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LAS TRES CONVERSIONES DEL REVERENDO ROB SCHENCK. Del judaísmo al cristianismo DISIDENTE pasando por LA EXTREMA DERECHA fundamentalista | Alfonso Ropero



«Durante 30 años, mantuve la firme convicción de que el aborto era un asesinato. Prediqué contra el "asesinato infantil", sufrí múltiples arrestos por bloquear clínicas y logré que grupos proelección me demandaran con éxito. Lideré una organización nacional antiaborto y dirigí el único evento anual provida a gran escala celebrado en el Capitolio de los Estados Unidos. Apelé personalmente a los jueces de la Corte Suprema para que anularan el caso Roe contra Wade.

Hoy, ya no tengo estas posturas y no aplaudí la reciente revocación del caso Roe. Sigo siendo evangélico por convicción, pero ahora me considero un "pro-elección pro-vida". He llegado a la conclusión de que los legisladores y los jueces no son los indicados para intentar resolver esta compleja cuestión moral, social y sanitaria. Incluso entre las religiones, no hay consenso sobre qué constituye un aborto permisible o no permisible. Además, la experiencia de cada mujer con el embarazo es única. Por lo tanto, no puede haber un mandato universal que la obligue a continuar con su embarazo»1.


Las palabras de esta confesión pertenecen al reverendo Rob Schenck, quien en su día fue uno de los líderes evangélicos más poderosos e influyentes de Estados Unidos. Presionaba constantemente a los legisladores para que adoptaran una agenda cristiana conservadora. Miembros de su grupo activista antiaborto bloquearon las puertas y entradas de las clínicas de aborto. Incluso entrenó a parejas adineradas para que se hicieran amigas de los jueces de la Corte Suprema, con el fin de persuadirlos de emitir sentencias que agradaran a los cristianos conservadores.

El editor del Washington Monthly, Garrett Epps, describe a Schenck como una persona dotada de carisma para la comunicación y capacidad de crear vínculos, hasta el punto de haberse convertido en algo así como el George Smiley de John le Carré, pero para la Agencia de Inteligencia Celestial2. El reverendo Schenck formó parte activa del lobby de la teocracia evangélica estadounidense. Fundador del National Clergy Council / Consejo Nacional del Clero, el grupo tuvo gran éxito durante la era de George Bush, presionando a miembros del Congreso, organizando mítines y pidiendo la prohibición constitucional del matrimonio homosexual. Este lobby quería sustituir del derecho civil por el literalismo bíblico. Schenck tuvo la brillante idea de fabricar pequeñas placas de piedra pulida, con la inscripción de los Diez Mandamientos, su distribución entre los políticos de todo el país. El reverendo Schenck pedía a quienes aceptaban la placa que la exhibieran y la obedecieran, sugiriendo que al aceptarla se comprometían a trabajar por un gobierno arraigado en la ley moral mosaica y la ética judeocristiana. Esto, según él, ayudará a desatar una ola de fervor cristiano en los centros de poder de todo el país. «Tenemos al presidente, a ambos líderes del Congreso, Hastert y Delay, quienes comparten lo que yo llamaría una cosmovisión cristiana ortodoxa. Todos exhiben los Diez Mandamientos»3.


Schenck reclutó a parejas cristianas adineradas para que sirvieran como «misioneros ocultos» en la Corte Suprema durante aproximadamente dos décadas, forjando amistades con jueces conservadores para «reforzar» sus opiniones, en particular sobre el aborto, según declaró Schenck ante el Comité Judicial de la Cámara de Representantes en Diciembre de 2022.

 «Nuestros objetivos principales eran comprender mejor el pensamiento de los jueces conservadores y reforzar su determinación de emitir opiniones sólidas y sin complejos», dijo Schenck, describiendo la misión de la campaña de influencia que denominó «Operación Tribunal Superior» (Operation Higher Court)4, que entrenó a parejas adineradas para entablar amistad con figuras relevantes, ofreciéndoles comidas en restaurantes de lujo e invitaciones a lujosas propiedades vacacionales. A este ministerio Schenck lo bautizó con el nombre de Faith and Action / Fe y Acción. Además de esas comodidades, ofrecía oraciones, Biblias de regalo y la seguridad de que millones de creyentes rogarían a Dios por sus decisiones sobre temas como el aborto, la atención médica, el matrimonio gay y la posesión de armas.


