En los últimos años hemos añadido un nuevo insulto al catálogo de improperios que lanzamos contra personas o colectivos que consideramos intransigentes. Les tachamos de «fanáticos», «radicales», «integristas», «dogmáticos»… y «fundamentalistas». Pero, ¿cuál es el origen de este término? Por muy sorprendente que nos resulte, «fundamentalista» fue la autodesignación de un grupo de cristianos evangélicos norteamericanos allá por la década de 1920. La primera vez que encontramos el uso intencionado de este término es en la colección de doce volúmenes titulada The Fundamentals , publicada entre 1910 y 1915. Financiada por el empresario californiano Lyman Stewart, en ella se rechazaban en un tono beligerante y a partes iguales el modernismo teológico y el darwinismo, considerados las grandes amenazas para la fe cristiana del momento. Así, el movimiento empezaba autodefiniéndose «en contra de» toda corriente de pensamiento o avance científico que se percibiera como hostil a l...
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