El silencio es el vacío que posibilita lo pleno. Todo lo lleno anhela el vacío para no quedar saturado de sí mismo. El silencio de los sentidos, de los deseos, de la mente El silencio que nos devuelve el estado prístino de ser, de simplemente ser en el Ser. Javier Melloni En la conocida oración del Getsemaní (Mc 14.32-36), Jesús pone en evidencia sus más hondos sentimientos. Angustia y tristeza de muerte . Es desde allí que pide al Padre (al Abba , al “papito”) que le haga pasar esa copa de inigualable sufrimiento. En este hecho hay dos cosas a resaltar. Primero, el mismo hijo de Dios muestra lo más profundo de sí , siendo transparente con aquello que le aquejaba. Pero en segundo lugar, llama la atención el silencio del Padre . Jesús nunca recibió respuesta. Por eso exclamará un tiempo más tarde, tendido en la cruz: Elohi, Elohi,lĕma’ šĕbaqtani (“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Mt 27.46). Existen muchas historias en el texto bíblico que muestran el sil
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