Friedrich Nietzsche fue
uno de los pensadores más influyentes del siglo XIX y uno de los más relevantes
de la filosofía occidental. Del cual, confieso, soy un vehemente lector. Mucho
de su pensamiento se ha introducido en la cultura popular, aunque algunas veces
se suele interpretar erróneamente. Tal es el caso de una de sus frases más
famosas: "Dios ha muerto".
Entonces, si hay una
persona que está resistida en el mundo cristiano, ese es el filósofo alemán. Y no es sorprendente de que este
dicho haya sido la bandera de muchos ateos. Como cristiano abogo en primera
instancia por la Paz. No tengo como intención la utópica tarea de reconciliar
al cristianismo con este pensador. Pero si, pensando en la armonía (que puede
darse en las opiniones con diferencias), armar una tregua, aunque sea
momentánea. Y ya que el poeta alemán daba alto valor a la interpretación, voy a
darme la licencia de hacerlo con el mismo. Como dije, no pretendo hacer decir
aquí a Nietzsche cosas que no dijo, se sabe perfectamente que su crítica al
cristianismo fue muy fuerte, pero no por ello debemos descartarla, más aún si
nos puede ayudar a identificar errores. No es la idea presentar a un hombre
diciendo cosas que nunca pensó, pero si es posible hacer una relectura desde
una perspectiva cristiana. Así que procedo con algunos detalles a contemplar en
sus obras.
Primero, para entender el
aforismo 125 de La gaya ciencia,
escrito en 1882, debemos tener en cuenta que Nietzsche desarrolló su filosofía
con alegorías, por lo que no se debe entender todo de manera literal. En este
caso, cuenta la historia de un hombre loco que baja al mercado y anuncia la
muerte de Dios. La frase "Dios ha muerto" no quiere decir que Dios
murió. En realidad, se refiere al creciente ateísmo que surgió durante el siglo
XVIII, con el nacimiento de la Ilustración.
Las ideas de la ciencia,
la razón y el progreso crecían entre los intelectuales de aquellos años, por lo
que el ateísmo se volvía una corriente cada vez más popular y de ahí proviene
parte del pensamiento de Nietzsche, a pesar de que creció en una familia
creyente.
¿Qué quiere decir que Dios ha muerto?
Las ideas de la
Ilustración rompieron gran parte de la construcción de la cultura occidental de
los últimos siglos, basadas en la religión y en la idea de Dios. Al decir que
"Dios ha muerto", Nietzsche explica metafóricamente que con eso se
rompen los cimientos del saber y la moral de la historia de la humanidad, que
antes le otorgaba un sentido a la existencia. De acuerdo con el filósofo,
enfrentar la muerte de Dios haría que la humanidad soporte la podredumbre de su
cadáver: la pérdida del sentido. De ahí viene el nihilismo, una corriente con
la que se identifica el pensamiento de Friedrich Nietzsche que plantea una
negación del sentido y la existencia.
El anuncio de Nietzsche
según el cual "Dios ha muerto" no es tanto o principalmente una profesión
de ateísmo, como si dijese: "Dios no existe". Esta tesis, la no
existencia de Dios, no pudo enunciarla Nietzsche porque, en ese caso, la
pretendida verdad absoluta de ésta seguiría valiendo para él como un principio
metafísico, como una "estructura" verdadera de lo real que tendría la
misma función que el Dios de la metafísica tradicional. Allí donde hay un
absoluto, aunque éste sea la afirmación de la no existencia de Dios, sigue
habiendo metafísica un principio supremo y, por tanto, ese Dios cuyo carácter
superfluo Nietzsche considera que ha descubierto. En definitiva, que Dios ha
muerto significa para Nietzsche que no hay fundamento último, y nada más.
¿Qué haremos ahora que sabemos que "Dios ha muerto"?
A partir de estas
reflexiones, el filósofo desarrolla gran parte de su pensamiento, que culminaría
en obras como Así habló Zaratustra.
Acostumbrada a la idea de
prepararse para una vida en el más allá, la humanidad debe aprender a vivir el
presente. Es en el ser humano mismo que se debe plantear el sentido de la trascendencia.
Es parte importante del cristianismo entender que hacerse cargo de la existencia
propia es una posibilidad que se abre en ésta vida a través de Jesús. Dios
mismo eligió vivir en carne, y evadir esta responsabilidad en un desajuste en
la vida del creyente. No importa que tenga su vida puesta en el más allá, pero
que eso no haga que desprecie la actual.
