Los problemas de salud mental, aún en pleno siglo XXI, siguen siendo un tema tabú en nuestras sociedades contemporáneas. El estigma y el autoestigma están diseminados en diferentes ámbitos de la sociedad y de la vida humana, lo que hace muy difícil reconocer o contar a terceros, cuando se padece de enfermedades de salud mental. En el ámbito evangélico es aún más difícil. El literalismo, que hoy más que una doctrina de fidelidad, es una fobia a faltar al contenido de verdad de las Escrituras (mal comprendida). Esa fobia, alimentada por la culpa, ha inhibido toda reflexión sobre cómo es posible una comprensión acertada de las Escrituras -siendo fieles a la misma- sin ignorar los grandes pasos que ha dado la hermenéutica desde el siglo XIX hasta nuestro presente.