Hace tiempo que las autoridades mundiales venían siendo advertidas de pandemias semejantes a la que sufrimos, y esto no de parte de lunáticos o profetas del apocalipsis, sino de médicos y expertos en enfermedades. “No podemos decir que esto nos haya cogido por sorpresa —dice el sociólogo Jeremy Rifkin—. Todo lo que nos está ocurriendo se deriva del cambio climático, del que han venido advirtiendo los investigadores y yo mismo desde hace tiempo. Hemos tenido otras pandemias en los últimos años y se han lanzado advertencias de que algo muy grave podría ocurrir”[1].
Las señales eran premonitorias: las diversas emergencias causadas por el cólera y la peste en 2017. Pero, claro, esto ocurría allende de nuestras fronteras, en la periferia del mundo rico; así que nada de qué preocuparse ni tomar nota. Cosas de pobres, enfermedades de pobres. La Organización Mundial de la Salud (OMS), que lo veía venir, señaló el 2018 como un año de brotes de enfermedades y otras emergencias de salud pública en todo el mundo. Por en todo el mundo muchos entendieron los pobres de siempre. Se olvidaba que en un mundo globalizado e interconectado como el nuestro ya no hay lugares aislados en sus privilegios e inmunes a que un estornudo en Pakistán, por poner un ejemplo, no provoque una epidemia en el corazón de los centros urbanos más distinguidos.
Las señales eran premonitorias: las diversas emergencias causadas por el cólera y la peste en 2017. Pero, claro, esto ocurría allende de nuestras fronteras, en la periferia del mundo rico
A perro flaco todo son pulgas. En
los países pobres no es solo que tengan un sistema de salud lleno de agujeros
con tantas carencias que no llega a todos, es que, además y desgraciadamente, se
encuentra mermado por los conflictos que los desangran, desde Yemen hasta
Ucrania, desde Sudán del Sur hasta la República Democrática del Congo. Los centros de salud, el personal sanitario
y las infraestructuras esenciales son cada vez más el blanco de las partes
combatientes, denuncia OMS. A menudo, el personal humanitario que trata de
suministrar alimentos, agua y medicamentos que salvan vidas no puede acceder a
las personas que los necesitan desesperadamente. Este es el mundo en que
vivimos.
Nueva era
de enfermedades víricas
La OMS estima que, cada año, se
registran más de 200 millones de casos de paludismo en el mundo, y que esta
enfermedad, transmitida por mosquitos, causa más de 400.000 defunciones. Pero,
claro, en un 90% la mortalidad se registra en países en los que nadie piensa,
pertenecientes al África subsahariana[2].
En septiembre de 2019 la Junta de
Vigilancia de la OMS publicó un extenso informe sobre la
emergencia sanitaria que se avecinaba. Menciono expresamente a la OMS porque
este organismo ha sido denunciado por Mr. Trump de «ocultar y manejar
inadecuadamente la importancia de la expansión del coronavirus», por lo que ha
decidido congelar la aportación de EEUU a la OMS[3]. Dicha
organización comenzaba su informe diciendo: “Nos
enfrentamos a la amenaza muy real de una pandemia fulminante, sumamente
mortífera, provocada por un patógeno
respiratorio que podría matar de 50 a 80 millones de personas y liquidar
casi el 5% de la economía mundial. Una pandemia mundial de esa escala sería una
catástrofe y desencadenaría caos, inestabilidad e inseguridad generalizadas. El mundo no está preparado”. Yo creo que
esto resultaba fácil de entender por los gobiernos, pero lo que menos gustaba
es, cuando a continuación se dice:
“El mundo
necesita establecer de forma proactiva los sistemas y compromiso necesarios
para detectar y controlar posibles brotes epidemiológicos. Tales actos de
preparación constituyen un bien público mundial que debe promover de forma
constructiva la colaboración de las
comunidades —ya sean locales o internacionales— en la preparación,
detección, respuesta y recuperación. Invertir
en la preparación ante las emergencias sanitarias mejorará los resultados
sanitarios, generará confianza en la comunidad y reducirá la pobreza, y
contribuirá también a los esfuerzos por alcanzar los Objetivos de Desarrollo
Sostenible de las Naciones Unidas”[4].
