Más allá del
narcisismo espiritual. Maribel Rodríguez, Desclée De Brouwer, 2021. 174
páginas.
¡Es una gran tentación expresarse en nombre de Dios! Es quizás una dimensión en la que la vanidad puede llegar a los mayores excesos y poner de manifiesto la necesidad del hombre de divinizarse para compensar sus carencias, o de dominar a otros, en nombre de Dios. Maribel Rodríguez
Este, sin duda alguna, es uno de esos temas menos tratados
y, posiblemente, todavía considerados como tabú cuando se trata de los
diferentes aspectos o dimensiones de la religiosidad. Se produce de esta forma
un vacío que permanece sin consideración, precisamente porque pareciera que el
mismo no existe. Sin embargo, el tema del narcisismo espiritual, o de aquellas
personas que presentan un ego extremadamente inflado, no deja de ser una cuestión
de primer orden. Ello se debe a que este tipo perfil suele presentarse como
alguien enormemente interesado por las cosas de Dios, de la iglesia o de todo
aquello que pertenezca al grupo religioso. Pero esta preocupación no es
genuina, de hecho, se trata de la edificación de todo un personaje en torno a
sí mismo y que de puertas para afuera de su interioridad manifiesta un interés
desmedido, incluso por las personas o miembros de la congregación. Precisamente
por la intensidad y el aparente desinterés que ello le mueve, se introducen no
ya sin ser vistos, sino todo lo contrario, siendo claramente visibles,
mostrando su personaje creado y sostenido por toda una serie de motivaciones
muy oscuras. Por supuesto, todos tenemos y podemos caer en un tipo de
narcisismo y, por lo tanto, haremos muy bien en estar atentos a sus primeras
manifestaciones, pero de lo que aquí se está tratando especialmente es de un
tipo de narcisismo de intensidad media y sobre todo del patológico, que deja
tras de sí un reguero de dolor y caos. Esta persona suele ser recibida y percibida
como alguien de una tremenda espiritualidad y, por ello, para el común de las
personas que se relacionan con ella es muy difícilmente detectable. Es más, se
la suele tener en alta estima, como una guía de lo que debe ser el verdadero
creyente.
Es apasionada al hablar, coloca todo lo que pertenece a la
iglesia y a Dios en un primer plano de sus intereses, y parece incansable en su
trabajo para conseguir aquello que se ha empeñado en lograr. Si alguno de los
miembros de su congregación o grupo da la voz de alarma al tener un primer
encontronazo, o incluso al ser un poco más avispado y darse cuenta de que
algunas cosas no cuadran, le espera una segunda experiencia amarga cuando hable
con algunos de los miembros o incluso responsables sobre lo advertido. Entonces
se dará cuenta que se queda bastante solo en sus apreciaciones. Ello se debe a
que estos otros creyentes suelen estar deslumbrados por la figura y las
palabras de ese sacerdote, pastor o líder, pasando de esta forma a defenderlo
como si el que se ha percatado de que algo no anda bien entrara en el terreno
de la crítica o incluso la calumnia.
Una vez el narcisista está instalado en su lugar de poder y
predominio irá hacia delante en sus propuestas pase lo que pase y caiga quien
caiga. Mientras así lo va haciendo, dará muestras de una supuesta humildad en
donde no faltarán frases como: "yo también soy humano y me equivoco"
o, "si no lo veis así, aquí estoy para prestar oído a vuestras
opiniones". Pero cuando se acude a él para decirle que no se está de
acuerdo con un determinado punto de vista u opción, el narcisista no lo
aceptará y en un primer momento lo expresará con palabras de cierta modestia,
pero si se insiste el tono irá cambiando hasta el extremo de amenazar con
alguna medida disciplinaria en el seno de la congregación. A la par pondrá en
sobreaviso al resto de responsables del grupo para que lo consideren como
peligroso. Con el tiempo algunas otras pasarán por este mismo trance y
seguramente solo les quedará la opción de abandonar la congregación para poner
en salvaguarda a su propia familia, y es posible que con los años ese grupo o
congregación sufra una división, unos permanecerán con el narcisista, son sus
incondicionales, y tantos otros abandonarán el grupo para no volver jamás
quedando muchos de ellos heridos. Se tratará de una experiencia en la que no
faltarán las lágrimas y el desconcierto, por ello es tan importante saber
identificar al narcisista espiritual, ya que además es en los lugares de
liderazgo a donde se sienten especialmente atraídos por su desviación interior.
Sin duda este perfil se debe a una herida por carencia de amor, posiblemente
originada en la más tierna infancia, pero que para poder subsanarla han optado
por el lado más oscuro.
Como bien nos dice Maribel Rodríguez, el narcisista espiritual extremo es prácticamente irrecuperable y muchos especialistas se niegan siquiera a tratarlo, por lo que el peligro de que pueda entrar uno de ellos en los grupos religiosos es muy probable ya que es allí, en los lugares de poder, en donde mejor se sienten.
Todo esto que estoy aquí apuntando está perfectamente
plasmado en este libro, pero tengo que decir que no he tenido que acudir al
mismo como fuente para escribir estas palabras, ya que yo mismo he sido testigo
de una congregación con estas características. También conozco de narcisistas
que están dirigiendo otras comunidades pero estas ya no me son cercanas.
