Recuerdo que me estremecí cuando leí en los periódicos el 16 de noviembre de 1989, la noticia del asesinato de Ignacio Ellacuría (1930-1989) junto a otros compañeros suyos en El Salvador. No podía comprender cómo se podía matar con tanta sangre fría a personas que solo procuraban aportar su perspectiva del Evangelio en un mundo en el que casi siempre perdían los más desfavorecidos. Una profunda tristeza me invadió durante varios días, sobre todo al observar cómo aquel horrible asesinato casi pasaba totalmente desapercibido en el entorno en que yo me movía. Ignacio Ellacuría había nacido en Portugalete, provincia de Vizcaya (España), y fue un teólogo jesuita comprometido con la llamada «teología de la liberación» como opción por los pobres. Había sido profesor y rector de la Universidad Centro Americana (UCA) de El Salvador y colaborado estrechamente con Monseñor Óscar Arnulfo Romero (1917-1980), quien también había sido asesinado el 24 de marzo de 1980 por denunciar los abu
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