Frank Schaeffer podría haber sido el Francis Schaeffer II, ingenio, talento y estilo literario no le faltaban. Sus primeras obras reflejan el espíritu apologético y apasionado de su padre en confrontación con la cultura secular y el humanismo ateo. Addicted to Mediocrity: 20th Century Christians and the Arts (1982), A Time for Anger: The Myth of Neutrality (1982) tuvieron muy buena acogida entre los lectores evangélicos estadounidenses, que veían en ellos la continuidad de la lucha cultural contra la increencia y la sociedad carente de valores bíblicos, iniciada por Francis Schaeffer. Su estilo era combativo, agresivo hasta cierto punto, pero brillante, con un toque de humor cautivador, que ha hecho de él un best-seller en Estados Unidos, aunque ignorado por el mundo evangélico. Este quedó escandalizado por un libro de memorias, donde Frank hace un retrato demoledor de los dos grandes iconos del evangelicalismo: Francis y Edith Schaeffer, sus propios padres. En ese libro de largo título, Loco por Dios: Cómo crecí como uno de los elegidos, ayudé a fundar la derecha religiosa y viví para recuperarlo todo (o casi todo)1, acusa a sus padres de hipocresía. Loco por Dios es una expresión indefinida que se puede entender positiva o negativamente: loco de amor por Dios o loco por causa de Dios. Schaeffer la usa en el segundo sentido. En palabras del propio Frank, sus padres estaban «locos por [culpa de] Dios». Su llamado al ministerio «en realidad los volvió locos, de modo que la religión fue para ellos la fuente de su tragedia». Su padre tenía la convicción aplastante de que Dios lo había «llamado a salvar al mundo» —una carga abrumadora, por eso, sus padres eran «más felices cuando estaban lejos de su labor misionera». En realidad, eran «proselitistas profesionales», su enseñanza era «adoctrinamiento», y no estaba claro si la gente llegaba a la fe o si sus padres les habían «lavado el cerebro» y estaban «bajo el hechizo». Frank llega a decir que, «dejado solo, papá nunca hablaba de teología ni de Dios… Dios y la Biblia eran trabajo». Y era diferente cuando estaba completamente lejos de L'Abri: «Papá nunca bendecía las comidas. Era como si papá y yo hubiéramos acordado secretamente que, lejos de L'Abri, éramos personas seculares». Antes de juzgar estas afirmaciones hay que tener en cuenta que Frank pasa generalmente por alto, o no reflexiona lo suficiente sobre el elemento espiritual o trascendental de la vocación de su padre.
Curiosamente, como escribe con conocimiento de causa Os Guinness, Frank Schaeffer adoraba a su padre, tal como su padre lo adoraba apasionadamente a él. Guinness fue testigo de los dos luchando y jugando tendidos en el suelo de la sala de estar de su chalet, y terminando con un fuerte abrazo. «Sin embargo, ningún crítico o enemigo de Francis Schaeffer ha hecho más daño a la obra de su vida que su hijo Frank»2.
Os Guinness se sintió obligado a testificar a favor de Francis y Edith Schaeffer asegurando eran personas honestas y sinceras, cristianos convencidos de corazón. «Nadie podría estar más lejos de ser un estafador, incluso un estafador involuntario, que Francis y Edith Schaeffer que conocí, con quienes viví y amé»3.
Frank de ningún modo escribió este libro de memorias para denigrar a sus padres o arrojar sobre ellos manchas de sospechas, como pueden dar a entender algunas reseñas indignadas de Crazy for God. El libro tiene 400 páginas y contiene muchas cosas positivas sobre la familia Schaeffer, aunque las que llamen la atención sean las negativas.
«Frank Schaeffer podría estar equivocado en cuanto a la precisión y el equilibrio de sus recuerdos y percepciones de sus padres, pero no parece motivado por el deseo de difamarlos ni desacreditarlos. Su padre tenía mal carácter, experimentó periodos de duda y depresión, fue indulgente y negligente con su hijo, y se dejó presionar por él y otros para que asumiera un papel político y público que anuló gran parte de lo bueno que había hecho anteriormente. Su madre era vanidosa, a veces desdeñosa con su padre, pretenciosa y, en general (a diferencia de su esposo), felizmente inconsciente de sus defectos»4.
