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Recuperar la humanidad para entretejer esperanza de pueblo de Dios en El Salvador | Héctor Antonio Fernández Espino


San Salvador, El Salvador, Centroamérica 3 de junio 2025.

“Si sientes dolor, estás vivo. Sientes el dolor de otro, eres un ser humano”.

Estamos actualmente en una realidad mundial que se opone y niega la vida. El genocidio en Palestina y las amenazas de un conflicto internacional en Europa son parte de un escenario, a todas luces, antihumano y anti evangélico. En esa realidad, todas las fuerzas contrarias a la vida humana y de todos los seres vivientes se unen en un mismo entramado que promueve, difunde y alienta el asesinato y la supresión, negación y anulación de los principios y valores humanos, cristianos. Todo se vale para defender proyectos de muerte y políticas contrarias a la vida. Se intenta descartar, anular, desprestigiar las iniciativas, los esfuerzos por vivir vidas plenas, justas, dignas. Ser alguien que defiende los principios democráticos, que promueve la vida digna y plena, que defiende los derechos humanos, es ahora un enorme riesgo para ser criminalizado, estigmatizado, excluido, anulado. Miles de personas refugiadas por las guerras o por crisis económica, persecución política o por desalojos de sus tierras, sus territorios. Miles de personas asesinadas por conflictos armados. Millones de personas sufren hambre. ¿Cuál es el destino de los seres humanos?
Ante tanta abominación y barbarie contra los seres humanos, las voces y acciones de instancias internacionales como la ONU son tibias, convenencieras, sumisas a esa hegemonía global que se da a conocer mediante planes, proyectos y acciones que producen dolor y muerte.

Las voces de las iglesias, de sus estructuras en el ámbito internacional y local son “suaves” conciliadoras, sin identidad específica, clara y definida con el proyecto de vida del Jesús de la historia, no se evidencia una estructura eclesial fuerte, definida con el proyecto de vida de Dios para denunciar el pecado y anunciar la buena nueva. Hay algunas excepciones, pero estas son más a título personal que de estructura eclesial. Las estructuras eclesiales, por no estar identificadas plenamente con los sufrimientos de las poblaciones y acompañar a los que más sufren, están debilitadas. Muchas personas, en su búsqueda de Dios, han caído en las propuestas fundamentalistas. Para una gran parte de estas personas, las estructuras eclesiales tradicionales, han perdido credibilidad. Por el momento, la esperanza está situada en las multitudes inorgánicas, sin estructura eclesial, pero con carácter firme de fe en el proyecto de vida plena e incluyente de Jesús. Aquellos que intentan vivir a la manera diaconal de Jesús.
Ese escenario mundial se replica en escenarios locales en los cuales nos toca medio vivir e intentar contribuir en el avance del proyecto de vida de Jesús.

En esta realidad tan dolorosa debemos recordar que el Dios de la biblia es un Dios apasionado que demuestra tristeza, angustia, dolor y alegría por su pueblo. Se indigna ante la injusticia y celebra las acciones justas.
En Génesis 1.27 y en el libro del Éxodo podemos constatar que Dios escucha el dolor y clamor de su pueblo y acude; allí podemos evidenciar un Dios sensible, que, al crear al ser humano, lo hace a su imagen y semejanza, dotándole de sentimientos. Un dios que reprocha todo aquello que produce dolor a su pueblo, tanto, que lo acompaña en su proceso de liberación. Y le otorga dignidad a su creación al crearla a su imagen.

“Según recoge el Libro del Génesis, el hombre ha sido hecho a imagen de Dios. Entre otras cosas, esta importante expresión permite establecer una analogía entre lo divino y lo humano. Lo humano, por ser imagen, refleja en el mundo visible lo que Dios es. En este sentido, la Biblia usa profusamente los sentimientos humanos para mostrar el rostro de Dios (de ternura hacia su pueblo, pero también de ira frente al pecado). Los hombres más cercanos a Dios están convencidos de sus entrañas de misericordia.”[1]

En la palabra y la acción de Jesús, se nos da a conocer la manera tan profunda en la que el sufrimiento de los seres humanos afecta a Dios, por ejemplo, en la enseñanza de Jesús acerca del reino, en Mateo 25. 40 “si maltratas al prójimo a mí me lo haces.”
Cuando muere Lázaro, vemos a un Jesús conmovido, triste, un Jesús llorando.
“Al ver Jesús a María llorando y a los judíos que la acompañaban llorando, se estremeció por dentro y dijo muy agitado - ¿Dónde lo habéis puesto? Le dicen -Señor, ven a ver Jesús se echó a llorar”[2].
En la realidad salvadoreña se experimenta un proyecto de dominación local con alianzas internacionales, con los poderes del ámbito internacional que se coluden para negar, anular, todo lo que pretenda estar al servicio de la vida plena. Extiende su ámbito de dominación mediante el terror de un régimen de excepción permanente, el cual se apoya en el sistema de márquetin digital para propagarse y ganar adeptos incondicionales. Este avance del proyecto de muerte es tal que nos encontramos con seres humanos que han perdido o están perdiendo la capacidad humana de “sentir”. El fanatismo las ha vuelto ciegas, sordas y mudas ante los atentados a la dignidad de la vida y el bien común y fanatizados y desorientados, contribuyen con sus palabras y actitudes a la promoción del sufrimiento, el dolor de muchas personas que intentan desarrollar vidas y sus acciones a la manera de Jesús, sintiendo y siendo parte de la defensa de la vida.

