Sobre el Evangelismo Español y el Ecumenismo
Herencias, Resistencias y Desafíos
El Evangelismo Español ante el Vaticano II y el Ecumenismo: Entre la Resistencia Doctrinal y la Apertura Testimonial
A sesenta años del concilio Vaticano II, la relación del mundo evangélico español con este acontecimiento y con la posterior apertura ecuménica que lo acompañó sigue siendo una cuestión controvertida, cargada de tensiones teológicas, heridas históricas no resueltas y resistencias eclesiológicas profundamente arraigadas. El Vaticano II —del que celebramos los sesenta años—, lejos de ser un simple evento interno de reforma católica, supuso un viraje en la comprensión de la Iglesia, del mundo moderno y, de modo particular, del diálogo con otras confesiones cristianas. Esta dimensión dialogal —expresada sobre todo en los documentos Unitatis redintegratio y Nostra aetate— provocó reacciones diversas en el ámbito protestante y evangélico, especialmente en España, donde el catolicismo ha ejercido históricamente una hegemonía institucional, política y cultural incontestable, con presencia eclesial en la mayoría de los resortes de poder público y sus servicios (ejército, enseñanza, sanidad, etc.).
Esta Nota explora de manera crítica y documentada las diversas posturas adoptadas por iglesias, teólogos, líderes y estructuras del evangelicalismo español frente al Vaticano II y al movimiento ecuménico contemporáneo. El objetivo es clarificar las raíces del recelo, identificar los núcleos de oposición ideológica y doctrinal, y, al mismo tiempo, visibilizar aquellas iniciativas y voces que, desde dentro del propio campo evangélico, han propiciado una apertura responsable, una hospitalidad mutua y un compromiso con la unidad cristiana como testimonio público del Evangelio.
El presente texto no pretende agotar el tema ni ofrecer respuestas concluyentes, sino constituirse como una primera base de reflexión, investigación y discernimiento, que permita desarrollar, en una segunda fase, un trabajo más amplio —ya sea en forma de artículo monográfico o de libro de mayor aliento— en el que se aborden con profundidad las implicaciones teológicas, históricas, eclesiales y sociológicas de esta relación compleja entre el protestantismo español y el Vaticano II y su valor más emblemático: el ecumenismo.
En tal sentido, la Nota quiere contribuir al fortalecimiento de una teología evangélica del diálogo, que no renuncie a su fidelidad a la Palabra, pero que tampoco sacrifique la dimensión relacional y comunitaria de la fe cristiana. Una teología que supere la tentación autorreferencial y el repliegue denominacional [1], abriéndose a una comprensión más profunda y evangélica de la unidad como don y tarea. No basta con promover la unidad hacia el interior del propio mundo evangélico, por importante que resulte, ni con celebrar semanas de oración[2] circunscritas a espacios confesionales cerrados. El verdadero desafío es reconocer y acoger, con humildad y discernimiento, la diversidad del cuerpo de Cristo y participar, en la medida de lo posible, en espacios ecuménicos compartidos como la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos (SUOC), signo visible de una comunión real —aunque imperfecta— entre católicos, ortodoxos, anglicanos y protestantes históricos.
Comprender las razones del rechazo, explorar los límites legítimos del disenso, y recuperar los signos de esperanza en clave de comunión son tareas pendientes, pero ineludibles, de la reflexión teológica actual. Este texto quiere ser, por tanto, un umbral abierto hacia una tarea mayor, aún no concluida, pero absolutamente necesaria para el testimonio del Evangelio en un mundo profundamente fragmentado, sediento de verdad, de justicia y de reconciliación. Solo una eclesiología que combine fidelidad doctrinal y apertura fraterna podrá contribuir a la construcción de una unidad que no sea uniformidad impuesta, sino diversidad reconciliada en el Espíritu.
