Algunas personas me han estado preguntado últimamente mi opinión respecto de Joel Osteen, sus mensajes, su ministerio y, por supuesto, el fenómeno de su Mega Church de Lakewood. Mi respuesta hasta el momento había sido que carecía de una opinión al respecto, por la sencilla razón de que jamás había oído algunas de las pláticas que el Osteen pronuncia desde su anfiteatro en Lakewood y, que según me entero ahora, se ha convertido en un fenómeno mundial, tal como en la década de los 80s lo fueron los servicios televisados de Rex Humbard o del mismo Jimmy Swaggart, entre otros. Una respuesta no del todo certera, pues quienes hemos invertido ya algún tiempo en conocer las coordenadas de la “American Religion” y de sus exponentes más señeros, reconocemos perfectamente bien los contenidos de los que esta se nutre, por más, desde luego, que de tiempo en tiempo, varíen sus rostros visibles y sus dinámicas exteriores. Pues bien, estas dos últimas semanas he dejado algún tiempo cada día para escu...
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