Génesis. Creación, Edén y diluvio. ¿Qué trata de decir la Biblia? Marcelo Wall, Clie, 2023, 303 páginas.
Debo confesar que cuando el presente libro llegó a mis manos, no era precisamente entusiasmo lo que me sobraba para abordar su lectura. Pensé que se trataba del enésimo escrito que iba a tratar de si los días del Génesis eran literales o no, de por qué la teoría de la evolución no encaja bien en los relatos de la creación del primer libro del Pentateuco, o de cómo pudieron entrar todas las especies de animales en el arca de Noé.
Para un tipo de cristianismo, las anteriores cuestiones son vitales y llegan hasta la posición suicida de hacer depender toda la veracidad escritural de si estos relatos del Génesis son literales o no. Para ellos, si no existe tal literalidad, la Biblia no es fiable, la inspiración se cae y el cristianismo pasa a ser una religión falsa. El diálogo con la ciencia, consecuentemente, se vuelve imposible y la inspiración bíblica es una especie de monolito que cayó de otro planeta a la tierra sin dependencia alguna de su contexto histórico y cultural.
Afortunadamente, mi idea de lo que me iba a encontrar en este libro no fue la correcta. Lo que el autor propone para este primer libro del Pentateuco -en concreto para sus primeros once capítulos- es que solo pueden ser bien comprendidos cuando se los compara con y se conoce el contexto cultural antiguo en el cual vieron la luz. Cuando esta comparación se lleva a cabo con la información que nos ha llegado, se pone de manifiesto que existen unos patrones generales compartidos, un uso de un vocabulario afín, y la utilización de imágenes e incluso relatos similares.
Una vez que el autor establece estas relaciones, pasa a considerar lo singular de los pasajes bíblicos, ya que si bien estos toman de un patrón común, el autor/redactor los llena de un contenido diferente y nuevo y lo amolda a una teología monoteísta. Vehiculan así la fe hebrea despojada de cualquier atisbo de paganismo, de politeísmo, con un mensaje diferenciado y rico en significado.
Para llevar a cabo su labor, el autor divide su obra en una introducción y diez capítulos con una serie de anexos finales. El primer capítulo se titula «¿Está todo clarito en Génesis?» y presenta las diferentes aproximaciones que ha tenido el relato de la creación de Génesis 1. Así, el capítulo segundo está dedicado a Génesis 1; el capítulo tercero a Génesis 2 y 3; el capítulo cuarto al diluvio; el quinto a la creación y destrucción en el Antiguo Testamento; el sexto a la creación y destrucción en el Nuevo Testamento; el séptimo al problema de la evolución; el octavo al Adán histórico; el noveno a la fe y la ciencia, y el décimo al mensaje del Génesis.
Debemos tener presente que aquellos que postulan una interpretación literalista de los once primeros capítulos del Génesis, y hacen depender a su vez de ello toda la credibilidad bíblica, la acción que realizan es tirarse de cabeza a arenas movedizas e intentar nadar en ellas. El que un texto pueda ser entendido de forma distinta no significa que su contenido sea ficticio o que esté lleno de errores. Por el contrario, el redactor de estos capítulos tomó de un material que le había llegado a través de la tradición oral de su pueblo y lo organizó con base a un propósito. Además, precisamente cuando se entiende siguiendo los parámetros culturales de su tiempo es que el texto bíblico ofrece toda su riqueza y se comprende qué es lo que originalmente quiso transmitir Dios con él. Es esto lo realmente destacable del libro de Marcelo Wall, lo cual lleva a cabo de forma muy destacable y con resultados óptimos.
Con sumo respeto por aquellos que tal vez nunca han enfocado el estudio del libro del Génesis desde esta perspectiva, el autor pretende que no se cierren en banda y que sean capaces de comprender que un tipo de lenguaje no agota toda la realidad humana, y mucho menos la de Dios. Solo así es que también el diálogo entre la ciencia y fe es posible y no porque esta última haya capitulado ante la primera, sino porque ha tomado el lugar que le corresponde, el cual nunca debió abandonar.
La Biblia no es un libro científico, sino de fe, es sin error en tanto en cuanto contiene un mensaje de salvación centrado en la gracia y en Jesús como el Hijo de Dios. Pero comparte con el resto de la literatura antigua un lugar en el espacio y en el tiempo que la hace depender, como no podría ser de otra forma, de la cultura de cada momento. Marcelo Wall usa abundantes ejemplos para demostrar e ilustrar esto.
Una lectura muy recomendable y enriquecedora por lo ya apuntado, y para algunos puede ser un antes y un después en su comprensión del primer libro del canon bíblico.
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