Por último, debo manifestar con firmeza —a modo de denuncia profética— que el cristianismo evangélico español no puede continuar siendo una isla, desconectada de los grandes continentes eclesiales que, a la luz de los signos de los tiempos, nos urgen a trabajar conjuntamente por la unidad en la diversidad. La negación del ecumenismo no puede seguir siendo el norte que marcan muchas Alianzas Evangélicas nacionales o internacionales. La actual situación de aislamiento —cuando no de abierta confrontación— frente al movimiento ecuménico debe llegar a su fin, si realmente se desea responder a la llamada del Señor a una unidad verdadera y plena, y no seguir reproduciendo modelos de unidad ficticia, pobremente formulados y habitualmente incumplidos por las propias iglesias que los proclaman.
1. Percepciones Iniciales del Concilio Vaticano II
El concilio Vaticano II (1962–1965) constituyó un punto de inflexión para el catolicismo romano y, por extensión, para sus relaciones con las demás confesiones cristianas. E incluso las diversas religiones, abrahámicas o no. El documento Unitatis redintegratio supuso un reconocimiento sin precedentes de que «existen elementos de santificación y verdad fuera de sus estructuras visibles» [3]. Desde una perspectiva protestante histórica, el lenguaje conciliar marcaba un cambio significativo: los «herejes» pasaban a ser llamados «hermanos separados» [4], y se invitaba a una «unidad en la diversidad», basada en la conversión recíproca y el diálogo teológico.
Sin embargo, esta apertura fue recibida por la gran parte del evangelismo español con recelo, cuando no con rechazo abierto. Teólogos, pastores y estructuras confesionales, aún marcados por el contexto represivo del nacionalcatolicismo franquista y por una memoria histórica de persecución eclesial, interpretaron el nuevo lenguaje vaticano como una estrategia diplomática sin verdadera conversión doctrinal [5].
2. Heridas históricas e imaginario anticatólico
El rechazo de muchos evangélicos españoles al Vaticano II y al ecumenismo tiene raíces profundas en la historia de la Iglesia en España. La expulsión de los reformadores en el siglo XVI, la acción represiva sostenida de la Inquisición, el monolitismo confesional de la Monarquía Hispánica y la estigmatización sistemática del protestantismo generaron un imaginario de resistencia teológica que se reactivó con fuerza durante el franquismo, amparado en una ideología marcada por el catolicismo tridentino. En este régimen, la Iglesia católica fue aliada estructural del Estado y persiguió (incluso con algunos actos violentos sobre personas y propiedades) y marginó a las minorías religiosas, entre ellas a las pequeñas comunidades protestantes, relegadas a la semiclandestinidad y privadas de reconocimiento legal hasta 1967 [6].
El problema se ve agravado por la ausencia de una petición formal y pública de perdón por parte de la Iglesia católica romana, que, si bien ha reconocido su responsabilidad directa en la etapa del franquismo como un régimen de corte nacionalcatólico —es decir, marcado por una orientación religiosa, institucional y social bajo el patrocinio y la tutela de la Iglesia católica—, no aprovechó el periodo de transición democrática para asumir explícitamente su corresponsabilidad histórica en la persecución de las iglesias protestantes, ni para emitir un gesto claro, solemne y reparador de reconocimiento de culpa y solicitud de perdón ante dichas comunidades[7].
Este legado de exclusión alimentó una narrativa defensiva, según la cual la Iglesia de Roma era aún identificada, en amplios sectores evangélicos, como la «Ramera del Apocalipsis» (cf. Ap 17) y el papado como encarnación del Anticristo[8]. En tal marco, la propuesta ecuménica fue entendida no como un paso hacia la comunión cristiana, sino como una trampa para neutralizar la verdad del Evangelio reformado, que para muchos de sus miembros es del todo superior dado que se cimenta en la «sola fe» y en la conversión personal y el bautismo opcional.
