De vez en
cuando aparece algún artículo o libro en donde se trata el increíble aumento
que experimentó el cristianismo en tiempos de Constantino, y se explica como
resultado de una fuerte represión y persecución de todo lo pagano. Debemos
tener presente que cuando Constantino subió al trono de Roma en el 312 d. C. el
tanto por ciento de cristianos en el imperio se calcula en aproximadamente un
15, esto es unos 9 millones. Cuando falleció 25 años después ya eran más de la
tercera parte de todo el imperio y el número seguiría aumentando en años posteriores.
Este crecimiento fue sin duda espectacular.
No sería
hasta la Ilustración que para dar razón de este éxito se recurrió al argumento
de que había sido consecuencia de la gran intolerancia de los cristianos ante
lo pagano, apoyados por Constantino y los sucesivos emperadores cristianos. De
esta forma, se habría producido una encarnizada persecución. Los paganos por su
parte, eran tolerantes y apacibles y si se apuntaba a que estos habían
perseguido con anterioridad a los cristianos, el mismo Voltaire contestaba que
sí, pero que habían sido secundarias, sin mucha importancia y de poco alcance.
Sencillamente estas persecuciones habían sido sobredimensionadas.
A partir de
entonces esta opinión ha sido muy seguida, aceptada. Es más, se vio al
paganismo como educado, tolerante y culto; al cristianismo como todo lo
contrario.
Pero la
realidad es que en el tiempo de Constantino los cristianos y los paganos
pudieron convivir con relativa paz y los ataques de cristianos a paganos fueron
pocos... dándose también en la dirección contraria. Además tenemos en el Código
de Justiniano -cuya segunda versión es del 534- lo siguiente: «Mandamos
especialmente a aquellas personas que son sinceramente cristianas, o que tienen
fama de serlo, que no deberían abusar de la autoridad de la religión y
atreverse a poner violentamente las manos sobre los judíos y paganos que llevan
una vida tranquila y no emprenden ninguna acción desordenada y contraria a la
ley».
Realmente el
paganismo no desapareció de repente, sino que lo hizo de forma gradual y esto
con matices, ya que incluso en algunas grandes ciudades del imperio en las
prácticas religiosas se daba una mezcla de paganismo y cristianismo.
Lo que
realmente da razón a esta extensión creciente del cristianismo fue tanto su
propuesta social como la doctrinal. Social en el sentido de que ahora la
persona pertenecía a una comunidad en donde existía una relación real y en
donde se ayudaban mutuamente. Se daba una verdadera hermandad entre sus
miembros, que se traducía en el auxilio práctico, en el apoyo material y
psicológico. Eran una familia, algo desconocido en la religiosidad pagana. Para
esta todo trataba y se centraba en la asistencia al templo, en realizar ofrendas
y poco más. Doctrinal porque tenían unas enseñanzas y un concepto de Dios más
atractivas y superiores que la de sus vecinos paganos. Los dioses paganos no
eran fiables, con frecuencia inmorales, limitados y alejados. Realmente la
existencia de las personas no les interesaba, ellos estaban a lo suyo y al ser
humano le tocaba padecer sus designios a menudo caprichosos. El cristianismo
por su parte presentaba a un Dios cercano, es más, que se había encarnado para
socorrer al ser humano, hasta tal punto se preocupaba por las personas. Además
era fiable, amante, moral, digno de confianza y todopoderoso. Las diferencias
eran enormes y la superioridad del cristianismo, una vez más, claramente
manifiesta. Por si fuera poco, este ofrecía una forma sencilla de salvación y
además universal, esto es para todos. Esta salvación conllevaba una visión
grandiosa de la otra vida. El ahora creyente se llenaba de esperanza viviendo
una vida totalmente renovada gracias a una experiencia personal.
El
cristianismo ya tenía su propia historia antes de Constantino, y si bien es
cierto que hubo conversiones verdaderas en este tiempo en otros casos la
aceptación del cristianismo solo significó un cambio externo y para otros fue
solo oportunismo para así tener más ventajas sociales y laborales. Esto nos
lleva a tumbar otra falsedad como es que el cristianismo triunfó gracias a
Constantino. Este emperador no ilegalizó el paganismo ni aceptó la persecución
de aquellos que no eran cristianos, otra cosa es que favoreciera el
cristianismo. No podemos dejar atrás este elemento enormemente relevante como
son tantas supuestas conversiones que ahora pasaban a engrosar las filas del
cristianismo oficial. Con ello se corrige ese error -a veces no lo es y parece
realizado a propósito- de apuntar malas acciones e inmoralidades y hacerlas
pasar como si fueran propias del cristianismo. En realidad nada tenían que ver
con este y se trataba de una degeneración o contaminación del mismo, algo que
estaba muy lejos de aquellos primeros seguidores del Maestro de Galilea.