A diferencia de Oss Guinness, Betty Smartt Carter considera que a pesar de todas sus vergonzosas revelaciones humanas, Crazy for God en última instancia honra a los Schaeffer, como solo la historia de un hijo podría hacerlo.
«En los años dorados de L'Abri, Francis Schaeffer buscó un cristianismo honesto, auténtico y de mente abierta. Puede que a sus admiradores les incomode enterarse de sus defectos, pero espero que ahora se sienta aliviado de que su hijo nos diga quién era realmente en privado, sin el mandato evangélico ni su propia celebridad resonando tras él como las cadenas de Jacob Marley»5.
Frank escribió el libro siendo ya mayor, 57 años de edad y con muchas experiencias que lo distanciaban bastante de sus experiencias de los primeros años, y uno de los motivos para escribirlo fue la molestia que le casaba que gente tuviera a su padre sobre un pedestal, como si no fuera humano, sino una figura de culto. Ante esta circunstancia, se propuso «rescatar la figura de su padre de mucha gente que lo adoraba». Hay una revelación sorprendente, a saber, los repetidos intentos de su padre por suicidarse, que hoy sabemos es más común de lo que podíamos imaginar6.
«A veces —escribe—, papá me abrazaba y me decía: “Sabes, tengo ganas de suicidarme, Frank. Pero la vida es muy dura, sin embargo voy a seguir contigo, y una de las razones es porque te quiero de verdad”, y lo decía en serio. Así que, de hecho, me hizo querer aferrarme a la fe porque sentía que mi padre intentaba superar lo que en realidad era un caso grave de depresión, aunque en ese momento no sabía lo que era, porque nos quería. Y para mí, ese fue un gran ejemplo de fortaleza, y quiero mucho a mi papá por ello»7.
Aparentemente todo fue bien entre Frank y sus padres durante muchos años, colaborando con ellos, escribiendo en la misma línea teológica y espiritual, e incluso animando a su padre a involucrarse más en la política del momento desde un punto de vista bíblico. ¿Qué le llevó, pues, a revelar algunos aspectos nada edificantes sobre sus padres, y, posteriormente, a renegar de todo lo que una vez habría abrazado, sin una crisis aparente? Al parecer la cosa venía desde la infancia. En una entrevista concedida a Adam Omelianchuk, Frank confiesa que L'Abri, el centro misionero fundado por sus padres, donde nació en 1952, fue un lugar difícil para crecer, «porque si bien mis padres tenían una política de puertas abiertas y una generosidad tremenda, eran como tantos padres muy motivados, ambiciosos y con carreras profesionales de alto nivel». Su escuela fue su propia casa, donde sus padres le educaron según sus propias ideas. Es de destacar la anécdota, muy relevante, de lo que esto supuso:
«No podría haber nombrado ninguna capital de estado [de EE. UU.], pero podría haberles contado todo sobre la tribu de Dan y lo que sucedió entre Jacob y Esaú. Así que, hablando del conocimiento especializado de una infancia fundamentalista, en esencia, vives en un universo paralelo de la Biblia, no solo de enseñanzas, sino también de geografía bíblica, nombres bíblicos, lugares y todo lo demás [...] Cuando a eso le sumas que esperábamos a diario el regreso de Cristo y el Rapto, y que veíamos cualquier evento en Oriente Medio en relación con Israel, o el establecimiento del estado de Israel como el principio del fin de los tiempos y el cumplimiento de la profecía, de niño, simplemente lo aceptas, pero en cierto momento de tu vida, miras hacia arriba y dices: ¡Esto es realmente raro! ¿Qué demonios tenían en mente mis padres al criarme en este entorno?»8
A pesar de todo Frank llegó a vida adulta siguiendo la estela de su padre e incluso añadiendo un toque de agresividad contra demócratas, ateos, humanistas y liberales, como prueba de una ira santa y justa contra los enemigos de Dios. En Crazy for God (Loco por Dios) describe su papel protagonista en la creación de la derecha cristiana con una cruzada contra el aborto como tema o motivo político. Enseguida vino la creación de la Mayoría Moral fundada por Jerry Falwell, y unos pocos años después la fulgurante ruptura de Frank con su pasado. Primero, de un modo suave, fue su paso o conversión a la Iglesia Ortodoxa Griega, que llamó mucho la atención y a la que yo mismo presté atención en uno de mis primeros libros9, y a la que se ha mantenido fiel hasta hoy día10; después vino su explosión de ira contra la derecha religiosa.