3. Monroy, Grau, Martínez: entre la denuncia y la vigilancia
El pastor y periodista Juan Antonio Monroy, de la Iglesia de Cristo, figura influyente del evangelismo más conservador español, denunció el ecumenismo como «una era engañosa que deslumbró a algunos dirigentes protestantes en España. ¡Incautos!» [9]. En su interpretación, Roma había cambiado las formas, pero no el fondo: dogmas como la infalibilidad papal, la mariología o la eclesiología jerárquica continuaban intactos.
Otras voces, como la del teólogo catalán José Grau Bacells —autor de la densa obra Concilios, publicada bajo el seudónimo de Javier Gonzaga [10]—, y la del influyente biblista y sistemático José María Martínez, adoptaron una postura de cautela extrema, que en el caso de José Grau podría calificarse de abiertamente discrepante. Pero, aunque insistieron en la supremacía de la Escritura y en la necesidad de una conversión doctrinal por parte del catolicismo, reconocieron puntos de convergencia ética, espiritual y pastoral que abrían puertas a un diálogo limitado, pero no desechable[11].
Por otra parte, una de las figuras más relevantes del evangelismo, el teólogo peruano Samuel Escobar (1934–2025), radicado en España en sus últimos veinte años, a diferencia de la mayoría de sus contemporáneos, desde una teología integral, pero centrada en la misión y orientada desde la praxis del Reino y no en del institucionalismo eclesiástico, participó activamente en foros internacionales como la consulta de Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias y en espacios como el Instituto Ecuménico de Tantur, donde su voz fue reconocida por su equilibrio entre fidelidad bíblica y necesaria apertura fraterna[12].
Escobar representó, todavía de manera tímida pero que es significativa como comienzo, lo que podemos denominar una forma de ecumenismo práctico, crítico y fraternal, que partía del reconocimiento del otro como interlocutor legítimo, sin diluir la identidad confesional, pero tampoco sin demonizar al distinto.
4. Minorías Significativas: Teólogos, Líderes y Prácticas Ecuménicas
Más allá del bloque mayoritario de rechazo o indiferencia, existen en España sectores evangélicos teológica y pastoralmente relevantes que han apostado por el diálogo ecuménico. Este grupo se expresa en iglesias históricas como la Iglesia Evangélica Española (IEE), la Iglesia Reformada Episcopal (anglicana) y algunos sectores de las iglesias luteranas, bautistas y metodistas.
Entre los pastores y teólogos comprometidos con el ecumenismo —de igual modo sus respectivas iglesias— cabe mencionar a:
• Alfredo Abad Heras, pastor de la IEE y figura clave en el impulso de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos (SUOC) y en la promoción del diálogo interdenominacional [13].
• Esther Ruiz de Miguel, pastora evangélica y presidenta de la Comisión Permanente de FEREDE, conocida por su participación activa en actos ecuménicos y su discurso de apertura hacia otras confesiones[14].
• Carlos Lozano López, obispo de la Iglesia Reformada Episcopal (Comunión Anglicana), firme defensor de la colaboración interconfesional, tanto a nivel institucional como local [15].
• Carolina Bueno Calvo, actual secretaria ejecutiva de FEREDE, y desde 2024 presidenta de la Mesa de Diálogo Interconfesional, órgano que reúne a representantes católicos, protestantes, ortodoxos y anglicanos en una plataforma común de trabajo, centrada en el respeto institucional y la defensa de la libertad religiosa [16].
• Máximo García Ruiz, pastor bautista, teólogo y sociólogo, cuya producción académica ha contribuido al reconocimiento de la pluralidad evangélica y la necesidad de establecer puentes entre las confesiones [17].
• Marcos Zapata Figueiras, pastor y actual presidente de la Alianza Evangélica Española (AEE), protagonista de diversas iniciativas de unidad entre iglesias evangélicas y en diálogo con otras confesiones cristianas. Su participación en actos interdenominacionales refleja una espiritualidad abierta, orientada al encuentro, a la cooperación social y al testimonio público de la fe compartida.