El escritor
cristiano Eusebio sugirió que las masas cristianas se dieron a la destrucción
de templos paganos, pero no pudo hablar nada más que de cuatro casos, y debemos
tener presente que tres de ellos estaban dedicados a Afrodita y en donde se
practicaba la prostitución ritual.
Además los
puestos más relevantes en el imperio eran los de cónsul y prefecto y
Constantino siguió contando con paganos para ellos. En su corte también había
algunos filósofos paganos y no quitó el dios Sol que estaba en las monedas. Por
ello algunos han dudado –junto a otras razones- de que Constantino realmente se
convirtiera aunque es mejor ver esto como una forma de mantener la paz en su
reinado, lo que vuelve a indicarnos que este emperador era alguien bastante
pragmático.
Esta
posición la dejó perfectamente plasmada en el Edicto a los Provinciales orientales. Extraemos unas líneas: «Haz
que quienes se deleitan en el error, juntamente con quienes creen, compartan
las ventajas de la paz y la tranquilidad (...). No dejes que uno moleste a
otro, haz que cada uno crea profundamente en aquello que su alma desea, déjale
hacer pleno uso de esto».
Lo que se
dio más bien fue una cultura pública en donde estaban presentes tanto elementos
paganos como cristianos, algo que preocupaba a algunos creyentes, ya que lo que
se produjo en algunos sectores fue un cristo-paganismo. Con el tiempo las
fiestas paganas y cristianas se fundieron y todos las festejaban. Esto derivó
también en mucha superstición popular ya que en un buen número de lugares de
Europa se llegó a practicar el paganismo como magia, llegando esto incluso
hasta la era moderna.
Fue de la
mano de autores protestantes de los siglos XVIII y XIX que se distorsionó todo
este tema con la evidente intención de pintar un pasado para la Iglesia lo más
oscuro posible, algo, sea dicho de paso, que al presente algunos todavía
pretenden realizar. Pero es más, la persecución sí que volvió pero fue de la
mano de Juliano llamado el Apóstata.
Juliano el
Apóstata ejerció como emperador desde el 361 al 363 y algunos escritores en
nuestros días lo presentan como alguien tolerante que intentó volver a los
grandes valores paganos, pero que no pudo precisamente por los intolerantes
cristianos.
Juliano tuvo
una educación cristiana, aunque algunos de sus tutores eran paganos. Se inició
en determinados cultos mistéricos, pero se hizo pasar por cristiano hasta el
momento en que accedió al trono, mostrando entonces su fanatismo al
concentrarse en volver a hacer del paganismo la religión oficial.
Si bien es
cierto que Juliano no llevó a cabo persecuciones como las anteriores, no lo es
menos que dio el visto bueno para que se realizaran torturas a algunos obispos
y para que otros fueran desterrados, y miró hacia otro lado cuando en muchos
lugares se llevaban a cabo ejecuciones sumarias de cristianos. Esto último pasó
con el obispo de Alejandría y con otros muchos de aquel lugar.
Este
emperador volvió a los sacrificios sangrientos de animales, que en ocasiones se
llegaba al número de cien reses al mismo tiempo, además de cortar el dinero
destinado a las Iglesias aportándolo a los templos paganos. Los cargos
importantes pasaron a manos paganas.
De nuevo un
gran temor cayó sobre los creyentes que pensaron que las antiguas persecuciones
volverían. Solo estuvo en el poder 18 meses al morir en combate contra los
persas.
Se ha de
decir que en numerosas partes del imperio los templos paganos estaban en activo
todavía en el siglo Vl y algunos llegaron hasta el VIII. Incluso los edictos
que realizaron algunos emperadores fueron contradichos en ocasiones por ellos
mismos. Un ejemplo lo tenemos con Constancio, que mandó el cierre de todos los
templos paganos para casi de inmediato mandarle al prefecto de Roma que se
encargara de cuidar de los que había alrededor de la ciudad. Posteriormente
incluso los visitaría y por todo el imperio los paganos -incluso hasta bien
entrado el siglo V- continuaron con sus creencias sin mayores problemas.