Y concluía:
“Lo que necesitamos es liderazgo y la voluntad de actuar con firmeza y
eficacia”. Precisamente lo que más estamos echando en falta, un liderazgo unido
y comprometido en el bien general.
La
información estaba ahí, pero no se le hizo caso. Demasiados ocupados con
congresos internacionales de empresas y empresarios; con la celebración de juegos
olímpicos; con las grandes competiciones deportivas… ¿Por qué hacer caso a
rumores de desastres cuando todo iba tan bien? Se Podría
haber trabajado en investigación y vacunas, como recomendaba la OMS a los
dirigentes mundiales, porque el riesgo de pandemias de coronavirus estaba en el
aire.
Entre 2011
y 2018, la OMS realizó un seguimiento de 1483 brotes epidémicos en 172 países.
Enfermedades potencialmente epidémicas como la gripe, el síndrome respiratorio
agudo severo (SARS), el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS), el ébola, el zika, la peste o la fiebre amarilla, entre otras, presagian una nueva
era marcada por una mayor frecuencia en la aparición de brotes de consecuencias
nefastas y propagación potencialmente
rápida, cada vez más difíciles de gestionar.
Hemos
llegado a esa nueva era de enfermedades
infecciosas y ahora es la hora de actuar unidos y solidariamente. Todos
estamos en el mismo barco y nadie se salvará solo, aunque una vez más, los
pobres se están llevando la peor parte, y lo que aún falta, porque los efectos
sobre las economías van a ser tan devastadores que es del todo imprevisible
saber cómo saldremos de esto. De momento, la previsiones de la OMS en este
informe se han cumplido con creces: el trastorno del comercio y del turismo,
pilares básicos de la economía mundial.
Todos estamos en el mismo barco y nadie se salvará solo, aunque una vez más, los pobres se están llevando la peor parte,
Divino
Mercado
El dios de
este siglo tiene un nombre claro y distintivo: Mercado. Cuenta con infinidad de
adoradores, cuyo credo básico se reduce a conseguir beneficios cada vez
mayores, no importa que sea mediante la producción de bienes de consumo, o de productos
financieros que solo benefician a los especuladores. A los ladrones, a los
codiciosos, para entendernos. Personas, pueblos, países, el mundo entero está
supeditado a este culto. No hay otro programa que su programa. Maneja una
sustancia, un sacramento del que todos quieren participar: dinero.
La ínfima piedrecita del Covid-19 ha puesto de manifiesto los pies de
barro del sistema. El mercado se ha venido abajo. Una colosal caída del coloso.
Los científicos ya sabían que vendrían pandemias, probablemente de la
variedad del coronavirus, reflexiona Noam Chomsky. “Hubiese sido posible
prepararse en aquel punto y abordarlo como se hace con la gripe. Pero no se ha
hecho. Las farmacéuticas tenían recursos y son super ricas, pero no lo hacen
porque los mercados dicen que no hay beneficios en prepararse para una
catástrofe a la vuelta de la esquina”[5].
Lo mismo decía en España, Vicenç Navarro,
economista y catedrático de Ciencias Políticas. “Los productores de vacunas y
fármacos son las empresas farmacéuticas, en su mayoría radicadas en los
países ricos, que tienen como objetivo principal optimizar sus beneficios, lo
cual quiere decir que solo producen vacunas o fármacos para enfermedades que
les son rentables, según el criterio de lo que llaman mercados”[6].