Estas figuras han impulsado prácticas ecuménicas como:
• La participación en la SUOC (Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos);
• La organización conjunta de la celebración ecuménica de Pentecostés;
• El compromiso en el Día Mundial de Oración por la Paz;
• Y la implicación creciente en la celebración del Tiempo de la Creación, un espacio de oración y acción común por la justicia climática entre iglesias de distintas confesiones[18], entre otras acciones de cooperación, tanto social como de investigación teológica.
6. Conclusión
La actitud del evangelismo español frente al Vaticano II y el ecumenismo ha oscilado entre el rechazo frontal y la colaboración responsable. Esta tensión refleja una historia conflictiva, una conciencia doctrinal celosa de su identidad y, en algunos casos, una interpretación ideológica del otro como amenaza. Sin embargo, también se constata la emergencia de nuevas sensibilidades teológicas y pastorales que ven en el ecumenismo no una amenaza, sino una oportunidad de fidelidad al Evangelio de la reconciliación.
El reto para el evangelicalismo español contemporáneo es doble: conservar su integridad doctrinal sin absolutizar la diferencia, y abrirse al otro sin caer en la relativización. La unidad de los cristianos no es un fin político ni un gesto de cortesía, sino un mandato evangélico urgente: “para que todos sean uno… para que el mundo crea” (Jn 17,21).
NOTAS
1 En este contexto, es crucial que el cristianismo evangélico español supere la tentación de la autorreferencialidad y el repliegue denominacional. Esta actitud se asemeja a la de Pedro en el monte Tabor, quien, al presenciar la gloria de Jesús, propuso: «Maestro, bueno es para nosotros estar aquí; hagamos tres tiendas» (Lucas 9:33). Este deseo de permanecer en la cima, aislados del mundo, refleja una tendencia a buscar la comodidad espiritual sin asumir el compromiso con la realidad circundante. Por tanto, es imperativo que el evangelismo español abrace una teología del diálogo y de la comunión, que le permita salir de su aislamiento y participar activamente en el movimiento ecuménico mundial, incluida su participación plena en calidad de miembro en el Consejo Mundial de Iglesias. Solo así podrá responder fielmente al llamado de Cristo a la unidad de sus discípulos y ser testigo auténtico del Evangelio en un mundo necesitado de reconciliación y esperanza.
2 Me refiero a la Semana Unida de Oración (SUO), que puede celebrarse legítimamente, siempre que no sustituya ni anule la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos (SUOC), ni se la considere incompatible con esta por razones teológicas infundadas o erróneas.
3 CONCILIO VATICANO II, Unitatis redintegratio, n. 3.
4 CONCILIO VATICANO II, Unitatis redintegratio, n. 3: «Los hermanos separados, sin embargo, que creen en Cristo y han recibido válidamente el bautismo, se hallan en cierta comunión, aunque imperfecta, con la Iglesia católica». Esta expresión, que sustituyó a los términos «herejes» o «cismáticos» usados en siglos anteriores, fue en su momento un gesto de apertura ecuménica. Sin embargo, en el discurso ecuménico contemporáneo —tanto en ámbitos católicos como en foros interconfesionales— se prefiere el uso de «hermanos y hermanas en Cristo», sin adjetivos divisivos o superiores. Así lo refleja, por ejemplo, Ut unum sint, donde Juan Pablo II subraya: «El diálogo no parte de cero: entre los cristianos ya existe, en virtud del único bautismo, una comunión real, aunque imperfecta» [n. 42]. Véase también Consejo Mundial de Iglesias, Documentos del Grupo Mixto Católico-CMI sobre el Lenguaje de Unidad, Ginebra, 2012, y la Declaración conjunta sobre el reconocimiento mutuo del bautismo (CMI, Vaticano, 2013). Estos documentos muestran una evolución en la sensibilidad ecuménica hacia formas de expresión más respetuosas y fraternas, propias de una eclesiología de comunión.