«Éramos como otros grupos de presión y cabilderos, solo que nuestras visitas a las oficinas incluían una oración o leer un versículo de la Biblia con el ocupante. El clero, a menudo formado alrededor de los majestuosos bancos donde los miembros de ambas cámaras del Congreso se sientan durante los procedimientos oficiales, nos acompañaba a reuniones más formales. Nuestros grandes eventos públicos, como el Memorial Nacional anual para los no nacidos y sus madres y padres o el Maratón de lectura de la Biblia del Capitolio de los EE. UU., convertían las sedes gubernamentales en santuarios eclesiásticos temporales. “Nacionalista cristiano” aún no se había convertido en una expresión común, pero mis aliados y yo lo éramos en todos los sentidos. Creíamos que Estados Unidos se fundó como una nación cristiana y que debía preservarse como tal»5.





¿Quién es el reverendo Schenck?


Robert Leonard Schenck nació en 1958 en Montclair (New Jersy); su padre era judío y su madre católica, convertida al judaísmo al contraer matrimonio. En 1974, a la edad de 16 años, Robert y su hermano gemelo Paul, conocieron al hijo de un pastor metodista, que servía en la Iglesia Metodista Unida Trinity en Grand Island, cuya influencia contribuyó a su conversión al cristianismo. Robert acompañó Paul a su hermano a las reuniones de oración y pronto también él se convirtió. Ambos hermanos fueron bautizados en las aguas del río Niágara, que forma los límites de Grand Island.


Con una firme vocación de servicio casi desde el principio de su vida cristiana, Robert fue ordenado ministro de la Asamblea de Dios6; ejemplo de dedicación a causas grandes es la obra que realizó en México, lo cual revela desde el principio sus dotes para la organización de campañas llamativas. Durante una visita a la Ciudad de México en 1982 fue testigo de la difícil situación de la gente que vivía literalmente de los vertederos rebuscando entre la basura algo que les ayudara a sobrevivir. En 1988 realizó una larga caminata para ayudar a este colectivo, recorriendo 3200 kilómetros desde Buffalo (Nueva York), atravesando ocho estados y cruzando la frontera en Laredo (Texas). Esperaba recaudar un millón de dólares para construir una clínica y reclutar voluntarios dispuestos a brindar servicios médicos, dentales y de construcción de viviendas.


En 1992 comenzó su actividad con antiabortista, protagonizando manifestaciones a gran escala en clínicas de abortos de Buffalo. En 1995, organizó el primer Memorial Nacional para los No Nacidos y sus Madres y Padres. Esto rápidamente se convirtió en un destacado evento antiaborto celebrado dentro del complejo del Capitolio de los Estados Unidos en Washington, D.C. Originalmente un programa del Consejo Nacional del Clero, el evento ahora ha sido renombrado Conferencia Nacional del Clero Pro-Vida y está patrocinado por el National Pro-Life Religious Council / Consejo Religioso Nacional Pro-Vida.

En mayo de 2009, Schenck se unió a la representante republicana Jean Schmidt y a otros líderes de Ohio para ayudar a colocar una escultura de los Diez Mandamientos a la vista de todos. La escultura era de granito, de 90 x 90 cm y 390 kg de peso, y ocupaba un lugar destacado en una propiedad privada, ya que la ley no les permitía que la instalaran en un lugar público. 


Después de unirse a la Iglesia Metodista Episcopal, Schenck fue presidente de la junta de directores de la Evangelical Church Alliance de 2012 a 2016. En 2018, fue asesor de la oficina del secretario general de la World Evangelical Allicance.  