Toda la
Biblia, desde Génesis en adelante, es una denuncia y una lucha contra la
idolatría, contra lo ídolos que se imponen sobre la gente y la subyuga, le
chupa la sangre y le niega la libertad. El primero con quien ajusta cuentas es
con Marduk, el creador del hombre en la cultura del antiguo Oriente Próximo. Un
dios ingenioso, que junto a otros dioses, los únicos seres existentes en sus
antiguos mitos, tenía que realizar la laboriosa y agotadora faena de cavar
zanjas y elevar diques para conducir el agua a los cultivos necesarios para su
sustento, puesto hasta los dioses tienen que comen, si no, mueren. Un día se le
encendió la luz. Acudió ante la Junta de Dioses y les propuso su brillante
idea: crear un ser que hiciera el trabajo por ellos y así poder descansar y
dedicarse al ocio. Los dioses son clase ociosa, pero les gusta apremiar al
trabajo a los demás. Todos aplaudieron con regocijo la propuesta. Hombre llamarían a aquel engendro, que
soportaría toda la carga de su sustento. En el moderno Mercado (Market, en inglés; Markt en alemán) resuena el nombre del antiguo Marduk. Un mismo
espíritu les anima. El pueblo al servicio de los de arriba; realizando los
trabajos más pesados por la menor remuneración. La Justa de Accionistas (que
así se llaman ahora los antiguos dioses) a recibir beneficios, y con la advertencia —imperativa— de aumentarlos
cada día más, no importa el esfuerzo o el sufrimiento ajeno.
En el moderno Mercado (Market, en inglés; Markt en alemán) resuena el nombre del antiguo Marduk. Un mismo espíritu les anima. El pueblo al servicio de los de arriba;
Frente a
esta concepción de la divinidad, se levanta majestuosa y tajante la visión del
Dios bíblico. Crea al hombre por un acto libre y desinteresado. No lo pone a su
servicio, ni siquiera como monaguillo que haga sonar la campana cada vez que
Dios se levante o se siente, o tenga ganas de oír alabanzas en su nombre.
Sencillamente, crea al hombre por el hombre mismo, o como diría el filósofo E.
Kant: el hombre es un fin en sí mismo, no un medio para usos de otros individuos, lo que lo convertiría en una cosa[7]. Exactamente, no es un medio, una cosa, a
utilizar por otros. Al contrario, es todo un señor. Dios los bendijo —varón y hembra—, y les dijo: “Fructificad y
multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar,
en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la
tierra” (Génesis 1:28). De trabajar para otros —junta de dioses o accionistas—, nada
de nada. “He aquí
que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y
todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer” (v. 29). En
el relato del segundo capítulo genesiaco se dice que Dios tomó al hombre, y lo puso en el huerto de Edén,
para que lo labrara y lo guardase (2:15), pero para su propio sustento. Un
trabajo no enajenado de su persona, como mercancía, sino como realización
personal para su propio mantenimiento. El entorno insuperable: un huerto
provisto de todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer (2:9). En
resumen, el hombre, según la versión bíblica en confrontación con la caldea, no
está hecho al servicio de los dioses, del mercado o de la economía, sino al
contrario, como dirá Jesucristo respecto al Sábado (Marcos 2:27). El hombre no
está creado para la Economía, sino la Economía para hombre. Si alguien no
entiende esto, difícilmente entiende la Biblia.
Esto no
significa la negación del mercado y de la economía, lo que condena es su
absolutización, el pecado de convertir un medio en un fin, lo cual es trastocar
el orden divino de la creación, que es vida y simbiosis; homeosis y ayuda mutua,
que es precisamente lo que trastoca el pecado, negación de lo que se afirma,
afirmación de la negatividad.
