. Donde no hay amor, la vida se convierte en un infierno, en algo insoportable. Vivir sin amor es vivir en contradicción con uno mismo. Por eso he comenzado diciendo que no me parece acertada la expresión de J.P. Sartre. Más que describir el infierno, lo que dice Sartre describe el cielo: el cielo son los otros. El cielo es vivir en comunión, en comunión con Dios y en comunión con los hermanos. Eso que decimos en el Credo, “creemos en la comunión de los santos”, es otra forma de describir el cielo. En la Escritura hay distintas imágenes para describir lo que la teología llama infierno.
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