El conjunto de libros que conforman la Biblia Hebrea han tenido una influencia incalculable, especialmente en lo que se conoce como “cultura judeocristiana”. A pesar de la evidente antigüedad de sus relatos, sus páginas han sido leídas por muchísimas personas, en contextos culturales y religiosos sumamente alejados del contexto original en que estos se forjaron. Aunque en nuestra sociedad occidental ya no existe un libro “sagrado” que configure la conciencia de los individuos, los relatos bíblicos siguen impregnando nuestra cultura de múltiples formas. Aun así, la relación con el Antiguo Testamento no ha estado exenta de problemas . Una cuestión que ha causado verdaderos quebraderos de cabeza es, precisamente, la relación entre Antiguo y Nuevo Testamento. Ya a mediados del siglo II, la Iglesia tuvo que enfrentarse con el llamado “reto marcionita” que cuestionó la necesidad de la herencia judía para el mensaje cristiano. Marción, desde una postura radical, planteó una oposición abs
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