El
relato del acadio Marduk, más allá del mito, refleja la situación socioecómica
de la sociedad en que fue compuesto. Una sociedad dolorosamente dividida entre
los de arriba y los de abajo, cuyos reyes-sacerdotes, o sacerdotes-reyes legitiman
sus privilegios recurriendo a una historia que remite al principio del tiempo la situación de igualdad existente entre los
hombres. Es lo que los autores bíblicos nunca hacen. Eso explica su
desconfianza y su rechazo de tener un rey como los demás pueblos (1 Samuel
8:4-5), pueblos politeístas dominados por una casta monarco-sacerdotal-terrateniente
indiferente a la desgracia del pueblo, al que se priva de todo para ellos
acapararlo todo y entregar como una merced lo imprescindible para la
subsistencia. El viejo profeta Samuel argumenta contra la conveniencia de un
rey, y con el corazón partido expone sus objeciones, tal como eran percibidas
en las monarquías existentes:
“Esto es lo
que os espera con el rey que os va a gobernar: Llamará a filas a vuestros
hijos, y a unos los destinará a los carros de combate, a otros a la caballería
y a otros a su guardia personal […] Tomará también a su servicio a vuestras
hijas, para que sean sus perfumistas, sus cocineras y sus panaderas. Se
apoderará de vuestras mejores tierras y de vuestros mejores viñedos y
olivares, y se los entregará a sus funcionarios. Os quitará la décima
parte de vuestros cereales y viñedos, y se la entregará a los
funcionarios y oficiales de su corte. También os quitará vuestros
criados y criadas, y vuestros mejores bueyes y asnos, y los hará trabajar
para él. Se apropiará, además, de la décima parte de vuestros rebaños, y
hasta vosotros mismos tendréis que servirle” (1 Samuel 8:11-17, DHH).
El hombre no está creado para la Economía, sino la Economía para hombre. Si alguien no entiende esto, difícilmente entiende la Biblia.
Pero el
pueblo no escuchó, ¿cuándo escucha el pueblo?, y tuvieron reyes semejantes al resto de los pueblos, y
por lo mismo se dividieron entre sí; las exigencias caprichosas e intolerables
de un rey obligó a las tribus a partirse en dos reinos, con sus respectivos
reyes. Unos alcanzaron más gloria que otros, pero en ambos reinados los
profetas no dejan de denunciar el quebrantamiento de la ley divina, el abandono
de las viudas y de los huérfanos. Desde entonces, el Dios de Israel es más que
nada el Dios y padre de los huérfanos y de las viudas; de los extranjeros y de
los pobres de la tierra. Estas son las prioridades de Dios, por encima de las
batallas y triunfos de los ejércitos israelitas; de la prosperidad y riqueza de
sus gobernantes; incluso por encima del sistema sacerdotal y sus sacrificios de
animales engordados.
Algo anda
muy mal en el mundo cuando en el país más rico y poderoso del mundo, a la gente
de abajo le preocupa más la factura del hospital que su propia curación.
La gran
mutación
Esta
epidemia ha sacado lo mejor de muchos, dando pruebas de verdadero heroísmo;
pero también la bajeza de otros, revelando la ambigüedad del ser humano que
siempre se mueve, nos movemos, entre dios y el diablo. Los que no tienen no son
mejores que los tienen, solo que en los que tienen se revela, se descorre el
velo del recinto interior del egoísmo e insolidaridad que a todos nos parasita.
Leo como resignada confirmación lo que la teóloga Emilce Cuda dice de lo que
está ocurriendo en Italia: “En el país del
Papa Francisco desató las furias entre los empresarios quienes, en respuesta y
por pura provocación, también tomaron una decisión: despedir trabajadores en
medio de la pandemia, al margen de la mesa de diálogo social, sin amenaza de
quiebra. ¿Lo hicieron por fines económicos o políticos? Lo hicieron por
decisión, y punto”[8].
La pandemia
del coronavirus ha puesto en evidencia las injusticias del sistema neoliberal.
Estaban ahí, pero mientras afectaba a otros, los demás creían que eso no era
probable que les ocurriera a ellos. Somos demasiados optimistas respecto a
nuestra propia suerte, decía Eduardo Punset, moriremos de viejos y con pocas
enfermedades. ¿A quién le preocupa el incremento de las enfermedades conocidas como diseases of despair, “enfermedades de la
desesperación”, tales como suicidios, alcoholismo, drogadicción y violencia
interpersonal. Eso le pasa a los otros, que no saben afrontar las
contrariedades.