«Lo que empezó a molestarme fue que muchos de nuestros nuevos “amigos” de la derecha religiosa parecían estar apoyando una u otra forma de apocalipsis. En su forma más cruda, esto formaba parte de la fascinación evangélica con el llamado fin de los tiempos. Cuanto peor se ponía la situación, más pronto regresaría Jesús. Pero había otro componente. Cuanto peor se ponía todo, más se demostraba que América necesitaba ser salvada, ¡por nosotros! Además, era bueno para la recaudación de fondos»11.
Durante su tiempo de activismo político Frank se reunió con el congresista Jack Kemp y los presidentes Ford, Reagan y Bush padre, cuando se consumaba gradualmente el matrimonio impío entre el Partido Republicano y la comunidad «próvida» contaminada por el Reconstruccionista Evangélico. Frank viajaba en el jet privado de Jerry Falwell, codeándose con figuras evangélicas de renombre como Pat Robertson, James Dobson y Billy Graham. Durante la década de 1980, podía ganar más dinero con una sola venta de libros tras impartir un seminario a 15 000 personas que lo que gana ahora en un año, afirma12.
«Nadie parecía notar (o importarle) que los republicanos en realidad no estaban haciendo nada sobre el aborto más allá de hablar de ello con los votantes. Y hacia mediados y fines de la década de 1980 la causa cambió: los evangélicos decíamos de palabra hay que “detener el aborto”, pero el verdadero problema era mantener a los republicanos en el poder y a los líderes evangélicos en el círculo de autocomplacencia que supone tener acceso al poder. Treinta años después, a principios del siglo XXI, los mensajeros, los líderes y los problemas cotidianos cambiaron. Por ejemplo, antes nos apuntábamos a quitarle a la mujer el derecho a elegir. Hoy se trata de atacar a los homosexuales y negar el cambio climático, y ahora la amenaza abiertamente racista del movimiento anti-inmigrante forma parte de la reacción al hombre negro en la Casa Blanca»13.
Así es como Frank dejó de ser un socio colaborador de la derecha para convertirse en su enemigo más vehemente. De manera que a partir de ese momento, «repudia la política conservadora tanto como repudia la teología evangélica y a los evangélicos. Los cristianos conservadores son intolerantes porque se oponen al matrimonio igualitario y a las prácticas homosexuales. Son teócratas peligrosos porque quieren imponer sus valores cristianos a todo el país. El hombre que produjo Whatever Happened to the Human Race? (¿Qué pasó con la raza humana?), una película que denuncia la pérdida de la dignidad humana a causa de la legalización del aborto, y apoyó a Barack Obama, un candidato proabortista, para la presidencia»14. No tiene nada de extraño, pues, que a los ojos de millones de evangélicos sea «un príncipe descarriado y traidor»15. Según confesión propia, recibió muchos correos personales acusándole de estar a favor del infanticidio, y eso sin mencionar algunas de las cosas racistas indignantes porque había apoyado a un hombre negro16.
Hay que recordar que Obama fue quien hizo lo que ningún presidente había hecho, conseguir algo que ni Roosevelt ni Truman ni Clinton fueron capaces de aprobar, a saber, la primera ley de sanidad universal de la historia de Estados Unidos. Esto fue lo que precisamente atrajo a Frank Schaeffer.
