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LA IGLESIA ANGLICANA, ¿PRODUCTO DEL CAPRICHO DE UN REY? - Por Manuel Sonora



Nadie sabe a ciencia cierta quién fundó la iglesia en Inglaterra, pero lo que sí sabemos es que ya por el Siglo III se hablaba de la “Ecclesia Anglicanae” y esto por supuesto fue muchísimo antes de la Reforma. No abundaré en detalles históricos, pero si me interesa que pensemos en algunas cosas que han pasado por alto los que dicen que la iglesia anglicana fue fundada por Enrique VIII. 
En primer lugar el rey Enrique no fundó ninguna iglesia. Él era tan profundamente católico romano como cualquier tapatío. Odiaba con odio jarocho a los protestantes, tanto así que escribió un libro atacando a Lutero y su reforma. Esto le valió que el Papa le concediera el título de “Defensor de la Fe”.  Título que aun llevan los soberanos ingleses aunque la fe ya sea otra. Aunque el rey no le abrió las puertas de Inglaterra a la Inquisición por su antipatía con España, sin embargo sus tribunales mandaron a la hoguera a todos los que predicaban la Reforma en Inglaterra. 

Su separación con Roma no se debió a asuntos de fe, sino de política y de una situación personal. Había sido obligado a casarse con la viuda de su hermano que era mucho más mayor que él y para colmo, española. Pero no fue eso el origen de su rechazo, sino que Catalina de Aragón, que era el nombre de la reina, no le había dado un hijo varón, que era una urgencia para los reyes de aquel tiempo para continuar su linaje en el trono. 

Pero el rey era muy ojo alegre y ya había tenido amores con una hija de Lord Bolena y ahora, nada tonto el rey, se había fijado en la jovencita Ana, que muy astuta le dijo que no habría de “aquellito” si no se casaba con ella. Alentado por la pasión y aprovechando la ocasión para deshacerse del vejestorio de su esposa pidió al Canciller del reino, el Cardenal  Wolsey, que solicitara la anulación del matrimonio a Roma con el pretexto de que su matrimonio no era válido por ser contrario a la ley canónica y a las Escrituras. 

Catalina de Aragón
Por supuesto que el Papa de mil amores le hubiera concedido el capricho sabiendo cómo se las gastaba el rey, pero ¡oh desgracia!, los ejércitos de Carlos V Rey de España y sobrino de Catalina, la susodicha reina, estaban a las puertas del Vaticano y amenazaba con apresar al Papa. Así que no hubo más remedio que negarse a la petición de Enrique. 

El pobre del Cardenal Wolsey regresó con las velas quebradas y por supuesto el rey le quitó todas las prebendas que tenía y puso como canciller a Tomás Moore. Bueno, no faltó quien le dijera al rey que hiciera valer la Carta Magna que establecía que Inglaterra no estaría bajo la autoridad de ningún soberano del continente, incluyendo al soberano pontífice. Ni tardo ni perezoso Enrique se constituyó como cabeza de la Iglesia en Inglaterra y mandó al cadalso a todos aquellos que se opusieron a su nuevo matrimonio. 

Pero en lo religioso no hubo mayor cambio. Por el contrario, Enrique, temiendo que los protestantes se aprovecharan de la situación, promulgó una serie de leyes que reforzaban las doctrinas de Roma, como el celibato obligatorio, la transubstanciación, la misa en latín, etc. Y la única concesión que les dio a los simpatizantes de la Reforma fue el permitir que la Biblia, ahora traducida al inglés, se colocara en todas las parroquias del reino, pero sin ser comentada ni mencionada en la predicación. Como las abadías se habían apropiado gradualmente de las tierras de cultivo y habían acumulado grandes riquezas, él mando disolver todas las órdenes y confiscar los bienes de los monjes y destruir muchos lugares de peregrinación para evitar que los monjes acumularan más dinero. 

Mi pregunta a los que afirman que este señor fundó la Iglesia Anglicana es la siguiente: ¿y el pueblo inglés, si de veras era profundamente católico romano por qué no hizo nada al respecto? Aquí en nuestra patria hubo un conflicto entre el Presidente de la República y la jerarquía de la iglesia y ya sabemos cómo acabó. ¿Sería porque le tenían mucho miedo al rey? 

Bueno, aun en el caso de que no hubieran podido desafiar al rey, este no era eterno. En cuanto cerró sus ojos para siempre el pueblo hubiera exigido el regresar la iglesia a la autoridad papal, sin embargo no sucedió así. Hubo un intento con la Reina María (apodada “Bloody Mary”) quien a sangre y fuego quiso volver a imponer el catolicismo romano en Inglaterra, lográndolo solo mientras vivió. Cosa curiosa, nunca tuvo el apoyo de todo el pueblo británico quien la bautizó con el mote de “María la Sanguinaria” por toda la persecución e intolerancia que reinaron con ella.

María I de Inglaterra
En lo que si son peras o son manzanas el protestantismo se había abierto paso en el reino y una gran cantidad de súbditos ingleses habían abrazado la fe calvinista en secreto. Y la actitud de intolerancia de la última reina había incentivado todavía más al pueblo para rechazar el dominio de Roma. Y para rematar esta situación, los que simpatizaban con la antigua fe, eran los que deseaban la anexión a España, así que eran vistos como traidores a Inglaterra. 