En 2023 fue contratado como profesor visitante de Cristianismo y Liderazgo Religioso en el Hebrew College; según su director, el rabino Or Rose, «la evolución personal y política de Rob [Schenck] es un modelo de introspección honesta (heshbon nefesh) y arrepentimiento (teshuvá), a través del cual llegó a una nueva comprensión de sí mismo como cristiano y sus responsabilidades hacia los demás. Habiendo trabajado con él en varias iniciativas durante los últimos tres años, confío en que contribuirá sustancialmente como maestro, mentor e intelectual público»7.


Primera conversión


Rob Schenck describe así su primera conversión: «Al final de mi adolescencia, busqué una fe y la encontré en una pequeña iglesia rural, donde acepté a Jesucristo como mi Señor y Salvador. Casi de inmediato, sentí el llamado a entregar mi vida al servicio cristiano»8. Pocos años después se presentó fortuitamente la ocasión que iba a marcar este período de su vida. A finales de la década de 1970, cuando era un joven ministro en Rochester, Nueva York, recibió la llamada de una mujer que le exigía saber su postura sobre el aborto. Para esa época, Schenck no le había prestado mucha importancia al tema. La mujer le criticó duramente por ello. Inquieto, buscó información sobre la perspectiva cristiana del aborto. Encontré un sermón de 1978 titulado «Aborto a pedido: ¿es asesinato?», de Jerry Falwell, predicador bautista y presentador del popular Old Time Gospel Hour. En él pedía poner fin al aborto legal y llamaba a los cristianos unir fuerzas en este tema costase lo que costase.


Estados Unidos, decía Falwell, podía elegir el camino de Dios y disfrutar de la prosperidad, o tomar el camino del diablo y hundirse en la destrucción. El camino de Dios implicaba que las esposas debían someterse obedientemente a sus esposos «como al Señor»; los hijos debían obedecer a sus padres; y todos debían asistir a la iglesia, la escuela dominical y el estudio bíblico. La oración y la lectura de la Biblia debían regresar a las aulas de las escuelas públicas. Se debía enseñar a los niños que el sexo es estrictamente para las parejas casadas; que los jóvenes deben permanecer vírgenes hasta la noche de bodas; y que las relaciones sexuales, aunque placenteras, eran principalmente para la procreación. Ni hablar de la homosexualidad o el uso de preservativos.


«El evangelio de Falwell difería claramente del que yo había escuchado inicialmente, el de un Jesús compasivo que bendecía a los pobres, los olvidados y los perseguidos. El mensaje de Falwell, aunque salpicado de referencias a las personas marginadas, insinuaba que ellas podrían haber causado sus propios problemas. En lugar de llamar a los creyentes a ser pacificadores y a amarse unos a otros, como lo hizo Jesús, los cristianos de Falwell eran cruzados modernos que conquistaban un mundo malvado y secular. Acepté su desafío, sintiendo que podía remediar los males que aquejan a nuestro país, desde el consumo de drogas hasta las relaciones sexuales prematrimoniales»9.


La década de los 80 representa el avance y crecimiento evangélico, gracias al pentecostal-carismatismo, lo cual no solo hizo notar su presencia en la sociedad, sino su capacidad, su poder de influir en la política nacional. Desde ese momento los evangélicos, anteriormente apolíticos, comenzaron a meterse en política dada la nueva influencia política evangélica nacional debido a su número, presencia y medios comunicación, especialmente la radio y la televisión. Por primera vez la historia un presidente como Ronald Reagan, ocupó un asiento en primera fila en la convención anual de la Asociación Nacional de Evangélicos, donde se dirigió a ellos con ahora famoso discurso sobre el “Imperio del Mal”, llamado así por su referencia a la antigua Unión Soviética, y las nuevas amenazas del secularismo, la promiscuidad y la interferencia del gobierno en las iglesias al tiempo que prohibía la oración en las escuelas y restringía la libertad de expresión religiosa de los estudiantes. Reagan tocó el delicado tema del aborto que se cobraba las vidas de hasta un millón y medio de niños no nacidos al año. «La legislación sobre la vida humana que ponga fin a esta tragedia algún día será aprobada por el Congreso, y usted y yo no debemos descansar hasta que lo haga», dijo Reagan, utilizando un argumento perfecto para esa audiencia: «Hay pecado y maldad en este mundo, y las Escrituras y el Señor Jesús nos ordenan oponernos a ello con todas nuestras fuerzas», concluyó.