Sexo, mamá y Dios
Su segundo libro de memorias, con la misma preferencia por títulos largos: Sex, Mom, & God: How the Bible’s Strange Take on Sex Led to Crazy Politics —and How I Learned to Love Women (and Jesus) Anyway (Sexo, mamá y Dios: Cómo la extraña interpretación bíblica del sexo condujo a una política descabellada y cómo aprendí a amar a las mujeres (y a Jesús) de todos modos). En esta obra Frank describe la influencia central que ve en los fundamentalismos de todo el mundo, ya sean cristianos, islámicos, judíos o de cualquier otro tipo: un odio a las mujeres —y al sexo— guiado por el miedo. Expone argumentos convincentes a favor de, como él mismo dice, una «conexión indirecta pero mortal entre los proveedores de hojas de parra “intelectuales” y trastornos periódicos como la reacción a veces violenta de la derecha estadounidense excéntrica a la elección de personas como Barack Obama»17.
Frank adoraba a su bella madre, pero la caracteriza como una especie de megalómana espiritual y muy devota de su brillante padre, con todo, ella fue «la mayor ilustración de la belleza divina que he conocido». Frank es puritanamente franco en exponer también sus propias vergüenzas, y así confiesa una adolescencia obsesivamente lujuriosa, condenado por la Biblia; en su defensa alega que estaba deformado por la violencia de la Biblia y sus inconfundibles panfletos antifemeninos. Su madre, dice, «una persona mucho más agradable que su Dios». Le cuesta entender que alguien que amaba la vida y la alta costura en prácticamente la misma medida también fuera responsable de tratados tan serviles como The Hidden Art of Homemaking (El arte oculto de ser ama de casa).
Para Frank Schaeffer la esencia misma del mejor mensaje religioso universal, es decir, la redención mediante el altruismo, la esperanza y el amor, exige un repudio nuevo y valiente de las partes de los libros y tradiciones sagrados —ya sean judíos, cristianos, musulmanes o de otras religiones— que nos traen mensajes de odio, exclusión, racismo, ignorancia, misoginia, homofobia, tribalismo y miedo.
«Para encontrar alguna verdad espiritual en los libros sagrados de cualquier religión, debemos procesarlos mentalmente a la luz que Dios ha puesto en cada uno de nosotros. Aquellos que desean vivir como cristianos, judíos, musulmanes, agnósticos o ateos siguiendo el humilde hilo de lo que llamaré incertidumbre divina, en oposición a aquellos que desean forzar a otros a ser como ellos usando el cristianismo, el judaísmo, el islam o el secularismo doctrinario como arma, deben pasar de la fe incuestionable en sus libros, la Biblia, el Corán, la Torá (o la ciencia), a un mensaje de trascendencia que afirme la vida»18.
De nuevo, en este libro de confesiones, busca descargar su conciencia con el fin político de contener y revertir el mal que la derecha estadounidense le está haciendo a nuestra sociedad. «Tengo la intención de enojar a todo conservador religioso, homofóbico, misógino y/o neoconservador imperialista que apoya la construcción de nuestro imperio y que está atrapado en la camisa de fuerza ideológica que yo solía usar con tanto orgullo».
Ateo y creyente
Why I Am an Atheist Who Believes in God. How to Give Love, Create Beauty and Find Peace (Por qué soy un ateo que cree en Dios. Cómo dar amor, crear belleza y encontrar la paz) es el último libro de confesiones de Frank Schaeffer, hasta donde tengo noticias. Es un libro paradójico de alguien que se declara ateo y al mismo tiempo cree en Dios, a quien se dirige en oración cada día y asiste a la iglesia cada domingo.
