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Constantino y Enrique VIII, víctimas de la apologética - Por Manuel Sonora



Hay dos personajes de la historia que por diversas razones han sido ya etiquetados por los dos grupos más grandes dentro del cristianismo. La iglesia católica romana en sus cursos de apologética, folletos, ensayos y libros de historia de la iglesia afirma terminantemente que Enrique VIII fue el rey que “fundó” la Iglesia Anglicana. Y ha sido tan repetitiva la aseveración que ya todo el mundo incluyendo las enciclopedias y libros de historia eclesiástica lo dan por hecho como una verdad incontestable. 

Por otro lado, los apologistas evangélicos/cristianos afirman también en todos sus escritos, folletos, propaganda, etc. que fue Constantino el que “fundó” la Iglesia Católica Apostólica y Romana. Y, como en caso anterior tal información es tomada tan en serio que casi el 100% de los miembros de estas iglesias aseguran y creen con todo el corazón que tal afirmación es verdadera. 
La verdad es que, a pesar de que ninguno de los dos monarcas “fundó” iglesia alguna sí tienen muchas cosas en común. Y es sobre esto que quiero hablar. Los dos fueron políticos astutos que en un momento dado utilizaron la religión para llevar a cabo sus políticas personales y que lograron lo que se había propuesto gracias a su astucia y una mente muy aguda. Pero sus tácticas políticas poco o nada tuvieron que ver con doctrinas y teologías de ningún cuerpo religioso.

Constantino se había dado cuenta de que los esfuerzos de sus predecesores por acabar con la naciente religión venida de un oscuro rincón del impero, no solo no habían dado resultado, sino por el contrario, habían hecho que la gente después de mucho tiempo cambiara su opinión sobre este grupo y ahora les consideraba como personas de un valor a toda prueba al haber resistido tantas crueles persecuciones sin abjurar de su fe.
 
O sea que, en lugar de haber acabado con el cristianismo, éste ya había llegado a todas las esferas de la sociedad, incluyendo a la misma madre del emperador. Por lo tanto, tuvo que cambiar completamente su política ya que su propósito más importante era la unidad del imperio, y eso solo se lograría dando libertad de culto para que de una vez terminara la simulación y aceptar que la nueva fe era el futuro del imperio.

Constantino el Grande

Jamás sabremos a ciencia cierta si él realmente abrazó el cristianismo en alguna etapa de su vida. Siempre postergó su bautismo hasta casi su lecho de muerte, pero no podemos estar seguros de si fue por una conversión tardía o solo por darle gusto a su pueblo. 

Por su parte Enrique VIII también manipuló la religión para llevar a cabo sus planes de asegurar una descendencia de la dinastía Tudor para los años venideros. El profesaba la fe romana con todo su corazón y rechazaba las enseñanzas de los reformadores continentales, especialmente de Lutero. El mismo escribió un tratado sobre los Siete Sacramentos en contra del protestantismo. El papa recompensó el detalle dándole el título de “Defensor de la Fe”, título que aún conservan los monarcas británicos, aunque la fe sea diferente.
 
El, como Constantino se preocupaba por la unidad de su pueblo y sabía que, si permitía la propagación de las “herejías” de Lutero y Calvino, la nación se dividiría causando graves conflictos. Así pues, creyó que defendiendo la fe católica romana protegería a su pueblo de futuros conflictos. El hecho al que se le ha dado tanta importancia de haber roto relaciones con Roma y haberse constituido en la cabeza suprema de la iglesia de Inglaterra fue tan solo un incidente causado por una desavenencia con el papa al no concederle la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón, e igual, no por razones de fe, sino por la amenaza de Carlos V de mandar su ejército contra el Vaticano si el papa cedía a las pretensiones del rey inglés. Pero el dogma, jerarquía y liturgia de la iglesia no cambió ni un ápice. 

Ambos monarcas jamás pretendieron inventar algo que ya existía. Por su parte Constantino quiso oficializar la nueva religión, pero al encontrar que esta se hallaba llena de conflictos y diversidad de doctrinas contradictorias tuvo que convocar concilios para unificar criterios y definir cuál era la fe ortodoxa que iba a profesar la religión del imperio. Pero él no impuso ni doctrinas, ni organización ni liturgias porque era completamente ajeno a esos asuntos. El solo quería que se profesara una sola fe católica (esto es universal) y que se desvanecieran todas las sectas contrarias a esta fe. 

Catalina de Aragón

Para ese entonces existía lo que llamamos la Pentarquía, es decir que la iglesia estaba dividida en 5 patriarcados: Jerusalén, Roma, Antioquía, Constantinopla y Alejandría. Los cinco patriarcas tenían la misma autoridad y jerarquía y ninguno pretendía tener ni autoridad ni injerencia en los demás. No fue sino hasta el Siglo IV que el Obispo de Roma, Dámaso I comenzó a llamarse papa y autoridad universal de la iglesia católica (universal) pretensión que fue rechazada por los restantes patriarcas y que creo un conflicto entre Oriente y Occidente que en el Siglo X provocó una escisión entre los dos grupos. 

Quizá aquí fue en donde nació la Iglesia Católica Romana como tal, pero no fue fundada por Constantino, sino que este solo le dio su apoyo político. Si queremos hallar un fundador quizá sería más correcto decir que fue el papa Dámaso. Los mismos historiadores católicos romanos han dicho que el papado fue un proceso gradual dentro de la historia de la iglesia. 

La Iglesia de Inglaterra ya existía muchos siglos antes de Enrique VIII y hasta el Siglo VI fue una iglesia completamente independiente de la autoridad papal. Fue por motivos otra vez políticos que se unió al continente en su obediencia al papa en el Concilio de Whitby. Pero los monarcas siempre tuvieron conflictos por el control de los asuntos eclesiásticos reclamando que Roma no debería de intervenir en la iglesia inglesa, sino que era asunto del monarca. Esto provocó la muerte de Tomás Becket, Arzobispo de Canterbury quien defendía los derechos de la iglesia del poder de la corona. 

Así que Enrique no “fundó” nada. La iglesia de Inglaterra ya había sido fundada y el rey lo único que hizo fue proclamar su autonomía por las razones que se han mencionado.
 
Así que, ni Constantino “fundó” la Iglesia Católica Romana, ni Enrique VIII “fundó” la Iglesia de Inglaterra. (anglicana) los dos soberanos solamente apoyaron políticamente los dos movimientos históricos. Ambos han sido en la historia víctimas de la apologética de católicos romanos y protestantes.





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Pbro. Manuel Sonora Macías. Socio de la Fundación Carpe Diem Interfe desde su inicio. Sacerdote anglicano, párroco de la Iglesia de San Marcos en Guadalajara desde 2003 hasta 2012.
Ha sido por muchos años profesor del Seminario de San Andrés en la Ciudad de México y fundador del Seminario Diocesano de San Andrés en Guadalajara. Su especialidad es la Homilética y la Liturgia así como la Identidad Anglicana. Ha participado en dos Preparlamentos como uno de los ponentes. Ha sido miembro del Grupo Ecuménico de la misma ciudad y de los Consejos Interreligiosos de la República.
Es bastante abierto y ha trabajado mucho en favor de la inclusividad de las iglesias cristianas. Ha escrito varios artículos y ensayos en algunas publicaciones tanto religiosas como seculares.
Ha escrito dos libros de meditaciones: Sal de la tierra, luz del mundo, Aceite para tu lámpara y Teología para la gente sencilla.
Ha participado en algunos programas de radio y un reportaje por el Canal 7 de Guadalajara. Actualmente trabaja en pro de los derechos humanos de la Comunidad LGBT.





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