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'El principio según el Génesis y la ciencia'. Reseña - Por Alfonso Pérez Ranchal

El principio según el Génesis y la ciencia.de John Lennox. Editorial Clie, 2018. 

El debate en torno a los orígenes ha sido uno de los más estériles que cierto cristianismo muy conservador ha llevado y lleva a cabo. Esto se debe a que mantiene una posición que no solamente defiende porque cree que es cierta, sino que hace depender de ella la inspiración y toda la credibilidad de las Escrituras. Con ello me refiero a que si no se cree en una semana de creación literal, con días de veinticuatro horas, para este cristianismo todo el armazón bíblico se cae. El razonamiento es extremadamente simple, y así si en el Génesis se habla de días que recorren toda una semana, la interpretación correcta no puede ser otra de que se trata de días de veinticuatro horas sin ningún tipo de periodo o era entre ellos. De lo contrario se tacha de error gravísimo el no considerar así este periodo de tiempo ya que hace, por tanto, mentirosa a la misma Biblia. Esto que dentro de las cuatro paredes de una iglesia local podría ser hasta entendible, cuando los jóvenes cristianos de esa misma iglesia se dirigen a la universidad y se les enseña, por ejemplo, que la Tierra tiene unos 4 000 millones de años, el choque que se produce en ellos es tremendo, ya que desde siempre se les ha dicho que o se mantiene la interpretación literal que equivale a una Tierra joven o se está negando la misma fe. 

Lejos de solventar con éxito esta disyuntiva, lo que les ocurre a un buen número de jóvenes es que acaban por abandonar la iglesia. Esto está más que comprobado con estadísticas en Norteamérica, pero se produce también en aquellas iglesias de esta línea que están en otras latitudes del mundo. Es por esto que el llamado Nuevo Ateísmo llega incluso a mofarse ante un cristianismo que no quiere plantearse nada más que lo que tiene ante sus ojos cuando abre el texto bíblico.
No es extraño tampoco que un buen número de personas razonables miren con cierta condescendencia a una fe que no pueden compartir porque son incapaces de dejar atrás lo que creen que la ciencia ha probado. De aquí también es que continúan pensando que el resto de la revelación bíblica debe ser considerada de igual forma, esto es como poco más que una recopilación de creencias infantiles o piadosas. 
John Lennox 

Para las anteriores iglesias la ciencia es considerada, por tanto, como una amenaza, aunque lo que se dirá es que la verdadera ciencia nunca puede contradecir la misma Palabra de Dios, por lo que esta debe supeditarse a ella ya que, si Dios ha hablado, no puede estar equivocado.

Parece no entrar en la cabeza que mucho de lo que nosotros mantenemos que la Escritura dice en realidad se trata de interpretaciones que podrían estar correctas o no. No se trata de negar lo que ese texto bíblico refiere, esto es que Dios es el creador de todo cuanto existe y que su mano lo sustenta y sostiene. Esta es la verdad bíblica, el mensaje, y otra cosa bien distinta puede ser el ropaje, el género literario, el lenguaje usado y las figuras del mismo. Si alguien quiere dar inicio a una secta lo tiene muy fácil, que vaya al libro del Apocalipsis y que comience allí a tomar literalmente algunas de las cuestiones que se presentan. Pero estamos ante un texto de género apocalíptico, lleno de símbolos que nos quieren transmitir verdades en formas muy alejadas de la literalidad. 

Ante este panorama de aparente conflicto entre la Biblia y la ciencia, el libro que nos ocupa intenta ser un acercamiento entre ambas posturas: por un lado este cristianismo tan conservador, y por el otro aquellos que consideran que la ciencia es incompatible con las Escrituras debido a un cientifismo que los ciega.

Para ello Lennox estructura su libro en cinco capítulos y cinco apéndices. En el primero de los capítulos trata de cuando en el siglo XVI se presentó la teoría científica que mantenía que no era el Sol el que se movía alrededor de la Tierra, sino a la inversa, y qué impacto tuvo tanto entre los protestantes de su época como en la Iglesia católica. Pero no solamente en ellos, sino también en los filósofos aristotélicos que en aquel momento sostenían la posición científica aceptada. 
Es en el capítulo segundo en donde se entra más en detalle sobre el anterior asunto centrado en el llamado caso Galileo y cómo este ha sido muy mal entendido popularmente. Los hechos apuntan en otra dirección.
El tercero de los capítulos es el centro, ya que un libro titulado como El principio según el Génesis y la ciencia necesita un espacio en donde se toquen las diferentes interpretaciones que se han dado para los días de la creación. 
El siguiente capítulo aborda la creación de los seres humanos, en aspectos como origen y antigüedad y cómo es tratada -su creación- teológicamente en las Escrituras. Adelantándome al contenido de los apéndices debo decir que este capítulo es complementado con el que me parece uno de los mejores apartados del presente libro como es el Apéndice E, titulado "La evolución teísta y el Dios de las brechas". 
El último de los capítulos, el quinto, nos informa de cuál es el mensaje que se nos quiere transmitir en Génesis 1 con la llamada semana de la creación, llegando incluso al Nuevo Testamento para ver cómo es tratada allí. 
El Apéndice A nos contextualiza en su ambiente cultural el relato del Génesis; el Apéndice B nos explica la interpretación dada a los primeros capítulos del primer libro del Pentateuco que se conoce como la "del templo cósmico"; el C se titula exactamente igual que el propio libro y presenta la convergencia existente entre el Génesis y la ciencia en algunos aspectos relevantes; el apéndice D titulado "¿Dos relatos de la creación?" compara los dos relatos que aparecen en Génesis 1 y 2 para ver si hay tensión entre ellos, si se trata de dos relatos distintos o son complementarios y el último de los apéndices me ha parecido especialmente relevante, ya que a menudo se piensa que si se rechaza la interpretación literal de la creación del ser humano, lo único que nos queda es abrazar el (neo) darwinismo. El autor no está de acuerdo e incluso realiza una crítica a la evolución teísta, lo que tampoco significa el rechazo del concepto evolución por su parte.

En este breve libro de poco más de ciento sesenta páginas, Lennox nos presenta todas estas cuestiones en torno a los relatos de la creación en el Génesis de una forma equilibrada, sin rechazar ni condenar posturas contrarias o que no comparte, sino que en todo momento realiza críticas llenas de contenido y de sentido común. No pretende dar de lado a los literalistas ni a aquellos que han minusvalorado la fe porque han considerado que las Escrituras son ridículas por textos como el presente. Busca con su libro servir de diálogo, ver que existen conexiones entre la ciencia y lo que presenta las Escrituras y cómo no todo es tan sencillo como podría parecer en una simple lectura del material bíblico. Personalmente lo he leído dos veces, una rápida y otra tomando apuntes, y es en la segunda ocasión en donde mejor se me han quedado algunos conceptos de lo que aparentemente es un libro sencillo. Sin duda se trata de un buen material a tener presente en el actual diálogo/conflicto en torno al principio según el Génesis y la ciencia.



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Alfonso Pérez Ranchal es Diplomado en Teología Pastoral por el CEIBI (Centro de Investigaciones Bíblicas), Licenciado en Teología y Biblia por la Global University y profesor del CEIBI. Vive en Cádiz. Es autor del libro La vida, la muerte y el más allá a través de la Biblia de la editorial Clie.


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