Escudriñáis las Escrituras, porque os parece que en ellas tenéis vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí (Juan 5, 39 BTX). La Reforma nos devolvió en el siglo XVI algo que habíamos perdido durante los siglos anteriores, es decir, el acceso a las Escrituras. No exactamente porque estuvieran ocultas o prohibidas, como se suele afirmar en ocasiones, sino porque se entendía que eran peligrosas en manos de gentes ignorantes. De ahí que la Iglesia occidental de aquellos siglos las preservara principalmente en una lengua a la que solo los eruditos tenían acceso (el latín) y que las trabajaran únicamente clérigos muy piadosos y bien formados, aunque no exentos de error en sus apreciaciones sobre ellas. La labor de los Reformadores puso a disposición de los creyentes de a pie el inmenso tesoro que es la Biblia en lenguas vernáculas, de lo cual todavía hoy nos beneficiamos los cristianos. Pero también puso algo más. El gran principio SOLA SCRIPTURA , junto con los otros bien conoc...
Un lugar abierto a la reflexión