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Una mujer puede aprender, pero no enseñar - Por Isabel Pavón



Hay varones que se dedican a enseñar en las diferentes congregaciones. En estos encuentros, ya sean gratis o mediante pago, están admitidas las mujeres. Estudian los mismos temas que ellos, hacen los mismos ejercicios e intervienen en los mismos debates. En el caso de tener que realizar algún tipo de exámenes, igual que los hombres sacan sobresalientes en las diferentes materias. No obstante, algunos de estos maestros, incongruentemente están en contra de que las mujeres enseñen a otros adultos. Sí se les permite instruir a los más pequeños, discriminando a estos también, como queriendo dar a entender que pueden aprender de una mujer mientras llegan a la adolescencia.

Cuando las mujeres están formadas en estudios teológicos no se les permite que transmitan esos conocimientos, esconden su verdadero sentir y dicen que es Dios quien lo prohíbe. Me pregunto qué sentido tiene, cuál es el fin de enseñarles si después no pueden compartir con los demás lo que han aprendido. Son discriminadas, se ven amordazadas ante los fieles y, si alguien no está de acuerdo con esta exclusión, calla, mira hacia otro lado para no señalarse.
Me consta que cuando algunos de estos "patriarcas" que menciono asisten a algún acto y ven que la que enseña o predica en ese momento es una mujer, salen fuera. Prefieren esperar en la calle, ya sea con frío o con calor, a que termine para que ninguna de sus palabras les entre en los oídos y les confunda la supuesta sana doctrina que aseguran tener aprendida. 
¿Por qué tanto temor? ¿O será desprecio hacia la obra de Dios en el género femenino? ¿Cómo puede alguien enseñar primero y marcharse después si, por ejemplo, una de sus alumnas comparte las enseñanzas que él mismo le impartió?



Hay creyentes que se saben un par de versículos de memoria sacados de contexto para afianzarse en contra de poner a la luz los dones de las mujeres y olvidan aprenderse otros que están a favor. 

En el sobre de un azucarillo leí ayer la siguiente frase atribuida a Platón: "El que aprende y aprende y no practica lo que sabe, es como el que ara y ara y no siembra". Aquí se describe bien el sentido de lo que quiero expresar aunque yo lo redactaría de la siguiente manera: La que aprende y aprende y no puede practicar con otros lo que sabe, es como la que desea arar y arar para sembrar y no puede porque hay quienes le ponen cercas al campo para que no entre.


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Isabel Pavón nació en Málaga. Trabaja en la Junta de Andalucía. Miembro del Consejo de Dirección de Tiberíades (Red Iberoamericana de Poetas y Críticos Literarios). Durante diez años fue presidenta del Certamen Literario González-Waris y secretaria de ADECE (Alianza de Escritores y Comunicadores Evangélicos). Secretaria del Certamen Rey David de Poesía. Miembro del equipo de redacción de la revista Solera (Área de Derechos Sociales del Ayto. de Málaga). Miembro del Colectivo Literario Palabras Libres. Desde 2005 es columnista semanal en Protestante Digital, allí coordina también la sesión POE+. Colabora en la revista Renovación desde 2012. Ha recibido más de cincuenta premios literarios. Participa en recitales y conferencias. Es diplomada en Religión, Género y Sexualidad por UCEL/GEMRIP.






Comentarios

  1. Modernamente puede ser el temor, el que hace a los hombres esconderse de encontrar a mujeres no solo preparadas, sino que lleguen a saber mas que ellos. Pero historicamente, las religiones, todas ellas, han sido un reducto como los antiguos clubes ingleses solo para varones...
    La religion cristiana -con todas sus corrientes y variantes- esconde sus complejos en declaraciones dogmaticas que no admiten discusion. Sin embargo, tambien debemos reconocer que algunas mujeres se llegan a creer el cuento y prefieren "aprender en su casa" como lo dice un reputado discipulo de Jesus, que luego dejo el texto como revelacion de obligatorio cumplimiento. Hay mucho camino por recorrer aun, pero no se puede desmayar. Salud.

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