Así se explica que, incluso entre las clases más afectadas, se
acepte sin rechistar el avance de la ideología de muerte, las políticas neoliberales,
llevadas a la práctica desde los años 80 del siglo pasado. Hemos sido testigos
del desmantelamiento del Estado de Bienestar, ya precario de por sí en España e
inexistente en otros países. “El punto central de esta ideología neoliberal ha sido disminuir las intervenciones del
Estado que favorezcan el bien común, hecho responsable del enorme descenso de
la calidad de vida y bienestar de las poblaciones, contribuyendo con ello a
crear la enorme crisis climática, por un lado, y a la pandemia, por el otro”[9].
La pandemia del coronavirus ha puesto en evidencia las injusticias del sistema neoliberal. Estaban ahí, pero mientras afectaba a otros, los demás creían que eso no era probable que les ocurriera a ellos.
Todos los analistas de la situación presente, ya sean
economistas, filósofos, políticos, sociólogos o poetas, coinciden en afirmar
que ya nada va a ser como antes. “Las cosas a las que estábamos
acostumbrados como parte de nuestra vida diaria ya no se darán por sentadas,
tendremos que aprender a vivir una vida mucho más frágil con amenazas
constantes. Tendremos que cambiar toda nuestra postura ante la vida, ante
nuestra existencia como seres vivos entre otras formas de vida”[10].
El
Covid-19
nos he metido en un terreno pantanoso, en un campo de arenas movedizas del que
no sabemos cómo vamos a salir. Los hay más o menos optimistas, como Noam
Chomsky, que sin negar las dificultades que tendremos que afrontar, afirma que se puede hacer. “Los humanos nos hemos
enfrentado ya a graves problemas en el pasado»[11].
Para Vicenç Navarro, estamos siendo testigos del fin del neoliberalismo. “La pandemia está mostrando la necesidad de cambiar
profundamente las correlaciones de fuerzas dentro los Estados, a fin de
eliminar la excesiva influencia de unos intereses particulares que obstaculizan
alcanzar el bien común”[12].
Lo bueno de esta epidemia, como ha puesto de manifiesto Žižek, es que el Covid-19 en su
intromisión involuntaria en nuestras vidas ha puesto de manifestó las
líneas que nos separan de la barbarie. “Uno de los signos de la civilización
actual es la creciente percepción de que continuar las diversas guerras que
rodean el mundo es una locura total y sin sentido. Así también la comprensión
de que la intolerancia hacia otras razas y culturas, o hacia las minorías
sexuales, palidece ante la magnitud de la crisis a la que nos enfrentamos”[13].
Conociendo como conocemos la
naturaleza humana, nos extraña mucho que el reconocimiento
intelectual de la locura y barbarie que representan las guerras (locura que ya
denunció con vigor Erasmo de Rotterdam en su día, cuando los príncipes jugaban
a ser mecenas del arte), y la intolerancia racial o sexual, de repente todo
esto vaya pasar a un segundo plano, antes me creo la visión más negra estilo Walking dead[14], o
el más civilizado “usted es un peligro potencial de contagio, por favor
abandone nuestro vecindario”.
¿Puede el etíope cambiar de piel,
o el leopardo quitarse sus manchas?
(Jeremías 13:23).
Más realista me parece
la propuesta de Jesucristo, que comienza con una llamada a la conversión. “Si no
os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:5). O nacemos de nuevo (Juan 3:3) o aquí no
hay quien viva. No nacer a lo nuevo,
sino dejar que lo nuevo nazca en nosotros.
Es decir, permitir que lo que está por encima de nuestras fuerzas nos agracie
con la fuerza que ya no es vivir en el
yo, dichoso o desgraciado, sino en aquello que afianza el yo, para que su no-yo
sea el yo que se planta en medio de la vida, perdonado y rehecho. Un yo que
sale del yo para recuperar su yo. No es un juego de palabras, es el camino que
va de la muerte a la vida. La vida que es muerte del viejo hombre y alumbramiento
del nuevo hombre creado en Cristo Jesús (Efesios 2:10). Nueva creación (2
Corintios 5:7) que es la gran mutación, de la que habla nuestro querido amigo Xabier Pikaza, que es la necesidad más
urgente de nuestra sociedad. “En sentido general, la vida de los hombres cambia por evolución, a través de
pequeñas variaciones a partir de aquello que existía previamente. Pero Jesús no ha sido una simple evolución, un breve cambio dentro de un modelo de vida ya existente, sino una mutación, una nueva creación”[15].