Segunda conversión


Esta llegó de la mano del popular Pat Robertson, evangelista carismático y magnate estadounidense de medios de comunicación, tenido por profeta divinamente ungido. En 1977 Robertson fundó la Regent University. Por todos los medios quería contrarrestar a los enemigos de Estados Unidos, humanistas seculares, a los que había que derrotar mediante la instauración de las tradiciones judeocristianas. «Con nuestro presidente favorito y profeta más reverenciado instándonos a luchar por el alma de nuestra nación, lucharíamos. Naturalmente, apoyamos la campaña presidencial de Robertson en 1988». Así es como Rob Schenck experimentó su segunda conversión, en el camino de la extrema derecha religiosa con anhelos de establecer una teocracia en Estados Unidos. 


Así fue como se convirtió en parte de lo que entonces se llamaba el movimiento de Rescate (Operación Rescate), una red informal de activistas decididos a cerrar los servicios de salud reproductiva. Al principio, sus acciones imitaban tácticas no violentas (como las sentadas de la era de los derechos civiles), pero el tono cambió notablemente durante los años de Clinton, cuando los líderes del movimiento se volvieron más agresivos. Las confrontaciones físicas entre manifestantes pro-elección y antiabortistas se volvieron más comunes. Como vicepresidente del Centro Americano para el Derecho y la Justicia, Schenck solicitó a la Corte Suprema de Estados Unidos, en el caso Schenck contra la Red Pro-Elección, que permitiera a los manifestantes acercarse al personal de las clínicas y a los pacientes mientras caminaban por las aceras públicas. El tribunal falló por 8 votos a 1 a favor, pero también emitió una decisión por 6 votos a 3 en la que se establecía que los manifestantes podían mantenerse alejados de las entradas y entradas de las clínicas de salud. Luego, comenzaron los tiroteos: tres incidentes mortales contra proveedores de abortos en dos años y otros actos de violencia10.


«En mi sector del movimiento, los líderes masculinos comenzaron a lucir sombreros vaqueros de ala ancha, hebillas de cinturón enormes, botas vaqueras y, a veces, fundas vacías, lo que indicaba que tenían fácil acceso a armas de fuego. El mensaje antiabortista, antes con un enfoque preciso, fue reemplazado por una mezcolanza de diatribas que afirmaban roles de género estrictamente binarios, se oponían a los derechos LGBTQ y denunciaban a las “feminazis” y las “Jezabeles”, como Hillary Clinton»11.


Entre otras muchas acciones el reverendo Schenck, recriminó a Bill Clinton, especialmente en el sonado y bien aprovechado caso de Monica Lewinsky. «En este momento —declaró—, el presidente no necesita consultar más con abogados, encuestadores ni políticos. Necesita consultar con pastores que puedan guiarlo hacia la confesión, el arrepentimiento y el perdón adecuados. Esta crisis solo puede resolverse moralmente. Nunca se resolverá por completo políticamente, ni siquiera legalmente»12. A continuación, el reverendo Schenck invitó a unos 20 ministros, especialistas en ética, psicólogos y teólogos a una reunión de un día completo en el Hotel J.W. Marriott del centro de la ciudad para debatir las decisiones morales que el presidente y el Congreso deberían tomar. Entre los panelistas se encontraban voces tan diversas como el pastor Richard Land, presidente de la Comisión de Ética y Libertad Religiosa de la Convención Bautista del Sur, y el pastor Barry Lynn, director ejecutivo de Estadounidenses Unidos por la Separación de la Iglesia y el Estado. Hasta tal punto llega la influencia de la religión en la política estadounidense.