5 G. BIEDMA, JUAN, El Vaticano II y los protestantes españoles, en Pensamiento Protestante, 2023.
6 Blázquez, Mariano, Protestantes en el franquismo, Ediciones HOAC, Madrid 2010.
7 Aunque la Iglesia católica ha reconocido su implicación en el régimen franquista, no ha emitido una petición formal y pública de perdón por la persecución de las iglesias protestantes durante ese período. En 2000, comunidades protestantes y judías en España expresaron su deseo de que los obispos españoles siguieran el ejemplo del Vaticano en reconocer los errores históricos de la Iglesia, especialmente en relación con la Inquisición y la persecución religiosa. Sin embargo, lamentaron que la Conferencia Episcopal Española no haya secundado esa iniciativa con un pronunciamiento semejante. En 2013, diversas voces instaron a la Iglesia a pedir perdón por su apoyo a la dictadura franquista y su papel en la legitimación ideológica del régimen. A pesar de algunas declaraciones individuales, como la del entonces presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, quien en 2015 pidió perdón por las «formas de antitestimonio y escándalo» de la Iglesia durante la Guerra Civil, no se ha producido una solicitud de perdón específica dirigida a las comunidades protestantes por las persecuciones sufridas bajo el nacionalcatolicismo. Esto no es una exigen ni política ni religiosa, sino del mismo Evangelio que insta a perdonar siempre.
8 Ginés, Pablo, Sectores evangélicos y la imagen de Roma, en Religión en Libertad, enero 2017.
9 MONROY, JUAN ANTONIO, Un largo viaje, Andamio, Barcelona 2009, 243.
10 La obra Concilios fue publicada originalmente en dos volúmenes (1965 y 1966) por el teólogo evangélico español José Grau Bacells bajo el seudónimo Javier Gonzaga. Esta decisión respondió a las restricciones impuestas por la censura del régimen franquista, que dificultaba la publicación de obras críticas hacia el catolicismo romano. Para sortear estas limitaciones, la obra se presentó como editada por una supuesta editorial estadounidense, International Publications, con sede en Grand Rapids, Michigan, aunque en realidad fue producida en Barcelona. Posteriormente, en 1987, la obra fue reeditada bajo el título Catolicismo Romano: Orígenes y Desarrollo, ya con el nombre real del autor, por Ediciones Evangélicas Europeas.
Cf. GONZAGA, JAVIER, Concilios, Vol. I y II, International Publications, Grand Rapids 1965–1966.
11 GRAU, JOSÉ, El ecumenismo a la luz de la Biblia, Ediciones Evangélicas Europeas, Barcelona 1972.
12 ESCOBAR, SAMUEL, El descubrimiento del otro, Ediciones Puma, Buenos Aires 2011.
13 Abad, Alfredo, La comunión en el testimonio común, intervención en la SUOC 2021, disponible en infoekumene.org.
14 FEREDE, Boletín oficial, enero 2024.
15 Entrevista a Carlos Lozano en El Espinar Ecuménico, junio 2023.
16 La Mesa de Diálogo Interconfesional: una oportunidad para la unidad, en Alfa y Omega, 28 septiembre 2024.
17 GARCÍA RUIZ, MÁXIMO, Pluralismo y confesionalidad, Editorial Clie, Barcelona 2007.
18 CONSEJO MUNDIAL DE IGLESIAS, WCC Podcast Explores Feast of Creation, 2023, www.oikoumene.org.
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Juan G. Biedma es Licenciado en Ciencias Religiosas por la Facultad de Teología San Dámaso (Pontificia Universidad de Salamanca), Magíster en Teología Dogmática Reformada por el Instituto Superior de Teología y Ciencias Bíblicas.CEIBI y Diplomado en Ecumenismo, Diálogo Interreligioso y Sectas/NMR por el Centro Ecuménico de Madrid. Ecumenista y Diácono de la Iglesia católica romana.
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