Más realista me parece la propuesta de Jesucristo, que comienza con una llamada a la conversión. “Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:5). O nacemos de nuevo (Juan 3:3) o aquí no hay quien viva.
Esta
mutación que necesitamos no es de orden vírica, a pesar de que estamos
colonizados por microorganismos instalados en cada partícula de nuestro cuerpo;
ni acto de la voluntad, ya religiosa, ya política, impotente en cuanto parte de
la vieja creación; es la irrupción del Espíritu en el valle de los huesos secos
de nuestra vieja naturaleza, cuyo aliento hace resucitar; en una palabra, es
voluntad divina que hace nuevas todas las cosas (Juan 1:13; Apocalipsis 21:5). Se
impone no imponiendo, solo amando (Juan 3:16), de modo que nuestra impotencia
se convierte en dynamis, potencia
renovadora con la llama del amor, pues solo el amor puede salvarnos: Amor
pobre, pero rico; manso, pero audaz; hambriento, pero saciando a muchos; justo,
pero justificando a los injustos; limpio, pero ensuciándose por el bien común;
pacífico, pero aguerrido para no discriminar a nadie; perseguido, pero
victorioso (Mt 5:3-12).
No es
el nuestro un mundo proclive al cambio, pero nada sino una conversión sincera y
profunda al Evangelio puede ayudarnos. Levadura que hace fermentar la masa.
Sal que da sabor a la existencia.
No
saldremos mejores de esta pandemia, pero quizá sí más conscientes de nuestra
fragilidad, de lo efímero de nuestro existencia. Puede que esta conciencia nos
dure poco, si es que llega a darse. Será un desperdicio vital no haber
aprendido nada. Pero qué regocijo que en la presente postración escuchemos una
nota, si musical o existencial no se sabe, pero que llega a nosotros como lo
más nuestro que no es nuestro, pero que lo necesitamos. Mutación y simbiosis por
la que eternamente nos asociamos en el tiempo con la realidad que nos devuelve
nuestra verdadera imagen. Imagen de Dios en Cristo (Romanos 8:29), primicias de
la nueva creación.
PARA ACCEDER A LA PRIMERA PARTE:
PARA LA SEGUNDA PARTE:
Notas
[1] Jeremy Rifkin, “Estamos ante la amenaza de una extinción y la gente ni siquiera lo sabe”, https://theconversation.com/jeremy-rifkin-estamos-ante-la-amenaza-de-una-extincion-y-la-gente-ni-siquiera-lo-sabe-136986?utm_source=facebook&utm_medium=bylinefacebookbutton&fbclid=IwAR3hMlETEhZb7bGVrmCnTBq4zAU8PjrmeZE4uR667IaOOP7yKbeHfeoPi-g
[2] Datos extraídos del informe de la Organización Mundial de la Salud, Diez amenazas a la salud mundial en 2018, https://www.who.int/features/2018/10-threats-global-heath/es/
[3] El director de la revista Lancet, Richard Horton, escribió en su cuenta de Twitter que la decisión de Trump es «un crimen contra la humanidad… Cada científico, cada sanitario, cada ciudadano debe resistir y rebelarse contra esta traición a la solidaridad global». La OMS llamó la atención sobre los contagios en Wuhan el 5 de enero. Cuatro días después distribuía una guía a los Estados miembros sobre este desconocido virus. El último día de enero declaraba la emergencia global. El 24 de enero Trump elogiaba a China por su colaboración para contener el virus. El 24 de febrero, Donald Trump decía en su cuenta de Twitter que la situación estaba bajo control en Estados Unidos. Tres días más tarde decía que el coronavirus desaparecería milagrosamente. Literal. Justo en febrero, Trump presenta unos presupuestos con recortes en el Centro de Prevención y Control de Enfermedades y en otras partes relacionadas con la salud, por el