El libro se articula en cuatro capítulos con sus respectivas
subdivisiones, llamándose cada uno de estos capítulos de la siguiente manera:
- Aproximándonos al narcisismo
- El narcisismo espiritual y sus trampas
- Sobreviviendo al narcisismo
- ¿Hay vida más allá del
narcisismo espiritual?
En el primero se nos presenta y describe de forma general el
concepto y a qué nos referimos cuando decimos que alguien es narcisista. La
autora también nos llama la atención al hecho de que en el fondo, o tal vez no
tanto, todos poseemos algo de ello. El problema, sin embargo, no radica aquí,
ya que si es controlado no existe mayor problema, de lo contrario puede llegar
a ser una patología. He aquí una de las claves del libro: la diferenciación
entre un tipo de narcisismo con el cual se convive, ya que es parte de nosotros
-pero al que hay que tener siempre bajo control- y el que llega a controlar a
la misma persona provocando un sufrimiento intenso tanto en ella como en todos
los que la rodean. Este narcisismo patológico se traduce en un ego sobredimensionado,
un concepto de uno mismo irreal y que se percibe como alguien superior al que
no hay que contradecir, todo lo contrario, hay que obedecer.
El segundo capítulo entra a fondo en el tema ya que pasa de
consideraciones generales a las específicas, esto es lo que es propio del
narcisista espiritual. Es muy relevante este capítulo, ya que nos provee de
claves y descripciones para identificar a un narcisista, y de esta forma poder
escapar de sus trampas si nos encontramos con uno. A la vez, debido a la carencia
de luz -y su negativa a abrir los ojos- del narcisista, lo contenido en este
capítulo siempre es una llamada a que el lector se examine a sí mismo, a que
considere si él tiene alguna de estas características.
Pasando al tercero de los capítulos, el mismo es como una
primera parte de un todo que lo formaría con el cuarto. Es ahora cuando la
autora nos brinda una mirada sanadora, tanto para el que intenta sobrevivir a
una de estas experiencias traumáticas, como el proveer claves para hacer que el
propio narcisista pueda salir de su infierno interior. El narcisista vive una
ficción, tiene miedo de reconocer quién realmente es y para ello crea un
personaje casi impenetrable que intentará mantener a toda costa.
En la página 158 Maribel Rodríguez nos dice, citando a su
vez en la parte última a R. Glenn y Darrell Puls, lo siguiente:
En los mundos espirituales y religiosos parece especialmente relevante identificar a estas personas narcisistas y sus comportamientos porque, de no ser identificados, hay más probabilidades de que dañen, contaminen o influyan en que se generen dinámicas que perjudican a quienes les rodean. Por ello es fundamental que los líderes de las instituciones religiosas "sean conscientes de los síntomas de las personas con un trastorno narcisista de la personalidad y actúen como corresponde cuando evalúen a sus pastores o busquen a uno nuevo".
Lo triste de la situación no es ya la realidad de que este
tipo de personas estén dirigiendo congregaciones y las estén dañando de forma
irremisible, sino que libros como el presente serán una especie de clamor desde
el desierto al que no muchas personas prestarán oído, pero a la vez,
precisamente por esto es tan necesario. Las congregaciones sumidas en sus
dinámicas parecen no percatarse o no ser capaces de despertar a la realidad de
que algunos de sus líderes no buscan su bien, ni su madurez espiritual, ni
sanar sus heridas, sino todo lo contrario. Desean poder, preeminencia, control,
humillar cuando haga falta y manipular de forma inmisericorde. Además, cuando
alguien dé la voz de alarma comprobará no únicamente que está solo, sino que
pasa a estar aislado.
Me atrevo a decir que toda aquella persona que desee o sea
propuesta para un cargo de responsabilidad en una congregación o grupo debería
pasar por una evaluación psicológica para saber si está en condiciones de tomar
ese lugar. Pero ya sé que tal propuesta no prosperará, ya que esto parece “muy
poco espiritual” o incluso una especie de afrenta para esa persona. Lástima, ya
que mucho dolor y sufrimiento se ahorraría, pero para todo aquel que ya ha pasado
por este trance o está inmerso en él, para que el mismo no le sea más doloroso,
recomiendo el libro Más allá del
narcisismo espiritual de Maribel Rodríguez por lo claramente que está
presentado este tema, el esfuerzo que realiza la autora para plasmarlo y
descubrirlo, y por la urgente necesidad de que un material como este llegue a
cuantas más personas mejor. Además, viene a llenar ese hueco que apuntaba al
principio demostrando con ello valentía y su interés por ayudar en el
conocimiento de estos hechos. Esto no le quita que tenga además una mirada
compasiva para tantas víctimas que después de salir de este tipo de grupos
pueden sentirse sucias, ingenuas, manipuladas y con una muy baja autoestima por
los abusos recibidos. Por ello recomiendo mucho la lectura del presente libro
y, una vez que el potencial lector lo haga sea capaz de recomendarlo para de
esta forma esclarecer un poco más toda esta dimensión tan oscura y, en no pocas
ocasiones, perversa de la existencia de los narcisistas espirituales y de cómo
los mismos viven entre nosotros.
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