Los veintisiete escritos que componen el Nuevo Testamento fueron leídos e interpretados por la Iglesia prácticamente desde el mismo momento en que vieron la luz, pues encontró en ellos la culminación de la revelación de Dios en la persona y la obra de Jesucristo, así como el mensaje de salvación que había de ser proclamado al mundo. De este modo, los cuatro Evangelios, los Hechos de los Apóstoles, las epístolas paulinas y las universales y el libro del Apocalipsis se convirtieron en centro de interés de eruditos y estudiosos cristianos y pronto comenzaron a emerger corrientes diversas de pensamiento que buscaban su correcta comprensión, así como cuanto tuviera que ver con sus orígenes, autorías y destinatarios, temas no siempre fáciles de dilucidar ya en la propia Antigüedad.
Es así como se inició una exégesis del Nuevo Testamento rudimentaria en sus comienzos, si bien apasionante, que persistió a lo largo del tiempo hasta que en la segunda mitad del siglo XVIII dieron comienzo los estudios bíblicos realizados con incipientes métodos críticos, hoy mucho más perfeccionados. Desde ese llamado Siglo de las Luces hasta nuestros días la exégesis y la investigación sobre el Nuevo Testamento, aunque ha tocado todos sus grandes núcleos literarios, se ha interesado especialmente en la figura señera de Jesús de Nazaret buscando lo que debió ser su realidad histórica, su pensamiento, sus medios vitales, todo lo que, en definitiva, hizo de él, no solo el Mesías judío, sino el Redentor del género humano.
Se ha realizado, por tanto, un gran recorrido desde las hipótesis de Marción de Sínope en el siglo II, rápidamente tildadas de heréticas, hasta las diversas corrientes reunidas en el Jesus Seminar de nuestros días, desde la más acendrada ortodoxia de los Padres de la Iglesia hasta los diversos puntos de vista expresados en las distintas escuelas de los siglos XIX y XX.
Esta obra de Juan María Tellería Larrañaga busca, por encima de todo, informar al lector de este largo trayecto de veinte siglos de investigación neotestamentaria introduciendo en escena figuras señeras de la exégesis y del pensamiento cristiano, presentando sus aportaciones y describiendo, en la medida de lo posible, los hitos de sus investigaciones y sus enfoques distintivos. A guisa de anécdota incluye un breve capítulo final en el que expone también el pensamiento de exegetas e investigadores judíos interesados en la figura de Jesús, pues lo hay y de gran talla académica, pese a no ser demasiado conocidos del gran público cristiano.
Trabajo pionero en nuestra lengua castellana, este libro convida a la reflexión sobre las investigaciones llevadas a cabo, al mismo tiempo que exhorta a la más acendrada humildad acerca de estos temas: nadie ha dicho nunca la última palabra sobre la interpretación del Nuevo Testamento ni sobre la vida de Jesús. Solo nos resta seguir adelante, estudiando, reflexionando y siempre proclamando el mensaje del Nazareno.
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