Ir al contenido principal

Los Anabautistas del siglo XVI, Manuel Díaz Pineda, Editorial Sola Fide

 


Los Anabautistas del siglo XVI, Manuel Díaz Pineda, Editorial Sola Fide, Salamanca, 2024.

 

Entre los teólogos e historiadores de la Reforma tanto luteranos como calvinistas, ha sido frecuente meter en el mismo saco a todos los denominados anabautistas, ya sean pacifistas, violentos o alucinados, a la hora de enjuiciar ese fenómeno religioso de renovación que se dio en tierra de nadie. Digo tierra de nadie, porque a diferencia de la Reforma magistral, es decir la relacionada con autoridades seculares, tales como príncipes, magistrados o consejos municipales, los anabautistas no contaron con el apoyo de ninguna magistratura local o provincial. A esto hay que sumar, que los promotores de este tipo de Reforma radical, es decir, de vuelta a las raíces de la fe y de la iglesia cristiana según el Nuevo Testamento, rechazaron cualquier autoridad secular sobre la Iglesia. Al carecer de respaldo político fue fácil someterlos a todo tipo de ultrajes y persecuciones sin entrar en conflicto con otros poderes constituidos.

 La mayoría de los cristianos podemos hablar algo de la Reforma Protestante magisterial del siglo XVI, y sus principales protagonistas.  Sin embargo, pocos conocen la Reforma Radical y a sus líderes que trabajaron junto a Lutero y Zuinglio en los inicios del movimiento, pero que luego se separaron ideológicamente de éstos. La Reforma protestante, se quedaría incompleta sin considerar las aportaciones que estos insignes héroes hicieron a la fe cristiana.

 A la Reforma Radical se le ha asociado históricamente a la violencia religiosa, la guerra del campesinado y la emergencia de herejías históricas contra las que el cristianismo histórico había luchado tenazmente. Si bien todas estas acusaciones tienen algún asidero histórico, reducir este amplio y complejo movimiento a esos elementos es igualmente problemático.

 Sobre la base de la Escritura y su autoridad, algunos lectores creyentes, unos con formación teológica, otros carente de ella, rechazaron el bautismo de infantes por considerar que no tenía respaldo en lo que decía en la Escritura. Dando un paso más, se atrevieron a defender del bautismo de adultos, en base a una fe personal, y a ponerlo en práctica, bautizándose a sí mismo, según el ejemplo de Juan Bautista, del mismo Jesús y de los apóstoles. Aquello fue demasiado; una línea roja que los reformadores como Lutero o Zuinglio no estaban dispuestos a reconocer o aprobar. Enseguida se puso en marcha el aparato represivo contra quien tuviera el atrevimiento de hacerse bautizar de nuevo. Así es como aquellos creyentes reformistas radicales pasaron a ser conocidos despectivamente como anabautistas o «rebautizadores» (ana —de nuevo— baptista).

 Eran gente pacífica, pero no estaban dispuestos a ir contra lo que les dictaba su conciencia y su nueva fe adquirida. Eran plenamente conscientes del precio tan alto que tendrían que pagar por seguir en este camino, pero estaban dispuestos a hacerlo por fidelidad a su Señor y Salvador. Que eran pacíficos, y no revolucionarios por sistema, se demuestra cuando en 1524 se enfrentaron a Thomas Müntzer y su ejército revolucionario campesino instándoles a que abandonaran el camino de la espada.

 La presente obra, de carácter informativo y descriptivo, ayuda a distinguir y separar los verdaderos anabautistas, de aquellos otros de espíritu violento y visionario que, recurriendo a imágenes milenarias tomadas del Antiguo Testamento, quisieron introducir el reino de Dios en la tierra proclamándose nuevos mesías, ungidos con la realeza del rey David, profetizando que la segunda venida de Cristo era inminente, el cual acabaría con todos sus enemigos y premiaría a los fieles con un lugar de privilegio en el nuevo reino de paz y gloria eternas.

 La obra del Dr. Manuel Díaz Pineda desenreda la madeja que la historia misma, debido a la complejidad de los hechos y los prejuicios, ha creado a lo largo del tiempo, presentándonos de una manera objetiva lo que los reformistas anabautistas pretendían en esencia, a saber, la creación de iglesias fieles al modelo del Nuevo Testamento según la enseñanza de Cristo. Además el autor nos ofrece una selección de textos de los anabautistas más representativos, que nos sumergen en el corazón y la mente de aquellos creyentes que no pretendieron otra cosa que ser cristianos consecuentes con la enseñanza del Maestro.



---------------------------------



Manuel Díaz Pineda. Doctorado en Ciencias de las Religiones, de la Universidad Complutense de Madrid, es Rector y Profesor de la Facultad Teológica Cristiana Reformada.

Cursó estudios teológicos en el Seminario Teológico Bautista Español (Madrid), en el Seminario Bíblico Latinoamericano, San José (Costa Rica), en la American World University (USA), en la California Christian University (USA).





Comentarios

  1. Seguro que es un libro excelente, digno de estudio. ¡Gracias por hacernos partícipes de tan grata publicación!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Guía práctica para escribir una exégesis

  Muchas veces nos acercamos al texto bíblico con prejuicios o con ideas ya formuladas acerca de lo que el texto supuestamente quiere decir. Para un estudio serio del texto, debemos, en lo posible, abrirnos al texto, despojarnos de esos prejuicios y tratar de extraer de las Escrituras el mensaje revelado por Dios.  La Biblia no se interpreta sola. Debemos interpretarla. Además de una lectura orante o devocional, debemos hacer una lectura seria y profunda, una lectura bien estudiada, en otras palabras, una exégesis.  Acá les compartimos, traducida del inglés, una guía para la exégesis bíblica. 

Escuchar o desaparecer: una intuición | Lucas Magnin

Escribí el siguiente texto hace exactamente dos años; lo encontré de casualidad y lo comparto con la esperanza de que traiga un poco de reflexión (o, al menos, no se desintegre en el éter digital). Estamos con Almen en un congreso católico de comunicación en Roma. Gente de todo el mundo; muchos idiomas y colores. Si no somos los únicos protestantes, pega en el palo. El tema que no deja de aparecer, una y otra vez, de infinitas formas, es la importancia y la necesidad de que las instituciones escuchen. Ser inteligentes al incorporar las voces, las críticas, las víctimas de abuso, las sugerencias. Escuchar para ser relevantes, para ser solidarios y, a fin de cuentas, escuchar para no desaparecer. Esta es la preocupación que unifica a quienes están pensando y movilizando la comunicación católica a nivel global. Saben que, si no logran oír e incorporar la voz de los creyentes (e incluso de los no creyentes), se enfrentan una crisis de confianza prácticamente irreversible. Para...