A Rob Schenck le costó muchos años deshacerse de lo que él llama las vendas de los ojos. Esto se debió a una circunstancia muy particular, que la mayoría ignora, el estudio. A una edad avanzada decidió apartarse por un tiempo de la política y cursar un programa de doctorado en Alemania. Parte de su investigación se centró en el movimiento cristiano alemán de la década de 1930, que apoyaba al Partido Nazi. Uno de los eruditos bíblicos más respetados de ese período, Paul Althaus, declaró que el ascenso de Hitler a la cancillería fue un «regalo y milagro de Dios». Su investigación incluyó también la persona y el legado Dietrich Bonhoeffer, el teólogo y pastor alemán que cuestionó la relación simbiótica y problemática que surgió entre Adolf Hitler y las iglesias evangélicas alemanas de la década de 1930. Schenck empezó a ver paralelismos muy semejantes a los dados en Alemania entre la iglesia evangélica estadounidense y el Partido Republicano, y a preguntarse si la institución religiosa a la que había dedicado su vida se había vuelto cómplice de proporcionar un barniz espiritual a una agenda política llena de odio.


«Mucha gente imagina que Adolfo Hitler surgió desde el principio como un autócrata tiránico que implementó de inmediato la solución final para los judíos y otros. No fue así. Primero surgió una especie de nativismo patriótico entusiasta, y la iglesia lo abrazó. Y luego, por ejemplo, comenzaron a cubrir los altares con la bandera del partido, que era la esvástica. Hay ocasiones en que, en el santuario de una iglesia estadounidense, la bandera estadounidense eclipsa la cruz. Cuando lo más prominente se convierte en la bandera estadounidense, eso sugiere una devoción errónea, una devoción absoluta y definitiva. Y eso ocurrió en Alemania antes de que ocurriera nada más»13.


Para cuando terminó sus estudios de doctorado sobre la Alemania nazi, la iglesia germánica y el testimonio cristiano de Bonhoeffer, Schenck quedó convencido que los evangélicos estadounidenses estaban permitiendo de manera similar que su fe fuera cooptada por la derecha con fines políticos, como ocurrió al protestantismo germano en el ascenso de la nazis, lo cual le causó mucha desazón y temor.


«Mis temores se reforzaron cuando asistí a un banquete de homenaje a Pat Robertson alrededor de 2010. Virtualmente todas las luminarias evangélicas estaban allí. Cuando Robertson presentó a su invitado de honor, Donald J. Trump, quedé impactado. En la escuela bíblica, mi instructor de predicación había sugerido que el playboy de Nueva York era una ilustración perfecta de lo que significaba no vivir como cristiano. Le pregunté a un amigo de Pat por qué Trump estaba allí. Ambos eran “miembros del club de los multimillonarios”, explicó. “Además, puede que algún día sea un buen presidente”. Trump trabajó en la sala, llena de los nombres más importantes de la derecha religiosa, obteniendo calurosos aplausos14.


En su candidatura presidencial, Trump mostró una pomposidad y denuncia inmisericorde de los más vulnerables, ambas cosas diametralmente opuestas a las virtudes cristianas de humildad, bondad, amor al prójimo y cuidado de los extraños. En junio de 2016, cuando durante su campaña presidencial invitó a decenas de líderes religiosos a reunirse con él en Nueva York, Rob Schenck se negó. Trump prometió nombrar jueces federales antiaborto y jueces de la Corte Suprema a cambio del apoyo leal de los electores bajo la influencia del lobby de la derecha cristiana. James Dobson, fundador del enormemente influyente Focus on the Family, aseguró a los asistentes que Trump era un «bebé cristiano», y por eso no había que tenerle en cuenta sus estridencias ajenas a la fe15.

A partir de ese momento, Schenck desmanteló la organización a la que había dedicado más de dos décadas a construir, alejándose de una base de donantes multimillonaria. 


