El Adán genealógico, un compromiso entre la historia bíblica y la ciencia evolutiva - Por Alfonso Ropero
La sombra de Adán es alargada y planea sobre el solar evangélico conservador estadounidense. A muchos les inquieta pensar que es la sombra de una ficción, de un fantasma que nunca fue, y se esfuerzan por todos los medios a su alcance en defender y demostrar que en el principio de la humanidad hubo un hombre, una pareja, Adán y Eva, de la que todos procedemos. Nos legó el regalo amargo del pecado que pasa de generación a generación como una maldición, pero a la vez, representa la promesa de un Adán escatológico ( ho eschatos Adam , 1 Co 15:45 ), un segundo Adán que pondría remedio a tal mal. Este postrer Adán no es otro que Jesucristo, pero si no hubo tal Adán, entonces el nuevo Adán parece quedar sin justificación, sin fundamento. Ahí está la pelea y el debate que desde hace unos años enfrenta a los evangélicos norteamericanos [1] , cuyo cénit lo alcanzó William Lane Craig con su obra El Adán histórico. Una exploración bíblica y científica ( Kerigma 2021) , motivo de muchos est