«No siempre creo, y mucho menos sé, si Dios existe — escribe— Tampoco siempre sé si él, ella o eso no existe, aunque hay largos periodos en mi vida en los que parece que Dios nunca existió. Lo que sé es que veo al Creador en Jesús o en ninguna parte. Lo que sé es que veo a Jesús en el amor de mis hijos y nietos. Lo que sé es que redescubro la esperanza una y otra vez a través del amor de Genie [su esposa]. Lo que sé es que a veces algo demasiado bueno para ser verdad, es verdad».
Frank no juega con las palabras ni propone una deconstrucción de la teología, ni siquiera una anti-teología, más bien explora lo que podría llamar un transteísmo, ofreciéndonos prácticas, un vocabulario y una cosmovisión que nos llevan mucho más allá de la creencia hacia una experiencia profundamente humana, y sin embargo, inexplicablemente trascendente.
«La mayoría de la gente no quiere vivir únicamente según hechos materiales estrictamente definidos. La mayoría de nosotros intentamos orientar nuestro proceso evolutivo como primates humanos según criterios éticos no materiales. Imponemos estándares que no provienen de la naturaleza. La naturaleza es cruel, pero intentamos no serlo. Procesamos a personas por crímenes de guerra que no son más destructivos que lo que ocurre a diario en el caldero turbulento de la vida, donde todo se devora y donde la muerte es la única incubadora de vida. Consideramos que el asesinato es incorrecto, aunque sea lo más natural del mundo. Hemos decidido dejar que un ideal utópico imaginario, un futuro Edén, por así decirlo, rija nuestro presente, a pesar de ser una elección espiritual, no basada en un universo material, que contradice la selección natural. Imponemos al universo material una ética que solo existe en nuestras cabezas. Somos parte de la naturaleza, pero hemos decidido ser mejores que ella. No habría juicios por crímenes de guerra si nuestro yo éticamente evolucionado no cuestionara el propio método de la evolución»19.
Schaeffer traza una línea muy clara entre seguir a Jesús, a quien ve como amoroso, indulgente y tolerante, y seguir la Biblia, un libro que condena por ser principalmente duro y vengativo. Aunque se dirige a un amplio espectro de lectores, tiene en mente principalmente a los jóvenes evangélicos con un propósito muy determinado. «Uno de mis objetivos es desvincularlos de su lealtad a la Biblia como algo que siguen en lugar de su conciencia o, irónicamente, el ejemplo de Jesús. Quiero presentarles a los evangélicos jóvenes la idea de que deben recalibrar su lealtad. Pueden vivir según la Biblia o vivir según Jesús. No pueden hacer ambas cosas»20.
En respuesta a una pregunta sobre sobre las similitudes con los Nuevos Ateos,
y su libro Patience with God21, Frank respondió:
«Los Nuevos Ateos contraponen las afirmaciones literales de la religión con las suyas. En ese sentido, los Nuevos Ateos resultan ser fundamentalistas seculares que discuten con fundamentalistas religiosos. En mi opinión, los contendientes seculares y religiosos parecen pasar por alto la realidad de nuestra condición actual: somos motas en un planeta diminuto; y nuestro concepto de verdad, tiempo y espacio está relacionado con nuestra perspectiva limitada. Me parece que el posmodernismo posee un sano escepticismo cuando se trata de grandes teorías. La verdad, si bien no solo está “en el ojo del observador”, siempre se ve a través de un filtro opaco. Cualquier solución que adoptemos debe ser a escala humana y reflejar algo de las paradojas que encontramos en la vida real»22.
Cuando se le pregunta por qué todavía va a la iglesia los domingos, en un santuario ortodoxo griego cerca de su casa, a las afueras de Boston, responde que por el sentido de comunidad que encuentra allí. «Aquí es donde mi nieta de 5 años es la mejor amiga de una mujer de 98 años. ¿Dónde más va a pasar esto?»
Notas
1 Frank Schaeffer, Crazy for God: How I Grew Up as One of the Elect, Helped Found the Religious Right, and Lived to Take All (or Almost All) of It Back. Carroll & Graf, Nueva York 2007.