«Llamé a innumerables personas para explicarles por qué dejaba el movimiento que había ayudado a liderar. Me acerqué a otros para pedirles perdón por el daño que había causado. Me arrepentí en oración por mis errores y el daño que causaron. Luego, en privado, dediqué el resto de mi vida a reparar lo más posible el daño. Tras la insurrección del 6 de enero, cuando aparecieron pancartas cristianas, Biblias y oraciones en nombre de Jesús durante el asalto al Capitolio, sentí una urgencia aún mayor por advertir a mis compañeros evangélicos del grave peligro que Trump y su secta MAGA representaban para el cristianismo y la democracia estadounidense. Mi cambio de rumbo tan tarde en la vida ha sido doloroso, desorientador y costoso»16.


Al mismo tiempo, Schenck se embarcó en una campaña contra la posesión de armas por parte de los ciudadanos. Después de asistir al sepelio de varios escolares Amish asesinados a tiros en 2006, comenzó a darse cuenta de que también necesitaba preocuparse más por la vida fuera del útero, porque todo indica que los pro-vida están muy preocupados por la vida que va nacer, pero muy poco, o nada, por ya la nacidos, especialmente de los «otros», pobres, negros, migrantes… Schenck vive en el barrio del Washington Navy Yard, donde un tirador mató a 12 personas en 2013. Lucy McBath, madre de Jordan Davis, un adolescente negro desarmado de Florida asesinado en 2012, lo animó a prestar su servicio en esta causa. Sus amigos pro-vida no compartieron su elección. «Tú tienes miedo a las armas de fuego; yo no», dijo Troy Newman, presidente de la organización antiabortista Operation Rescue.


«Algunos colegas provida me han dicho: “Hay más bebés abortados que adultos a los que se les dispara, ¿por qué te ocupas de esto? Quizás tenga que basarme en mi origen judío para esto, pero todas las vidas tienen el mismo valor»17.


Significativamente las encuestas indican que los evangélicos son el grupo religioso más grande y más resistente a las leyes de control de armas, lo cual da que pensar. Su premisa es la siguiente: «Nadie me quitará la vida jamás, antes yo les quitaré la suya». La respuesta de Schenck se opone a esta mentalidad, pero no está abiertamente opuesto a la posesión de armas, sino al control de las mismas, lo cual ya es mucho para un estadounidense. Considera que líderes religiosos deberían pronunciarse a nivel estatal sobre quién puede obtener pistolas, cuántas pueden obtener y cuántas municiones puede comprar una persona. «No digo que la defensa personal nunca sea una opción para un cristiano. Creo que sí lo es, pero existe un impulso hacia la defensa personal letal que contradice el pensamiento y las enseñanzas cristianas»18.


Hasta dónde puede llegar la ceguera ideológica de algunos llamados cristianos se aprecia en la crítica de sus antiguos colaboradores que le acusaron de «estar del lado del enemigo» o incluso de ayudar a quienes están aniquilando a los cristianos en Oriente Medio. A pesar de estas críticas tan injustas, Schenck decidió no callarse sobre este tema. ¿Por qué? 


«Porque el evangelio cristiano debería calmar nuestros miedos y recordarnos nuestra obligación, como la de Cristo, de amar a todas las personas, incluso a aquellas que pretenden hacernos daño. Esta generosa visión del mundo nos llama a demostrar el amor de Dios hacia los demás, sin importar quiénes sean, de donde vengan o qué religión practiquen. Asumir una postura permanentemente defensiva contra los demás, especialmente cuando incluye la disposición a matar, es contrario a una vida de fe»19.


El impulso de protegerse es natural, sigue argumentando, especialmente después de ataques terroristas; pero los evangélicos deben tener cuidado de que el noble lenguaje de la autodefensa no se use para encubrir un deseo más insidioso de venganza. San Pablo escribió a los cristianos perseguidos: «No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor» (Ro 12:19). «Debemos alejarnos de nuestros miedos, bajos instintos humanos y prejuicios, y volvernos hacia el ejemplo de Jesús en palabra y obra»20.