Esto, a la luz de
experiencia posmoderna, quiere decir: justamente porque el Dios-fundamento último,
y por tanto la estructura metafísica absoluta de lo real, ya no es sostenible,
por eso mismo es de nuevo posible creer en Dios. Ciertamente, no en el Dios de
la metafísica y la escolástica medieval, que, de todos modos no es el Dios de
la Biblia, esto es, del libro que justamente la metafísica racionalista y
absolutista moderna había confutado y negado poco a poco. Pero esto no es todo;
si ya no hay una filosofía (historicista, como el hegelianismo y el marxismo; o
positivista, como las diversas formas de cientifismo) que considere que puede demostrar
la no existencia de Dios, somos libres de nuevo para escuchar la palabra de la Escritura.
De este modo, su
pensamiento, más allá del pesimismo inicial, plantea una gama de posibilidades.
Estas ideas se concretan en los conceptos de superhombre. ¡Ah el superhombre!
La clave de Nietzsche para entender y asimilar el mundo. Porque para la muerte
de Dios quien va a reemplazarlo es el “Ubermensch” (desde aquí, superhombre).
Sin embargo, en su soberanía sobre la naturaleza y su altiva autosuficiencia,
el superhombre es portador de algo más que de un simple toque de divinidad, lo
que significa, irónicamente, que Dios no
está muerto, después de todo. Nietzsche no parece haberse percatado de que la
idea de que la muerte de Dios, implica también la muerte del hombre y el
nacimiento de una nueva forma de humanidad, la cual el mismo ofrece en el
superhombre, ¡¡¡eso es una doctrina ortodoxa cristiana!!!
La encarnación es el
lugar donde Dios y el hombre se someten a una especie de kénosis o humildad,
simbolizada por el acto de renunciamiento de Cristo. Solo a través de este
trágico vaciamiento de la voluntad puede surgir una nueva esperanza para la humanidad.
En su solidaridad con los marginados y afligidos, la crucifixión es una crítica
de la soberbia humanista. Solo confesando la pérdida y el fracaso podrá
transfigurarse el significado del poder en el milagro de la resurrección. La
muerte de Dios es la vida iconoclasta de Jesús, quien, como un déspota
irascible, rompe la imagen idólatra de Yahvé y se muestra en su lugar como
carne y sangre vulnerables.
Como el Urizen o Nobodaddy de William Blake, fue una forma conveniente de proteger a
una humanidad deseosa de ser castigada de la verdad intolerable de que el Dios
de los cristianos es un Dios dulce y fraternal, un hermano condenado más que un
juez. Se trata de nuestro amigo defensor, no de un fiscal. Además, su ausencia
aparente es parte de su significado. Para la fe cristiana, la muerte de Dios no
es una cuestión de desaparición. Por el contrario, es uno de esos lugares donde
Dios se encuentra más presente. Jesús no es el que está en lugar de Dios. Es un
signo de que Dios está encarnado en la fragilidad y futilidad humana.
Para ir concluyendo dejo
una cita de J. J. Tamayo: “Nietzsche no fue el primero en utilizar la expresión
“Dios ha muerto”. Su origen se encuentra en un texto de Lutero: “Cristo ha
muerto / Cristo es Dios / Por eso Dios ha muerto”. (...) Es probable que
Nietzsche, hijo y nieto de pastores protestantes, la conociera e incluso la
hubiera cantado en el Gottesdienst.
Pero ha sido su propia formulación la que ha adquirido relevancia filosófica y
ha ejercido mayor influencia en el clima sociorreligioso moderno”.
Ahora que se ha entendido
que no es una muerte literal, ya puede haber tregua. Nietzsche no ha matado a
Dios. Si bien quiere abolir las significaciones, y esto implica destruir la
idea de profundidad, que significa, a su vez, erradicar a seres, como Dios, que
encuentran en ellas refugio. Entendamos también, desde esta perspectiva, a
Nietzsche que quiere que nos hagamos responsables de nuestros actos y sus frutos
consecuentes.
Hagamos caso de Nietzsche
cuando nos dice que nos preocupemos de nuestra vida terrenal. Solo viviendo
esta realidad al máximo experimentando la propia muerte hasta el fin, y con
ello, la de Jesús también, podrá haber un camino más allá de lo trágico, más
allá de la muerte. Y es solo ahí donde comenzará la próxima vida.
Cita: artículo para el
país.com: "Religión ¿Ha muerto Dios?"
https://www.elpais.com/elpais/2018/03/26/opinion/1522079873_884931.html%3foutputType=amp
Iván Acceituno es lector y estudiante de Teología.
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