En cuanto subió Isabel –hija del Rey Enrique- al trono de Inglaterra surgió de inmediato la incógnita: ¿Cuál era la religión oficial que iba a profesar tanto la reina como sus súbditos? Recordemos que en aquellos días la fe que profesaban los soberanos por ley tenía que ser la fe del estado y del pueblo. 

El problema era muy grave porque de la decisión de la reina dependería el futuro del reino y podría provocarse una guerra entre católicos y protestantes que daría al traste con la unidad del mismo tan necesaria en esos días en que tanto España como Francia ambicionaban el trono inglés. Así que esta gran mujer tuvo que tomar una decisión sabia que evitó una revolución sangrienta. Proclamó el Acta de Uniformidad en donde se decía claramente que no habría más que una iglesia en donde todos tenían cabida: la Iglesia de Inglaterra –es decir, la Iglesia Anglicana- que tendría los elementos básicos de ambas comuniones de tal manera que tanto católicos como protestantes sintieran que esta iglesia satisfacía plenamente sus necesidades espirituales. Por un lado se preservó la jerarquía que aseguraba la sucesión apostólica, así como los Sacramentos y la liturgia para impartirlos contenida en el Libro de Oración Común compuesto por el arzobispo mártir Cranmer, y que era un compendio en inglés de todos los oficios y ceremonias de la iglesia. Por otra parte, se le daba mucha importancia a la Biblia, enseñada y predicada y se enfatizaba la doctrina de la salvación por la fe, y se suprimieron todas las prácticas supersticiosas que no estaban acordes con el texto sagrado. Se suprimió el celibato obligatorio del clero, se daba la comunión en ambas especies y todo se centró en Cristo. 

Por supuesto no todos quedaron contentos con el así llamado “Arreglo Isabelino” y los católicos romanos extremos animados por una bula papal en donde se desconocía a la reina, y se le ofrecían indulgencias al que la matara, hicieron un complot para deshacerse de ella. Descubierto el plan y decapitados todos los cabecillas incluyendo al embajador de España que era obispo, la situación de los católicos romanos quedó muy difícil porque se les consideraba sospechosos de traición a la corona y fueron privados de muchos de sus derechos como ciudadanos hasta fines del S. XVIII. 

Libro de oración común
Los Puritanos por su parte también presionaron para que la Reforma fuera más de fondo y bajo el liderazgo de Oliver Cromwell lograron años más tarde deshacerse del Rey Carlos I y del Arzobispo Laud, quienes fueron decapitados y se instauró el presbiterianismo como la religión oficial. Pero ahora sí, el pueblo inglés no estuvo de acuerdo y pronto con el arribo de Carlos II al trono se restableció el culto anglicano hasta nuestros días. 

Si me dijeran que Isabel I fue la fundadora del anglicanismo no me ofendería tanto porque, aunque no es verdad completamente, fue en ese período de la historia de Inglaterra que la Iglesia Nacional tomó la personalidad que tiene hasta hoy. Así que, por favor, ya no sigan diciendo que Enrique VIII fundó la Iglesia Anglicana porque eso no es cierto. El anglicanismo como lo conocemos hoy fue el resultado de la Reforma Inglesa que tuvo lugar en los días de Isabel y que poco tiene que ver con la Reforma continental de Martín Lutero.



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Pbro. Manuel Sonora Macías. Socio de la Fundación Carpe Diem Interfe desde su inicio. Sacerdote anglicano, párroco de la Iglesia de San Marcos en Guadalajara desde 2003 hasta 2012.

Ha sido por muchos años profesor del Seminario de San Andrés en la Ciudad de México y fundador del Seminario Diocesano de San Andrés en Guadalajara. Su especialidad es la Homilética y la Liturgia así como la Identidad Anglicana. Ha participado en dos Preparlamentos como uno de los ponentes. Ha sido   miembro del Grupo Ecuménico de la misma ciudad y de los Consejos Interreligiosos de la República.

Es bastante abierto y ha trabajado mucho en favor de la inclusividad de las iglesias cristianas. Ha escrito varios artículos y ensayos en algunas publicaciones tanto religiosas como seculares.

Ha escrito dos libros de meditaciones: Sal de la tierra, luz del mundo, Aceite para tu lámpara Teología para la gente sencilla.

Ha participado en algunos programas de radio y un reportaje por el Canal 7 de Guadalajara. Actualmente trabaja en pro de los derechos humanos de la Comunidad LGBT.




Comentarios

  1. Escaso rigor histórico. Parece más un artículo para entretenimiento que para instrucción.
    Apuntaré solo para evitar crear o alargar un debate que la llamada "vejestorio" tenía 23 años cuando se casa con él (de 18 años).
    Sobran términos que no se incluirían en cualquier trabajo histórico: aquellito, tapatío, jarocho, "para colmo, española",...

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  2. Es un buen relato que puede volar la imaginación sobre el papel de cada uno, así se vio algo similar en equipos de Leon en una obra de teatro

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