Tercera conversión 


En su libro de memorias, Costly Grace. An Evangelical Minister’s Rediscovery of Faith, Hope and Love (Gracia costosa. El redescubrimiento de la fe, la esperanza y el amor de un ministro evangélico), Schenck explora el fenómeno trumpiano y su evolución personal — cuatro quintas partes de los evangélicos estadounidenses blancos apoyaron al presidente Donald Trump. Autocrítico al explorar las fuerzas que dieron paso al abandono definitivo de sus antiguos valores, destaca los momentos particulares en los que su sed de poder e influencia anuló los pilares éticos y espirituales de fe, medita sobre la espinosa relación entre líderes religiosos y políticos, y los peligros que acechan en acercarse demasiado al sol.


«En mi tercera conversión, me di cuenta de que cuando la religión se pone al servicio de un partido político, corrompe a ambos. Afirmar que una figura política representa de forma única la voluntad de Dios para el cuerpo político es una forma de idolatría anticristiana. Elevar un conjunto de creencias espirituales por encima de otro y hacerlo por la fuerza de la ley elimina un principio innegociable de la fe evangélica: el libre albedrío. Nacemos de nuevo cuando elegimos creer en el Señor Jesucristo, no cuando nos obligan a hacerlo.

Por ser inmoral, creo que el nacionalismo cristiano está inevitablemente condenado. Pero mientras tanto, el dolor, el sufrimiento y el daño que infligirá serán enormes; basta con pensar en las mujeres que enfrentan embarazos difíciles, los niños trans que buscan atención médica, los bibliotecarios atacados por ciertos libros»21. 


En Costly Grace revela sus propias debilidades en relación a su participación en la política de orientación cristiano-nacionalista. La tentación de ganar influencia política es enorme, sobre todo cuando empiezas a desempeñar un papel público, y se ofrecen ciertas recompensas por transmitir ciertos mensajes y apoyar a personalidades y plataformas políticas. «Es muy fácil dejarse seducir por eso y ceder. Y luego te malcría; es muy difícil retirarse, y cuando lo haces pierdes cierta credibilidad, a veces por completo»22.

Como ya anotamos, a Schenck le salvó aprender de la historia y de cómo a veces parece que se repite y recordar sus días de primer amor con Cristo.


«Puedo decir tres cosas sobre mi camino espiritual: Nací de nuevo y profesé a Jesucristo como mi Señor y Salvador. Fue el comienzo de algo nuevo, algo útil, algo que trascendía las limitaciones de nuestra humanidad. Me condujo a un camino lleno de luz, amor y esperanza. Pero entonces escuché una voz seductora, mezclada con otras, por supuesto, pero no era la voz de mi Señor. Esta voz estaba decidida no a guiar almas a un salvador, sino a capturarlas para un fin egoísta. Me sedujo esa voz y me condujo a ese bosque oscuro. Hice algo bueno en ese lugar, pero estaba contaminado por la ambición, la arrogancia y el desprecio por el otro, el extraño… Estaba cegado ante la verdadera labor de cuidar las almas. Participar en el debate, lograr una victoria, maniobrar para dominar, ejercer influencia y dejarlo ahí, o peor aún, disfrazarlo de evangelio, no es hacer ningún bien, sino, en cambio, infligir un gran daño»23.


Su cambio de orientación y práctica le costó la pérdida de la amistad de sus amigos, con algunos de los cuales había estado 30 años, y la marcha de la institución más importante que ayudó a crear, la fundación Faith & Action / Fe y Acción, a la que le fue imposible mantener por falta de fondos, aunque hubo algunos ángeles que acudieron en su ayuda, pero insuficientes. En consecuencia tuvo que despedirse de la organización que construyó y dirigió durante 32 años. Una decisión bastante dura, representaba casi toda su vida, pero había de dejarla voluntariamente para no perjudicarla ni el futuro, ni en las intenciones de los donantes que tanto habían dado por ella, y que de este modo podía sobrevivir sin él. Era el costoso precio a pagar por ser fiel a su nueva manera de concebir un vivir un cristianismo más amplio, disidente del viejo evangelio del odio y la exclusión, pero en línea con el mensaje de Jesús.