contrario, aumentó la financiación de las industrias de energía fósil, el gasto militar, el famoso muro… El 29 de febrero se confirmaba la primera muerte por coronavirus en EEUU. Hasta el 21 de marzo el Departamento de Sanidad de EEUU no hizo un encargo masivo de mascarillas y hasta entonces la Administración Trump no se tomó la amenaza en serio. Es decir, dos meses después de la declaración de emergencia global realizada por la OMS. https://www.elindependiente.com/politica/2020/04/15/trump-culpa-al-oms-de-la-pandemia-del-coronavirus-y-congela-la-aportacion-de-eeuu/
[4] OMS, Un mundo en peligro, https://apps.who.int/gpmb/assets/annual_report/GPMB_Annual_Report_Spanish.pdf
[5] “Hemos entregado nuestro destino a tiranías privadas”, https://www.efe.com/efe/espana/cultura/chomsky-estamos-ante-otro-fallo-masivo-y-colosal-del-capitalismo-neoliberal/10005-4226729
[6] Vicenç Navarro, Lo que no se ha dicho de la epidemia de coronavirus, https://www.nuevatribuna.es/opinion/vicenc-navarro/ha-dicho-epidemia-coronavirus/20200316192235172144.html
[7] Immanuel Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Alianza Editorial, Madrid 1999.
[8] Emilce Cuda, "Estamos sitiados entre dos frentes: el viral y el liberal", https://www.religiondigital.org/opinion/Emilce-Cuda-sitiados-frente-liberal-viral-capitalismo-pobreza-america-mundo-crisis-coronavirus-estado-derechos_0_2219778006.html
[9] Vicenç Navarro, Lo que se está ocultando en el debate sobre la pandemia, https://www.nuevatribuna.es/opinion/vicenc-navarro/ocultando-debate-pandemia/20200324140346172554.html
[10] Slavoj Žižek, ¡Pandemia! El Covid-19 sacude al mundo, p. 49. Abril, 2020
[11] Noam Chomsky: «Superaremos la crisis del coronavirus, pero tenemos crisis más serias por delante», https://kaosenlared.net/noam-chomsky-superaremos-la-crisis-del-coronavirus-pero-tenemos-crisis-mas-serias-por-delante/
[12] Vicenç Navarro, Lo que se está ocultando en el debate sobre la pandemia, https://www.nuevatribuna.es/opinion/vicenc-navarro/ocultando-debate-pandemia/20200324140346172554.html
[13] Slavoj Žižek, ¡Pandemia! El Covid-19 sacude al mundo, p. 63. Abril, 2020
[14] “En el inicio de la cuarentena, las armas y las bebidas alcohólicas fueron los productos más vendidos. Ante un posible escenario Walking dead, parte de la sociedad americana corrió a las tiendas de armas y municiones, Las noticias de la CBS daban cuenta de disparos entre vecinos. El alcalde de Baltimore, Jack Young, debió pedir a los ciudadanos que dejasen de tirotearse entre ellos para no tener que usar camas de hospitales destinadas a enfermos de Covid-19”. Walter C. Medina, Sacrificar a los débiles. American way of… https://www.nuevatribuna.es/articulo/global/sacrificar-debiles-american-way-of/20200423175750173935.html?fbclid=IwAR3gCFx-JT6_k5unp7adeljkAG8PnnPVhW5CsJQqW1Kuka2rGO1PcUFFCMU
[15] Xabier Pikaza, Coronavirus, un tiempo para “resucitar”. La mutación cristiana, https://www.religiondigital.org/el_blog_de_x-_pikaza/Coronavirus-ocasion-resucitar-pascua-mutacioncristiano_7_2224347544.html
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Alfonso Ropero es Doctor en Filosofía (Sant Alcuin University College, Oxford Term, Inglaterra) y Máster en Teología por el CEIBI. Es autor de, entre otros libros, Filosofía y cristianismo; Introducción a la filosofía; La renovación de la fe en la unidad de la Iglesia; Mártires y perseguidores y La vida del cristiano centrada en Cristo.
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