Finalmente estos templos acabaron cerrándose, pero no fue ni de forma repentina
ni a causa de las persecuciones, sino por la propia decadencia de lo pagano.
Algunos
apuntan a que fue en el reinado de Teodosio -esto es del 379 al 395- en donde
se produjo la destrucción total del paganismo. Pero la realidad es que este
mismo emperador escogió para los puestos de cónsules y prefectos casi el mismo
número de paganos que de cristianos. No existió tal persecución y lo que todo
indica es que el paganismo se fue apagando poco a poco, como ya hemos apuntado.
Pero no
podemos obviar algo muy importante en este proceso como fue el oportunismo. No
pocos se pasaron a las filas cristianas como una forma de ascender en sus
puestos y de acceder a otros, incluso muchos filósofos paganos hicieron lo
propio llegando algunos a ser obispos de la Iglesia.
Otro punto
esencial es que se produjo una asimilación del paganismo. Pagano significaba aldeano o campesino y fue después que tuvo una connotación religiosa
resultado de que el cristianismo llegó a imponerse en las ciudades, pero no así
en los pueblos y aldeas. Estas personas del campo no se convirtieron realmente,
sino que tomaron sus dioses, ritos y fiestas y las unieron al cristianismo en
una especie de síntesis. Esta era la forma normal de proceder del paganismo que
añadía los nuevos dioses e ideas religiosas y las asimilaba. Jesús y otros
santos llegaron a formar parte del panteón local. A esto se unió la práctica de
la Iglesia de adueñarse de los lugares de culto pagano y templos colocando en
ellos altares cristianos y reliquias. También hicieron lo propio con otros
lugares de peregrinación y devoción pagana. Ahora tenían una apariencia
cristiana, pero un buen número de fieles que allí acudían seguían pidiendo y
dirigiéndose a sus dioses de siempre. Con las fiestas paganas ocurrió otro
tanto. La iglesia las adoptó y las adaptó. Los santos locales pasaron a sustituir
a los dioses locales y toda esta mentalidad continuó en el tiempo entre los
campesinos europeos. En realidad la Iglesia triunfó sobre el paganismo –aunque aquí
hay que añadir algunos elementos esenciales ya mencionados más arriba- no por
imposición, persecución o erradicación, fue sobre todo por aceptación y
adaptación, aunque siempre hubo cristianos que se opusieron a esta asimilación
y vieron con muy malos ojos esta tendencia.
-------------------------------------------
Breve nota bibliográfica. Para no apabullar al lector
recomiendo únicamente tres libros para ampliar todo lo que aquí se ha tratado.
El primero de ellos se titula Falso
Testimonio de Rodney Stark y de la editorial Sal Terrae. Este conocido
doctor en sociología trata específicamente este tema en el capítulo 3. Además
de su buen hacer apunta que este capítulo lo ha realizado teniendo presente las
investigaciones de otros cuatro destacados historiadores como son: Timothy
Barnes, Peter Brown, H.A. Drake y Ramsay MacMullen.
El segundo
de los libros es Mártires y perseguidores
del historiador y filósofo Alfonso Ropero y de la editorial Clie. Se trata de una
obra de referencia obligada, muy bien documentada. Pasa sobradamente las 500
páginas en un formato más grande de lo habitual lo que lleva a pensar que en uno
más reducido estaríamos en torno a las 700 páginas. Este texto entra en
detalles sobre cómo se realizaban las persecuciones, las formas tan terribles
de tormento y el padecimiento de tantos cristianos cuyo único delito era
precisamente su fe. Toda una contestación para Voltaire y tantos otros que ven
el paganismo como tolerante y moral.
Por último Under the Influence de Alvin J. Schmidt y de la editorial Vida. Tiene traducción en español pero quien decidió cambiar el título sin duda tuvo días mejores: Impacto demoledor. Después con el subtítulo uno logra entender algo más: Cómo el cristianismo ha transformado la civilización. Este doctor en filosofía nos provee con esta obra mucha información valiosa, fruto de una profunda investigación sostenida en una muy amplia bibliografía. El balance de la influencia del cristianismo sobre la civilización occidental ha sido sin duda muy positivo.
---------------------------------------------------------
Comentarios
Publicar un comentario