2 Os Guinness, Fathers & Sons: Francis Schaeffer and Frank Schaeffer’s “Crazy for God”, https://www.booksandculture.com/articles/2008/marapr/1.32.html
3 Os Guinness, Fathers & Sons.
4 William H. Smith, Crazy for God, https://www.modernreformation.org/resources/articles/crazy-for-god-how-i-grew-up-as-one-of-the-elect-helped-found-the-religious-right-and-lived-to-take-all-or-almost-all-of-it-back-by-frank-schaeffer
5 Betty Smartt Carter, Son of a Preacher Man, https://www.booksandculture.com/articles/2008/janfeb/1.14.html
6 Véase el informe Barna: Los pastores también lidian con pensamientos de suicidio y autolesión, https://www.pensamientoprotestante.com/2025/08/los-pastores-tambien-lidian-con.html
7 Terry Gross, Pro-Life and in Favor of Keeping Abortion Legal, https://www.npr.org/transcripts/97998654
8 Adam Omelianchuk, Frank Schaeffer Cannot Forgive Himself for the Religious Right, https://firstthings.com/frank-schaeffer-cannot-forgive-himself-for-the-religious-right/
Es necesario aclarar a partir de los 10 años fue a internados privados británicos.
9 A. Ropero, La renovación de la fe en la unidad de la Iglesia. CLIE, Barcelona 1995.
10 Frank Schaeffer, Dancing Alone. The Quest for Orthodox Faith in the Age of False Religions. Holy Cross Orthodox Press 1995.
11 Frank Schaeffer, My horrible right-wing past: Confessions of a one-time religious right icon, https://www.salon.com/2014/12/24/my_horrible_right_wing_past_confessions_of_a_one_time_religious_right_icon/
12 Micah Danney, Religious Right Defector Frank Schaeffer Takes on Pro-Trump Evangelicals and Abortion Alike, https://www.newsweek.com/religious-right-defector-frank-schaeffer-takes-pro-trump-evangelicals-abortion-alike-1488650
13 Frank Schaeffer, My horrible right-wing past
14 Douglas Groothuis, Frank Schaeffer: Still the Enfant Terrible, Christian Research Journal, 38 (2015).
15 Mark Oppenheimer, Son of Evangelical Royalty Turns His Back, and Tells the Tale, https://www.nytimes.com/2011/08/20/us/20beliefs.html
16 Terry Gross, Pro-Life and in Favor of Keeping Abortion Legal, https://www.npr.org/transcripts/97998654
17 Frank Schaeffer, Sex, Mom, & God, p. 174. DaCapo Press, Philadelphia 2011.
18 Frank Schaeffer, Sex, Mom, & God, p. 210. DaCapo Press, Philadelphia 2011.
19 Frank Schaeffer, Why I Am an Atheist Who Believes in God, p. 12
20 Frank Schaeffer, Former Evangelical Leader, Is A Self-Declared Atheist Who Believes In God, https://www.huffpost.com/entry/frank-schaeffer-atheist_n_5489696
21 Frank Schaeffer, Patience with God: Faith for People Who Don’t Like Religion (or Atheism). Da Capo Press, 2009.
22 Steve Rabey, Frank Schaeffer on Atheists, Celebrity Worship and Youth Workers, https://www.youthworker.com/frank-schaeffer-on-atheists-celebrity-worship-and-youth-workers/
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Alfonso Ropero, historiador y teólogo, es doctor en Filosofía (Sant Alcuin University College, Oxford Term, Inglaterra) y máster en Teología por el CEIBI. Es autor de, entre otros libros, Filosofía y cristianismo, Introducción a la filosofía, Historia general del cristianismo (con John Fletcher), Mártires y perseguidores y La vida del cristiano centrada en Cristo.
Excelente par de artículos que dibuja la compleja personalidad de Schaeffer y familia. Una dosis necesaria para combatir al fundamentalismo evangélico que tanto daño ha hecho a la sociedad, a la iglesia y a la misión cristiana.
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