Estamos experimentando en nuestra sociedad mucho dolor, personas que defienden la dignidad humana mediante la promoción y defensa de los derechos humanos están experimentando
Situaciones persecución, difamación y cárcel. Personas que viven en comunidades rurales experimentan situaciones preocupantes por el despojo de sus tierras y la instalación de proyectos de minería metálica.
Muchas personas se refugian, autoexilian, atemorizadas, calladas, con mucha zozobra. Se preguntan: ¿Qué les espera el día siguiente? No hay posibilidad de proyectar y planear más allá del día a día, cuando el futuro es tan incierto y el horizonte tan nublado y gris. Se intenta vivir al día.
En El Salvador 2025, sentir con la iglesia, a la manera de monseñor Romero, es de suma importancia en la misión del cristiano, y esa misión, sabemos, únicamente será auténtica, si es coincidente con la misión de Jesús. Y en ese sentido es necesario volver a preguntarnos, ¿cuál fue la misión de Jesús? Y nos vuelve la respuesta histórica que encontramos de Jesús en Mateo 5, el sermón del monte, o lo que algunos teólogos denominan la constitución del nuevo pueblo de Dios.

Hoy, como en otros tiempos de nuestra historia, necesitamos los milagros de Jesús, que los sordos oigan, que los ciegos vean, que los cojos anden, que los leprosos sean limpiados y que a los pobres se les anuncie la buena noticia. Mateo 11. 5 y 6. Eso es la tarea histórica, urgente e indispensable de las seguidoras y seguidores del Jesús histórico y del Jesús de la fe.
A pesar de los ahogamientos económicos y financieros, las amenazas, penumbras y sombras del proyecto de muerte, la fuerza histórica de los empobrecidos por el sistema nuevamente intenta, todavía tímidamente y sin estructura orgánica, hacer oír su voz. La presencia del pueblo de Dios nuevamente intenta surgir para defender sus aspiraciones para vivir una vida digna y justa. Aunque sea desde espacios reducidos, los empobrecidos por el sistema van abriéndose paso, no es nada fácil porque se ciernen sobre ellos muchas amenazas.

 La dinámica que pueden desarrollar la práctica y la enseñanza de los valores del reino de Dios puede ser hoy nuevamente levadura en la masa. El sentir el dolor del otro, de la otra debe superar etapas, no basta con lamentarse y agachar la cabeza en actitud de sumisión, es necesario que el pueblo de Dios sea levadura en la masa para avanzar y superar situaciones que provocan demasiado sufrimiento en amplios sectores de la población salvadoreña.
Es necesario ver que, entre las hijas y los hijos del Dios de la historia, se mantiene, surge nueva y tímidamente la esperanza para proporcionar nuevamente sentido, astucia y entrega para superar el sistema del proyecto de muerte y sus métodos y formas que producen hoy nuevas víctimas por las injusticias actuales.

En este momento histórico, es crucial la solidaridad local e internacional. Sentirnos acompañados y ser compañía. Ejercer la diaconía de acompañamiento y solidaridad en todas las formas posibles e imaginar nuevas formas. Hacer realidad que somos hermanos, hermanas, compañeras y compañeros “del camino” con Jesús de Nazaret. Las palabras y acciones solidarias de hermanas y hermanos en cualquier parte del mundo tienen actualmente importancia fundamental. Caminar juntas y juntos, compartir los sufrimientos, las frustraciones, y los pequeños avances del reino es más que necesario. La esperanza está viva y activa, es necesario fortalecerla, expandirla.
La mentira y el engaño están, poco a poco, a paso lento perdiendo terreno. Las voces que claman justicia y respeto, aquellas que se acogen y se amparan como polluelos bajo las alas del Dios de la vida, saben y están conscientes de que, en las manos del Dios de Jesús, el Dios de la historia está el futuro definitivo.



Notas
1.  Lorda, J. L. (2001). Los sentimientos humanos vistos desde la fe cristiana. Scripta Theologica, 33, 495-509. https://doi.org/10.15581/006.33.12841
2.  Biblia del peregrino. Nuevo Testamento. Edición de estudio. Luis Alonso Schökel.




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Héctor Antonio Fernández Espino.
Teólogo. Investigador y profesor universitario.






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