«La recompensa, sin embargo, ha sido, ante todo, lo amplio que se ha vuelto mi mundo. He descubierto universos enteros de cristianos que ni siquiera sabía que existían. Personas maravillosas, cariñosas, generosas y amables. Todos tenemos nuestros problemas, es decir, todos los tenemos; somos humanos. Pero en general, he descubierto este mundo tan amoroso y generoso, y eso ha sido una gran recompensa […] Y, por supuesto y sobre todo, Cristo es realmente la solución, y ahora empiezo a sonar como un predicador de la vieja escuela, porque la respuesta es el avivamiento»24.




Notas 

1  Rob Schenck, For 30 Years, I Preached that Abortion was Murder, https://sojo.net/magazine/november-2022/30-years-i-preached-abortion-was-murder
2  Garrett Epps, A Rare Inside Look at Our Corrupt Supreme Court, https://washingtonmonthly.com/2022/11/28/a-rare-inside-look-at-our-corrupt-supreme-court/
3  Matt Connolly, Throwback Thursday: The Theocracy Lobby, https://washingtonmonthly.com/2015/08/06/throwback-thursday-the-theocracy-lobby/
4  Ann E. Marimow y Emma Brown, Advocate tells lawmakers of ‘stealth’ efforts to influence Supreme Court,
6  Por otra parte, su hermano Paul fue vicario de la Iglesia Episcopal Reformada de Nueva York y rector de una parroquia en Catonsville, Maryland. Posteriormente fue recibido en la Iglesia Católica en 2004 y ordenado sacerdote católico el 12 de junio de 2010. Pro-life Hero, Protestant Minister to Catholic Priest: Fr. Paul Schenck, Prophetic Sign of Coming Full Communion, https://www.catholic.org/news/hf/faith/story.php?id=36973
Former Far Right Evangelical Leader Joins Pluralistic Jewish Institution,
8  Rob Schenck, Schenck, Costly Grace: An Evangelical Minister’s Rediscovery of Faith, Hope, and Love (Gracia costosa: El redescubrimiento de la fe, la esperanza y el amor de un ministro evangélico). HarperCollins, Nashville
10  Véase Bernard Nathanson, “Operation Rescue: Domestic Terrorism or Legitimate Civil Rights Protest?” The Hastings Center Report 19/6 (1989), 28-32.
11  Rob Schenck, Confessions of a (Former) Christian Nationalist.
13  Kristyn Komarnicki, An interview with Rev. Rob Schenck, https://christiansforsocialaction.org/resource/costly-grace/
14  Rob Schenck, Confessions of a (Former) Christian Nationalist.
15  Schenck, Confessions of a (Former) Christian Nationalist.
16  Schenck, Confessions of a (Former) Christian Nationalist.
18  Sarah Pulliam Bailey, How one evangelical activist changed his mind on gun violence,
19  Rob Schenck, I’m an evangelical preacher. You can’t be pro-life and pro-gun, https://www.washingtonpost.com/posteverything/wp/2015/12/28/im-evangelical-you-cant-be-pro-life-and-pro-gun/
20  Rob Schenck, I’m an evangelical preacher. You can’t be pro-life and pro-gun.
21  Schenck, Confessions of a (Former) Christian Nationalist.
22  Schenck, Costly Grace: An Evangelical Minister’s Rediscovery of Faith, Hope, and Love. Harper Collins, Nashville 2019.
23  Schenck, Costly Grace: An Evangelical Minister’s Rediscovery of Faith, Hope, and Love.
24  Kristyn Komarnicki, Costly Grace. An interview with Rev. Rob Schenck, https://christiansforsocialaction.org/resource/costly-grace/



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Alfonso Ropero, historiador y teólogo, es doctor en Filosofía (Sant Alcuin University College, Oxford Term, Inglaterra) y máster en Teología por el CEIBI. Es autor de, entre otros libros, Filosofía y cristianismo, Introducción a la filosofía, Historia general del cristianismo (con John Fletcher), Mártires y perseguidores y La vida del cristiano centrada en Cristo.











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