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Un canto a la conversión, ¿qué es lo que hay que cambiar? | Harold Segura

La renovación cristiana es, ante todo, transformación integral. No se trata de querer volver hacia un ideal que dejamos atrás ( El paraíso perdido , del gran poeta inglés, Milton), sino de ir hacia adelante (el paraíso encontrado, de Juan, el vidente del Apocalipsis). El horizonte final de la trasformación cristiana es avanzar hacia el modelo perfecto de ser humano pleno: Jesús (Efesios 4:13). El apóstol Pablo enseña que esa trasformación implica todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo. Dice él: «No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente». Y después explica que: «Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta» (Romanos 12:2-3). Es decir, que en la medida como nos vamos trasformando, vamos también comprendiendo cuál es la voluntad de Dios. Se trata de ir experimentando (así, en gerundio) la trasformación, para ir comprendiendo la voluntad del Señor. ¡Extraordinario proceso siempre continuo! Tenemos, ento
Entradas recientes

El infierno en los Padres de la Iglesia | Alfonso Ropero

«A menudo tenemos la impresión de que la iglesia primitiva fue un período improductivo en lo que respecta a la doctrina del infierno y a la escatología en general. Después de todo, ningún concilio general trató las doctrinas escatológicas de la misma manera que se abordaron los temas trinitarios y cristológicos. Las declaraciones de fe, por su parte, prestan sólo una mínima atención a las cuestiones escatológicas. Típico de esta tendencia es el Credo de los Apóstoles , con su discurso de que Cristo viene a juzgar a los vivos y a los muertos y con su simple afirmación de creer en “la resurrección de la carne y la vida eterna”».  Graham Keit[1]

¿SOLA SCRIPTURA solo? |Juan María Tellería

Escudriñáis las Escrituras, porque os parece que en ellas tenéis vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí (Juan 5, 39 BTX). La Reforma nos devolvió en el siglo XVI algo que habíamos perdido durante los siglos anteriores, es decir, el acceso a las Escrituras. No exactamente porque estuvieran ocultas o prohibidas, como se suele afirmar en ocasiones, sino porque se entendía que eran peligrosas en manos de gentes ignorantes. De ahí que la Iglesia occidental de aquellos siglos las preservara principalmente en una lengua a la que solo los eruditos tenían acceso (el latín) y que las trabajaran únicamente clérigos muy piadosos y bien formados, aunque no exentos de error en sus apreciaciones sobre ellas. La labor de los Reformadores puso a disposición de los creyentes de a pie el inmenso tesoro que es la Biblia en lenguas vernáculas, de lo cual todavía hoy nos beneficiamos los cristianos. Pero también puso algo más. El gran principio SOLA SCRIPTURA , junto con los otros bien conoc

La autoridad del dirigente | Alfonso Pérez Ranchal

  En el tema de la administración de la Iglesia, uno de los conceptos imprescindibles es el de autoridad. A menudo, este concepto ha sido malinterpretado, acarreando muy negativas consecuencias que se traducen en que la dirección de esa iglesia sea deficiente y dañina. Esto aparece, por ejemplo, en aquellas iglesias independientes que tienen al frente un pastor, o tal vez más de uno, pero que su administración es de tipo congregacional. En estas congregaciones, el pastor es identificado como aquel que tiene la autoridad, la persona que hace visible la dirección divina, aun cuando esté auxiliado por un cuerpo de ancianos. El pastor suele tener la última palabra precisamente por esa autoridad que se considera ha sido delegada por Dios. Incluso se argumenta que la iglesia no es una democracia, sino una teocracia, pero obviamente esta no es como se daba en el Antiguo Testamento, no es una teocracia directa. Se trata, por tanto, de una teocracia mediada en donde el pastor o pastores serían

Redención ilimitada. La cirugía del infierno | Alfonso Ropero

De Karl Barth a David B. Hart Cuenta Kenneth S. Kantzer, antiguo editor de Christianity Today , que cuando Karl Barth visitó los Estados Unidos en 1963, Edward John Carnell, profesor del Seminario Fuller, le preguntó si creía en el infierno, a lo que el teólogo suizo respondió: «No, no creo en el infierno; creo en Jesucristo»[1]. Una respuesta muy congenial con su teología, pero que no debió gustar mucho al que formuló la pregunta. De hecho, el mundo evangélico estadounidense cerró todas sus puertas a Barth, tildado de neoliberal[2]. 

Sobre aprender del abandono divino | Nicolás Panotto

  “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, dijo Jesús (Mt 27.46) Al conocer el final de esta historia, tendemos a asumir esa declaración de Jesús en medio de su angustia como un simple grito al pasar. Como que “un par de versículos después” todo se soluciona. Como que la vida está escrita sobre un papel de antemano. Vaciamos de realidad un desahogo provocador. La confesión de una escisión. El reconocimiento del despojo, de la desolación. El quiebre de Dios mismo. Su auto-abandono. Una pérdida de sentido absoluto frente a circunstancias que se transformaron en hostiles, en pura niebla, lejos de multitudes festivas. Un sentimiento de desamparo en medio del sufrimiento, de la persecución, de la burla de aquellos/as más cercanos, a quienes diste tu día y tu noche. Un abandono que se siente traición, de los amados/as y de Dios mismo. No hay nadie en quién confiar. Solo vos, el dolor de la carne abierta y la sonrisa sarcástica de los desconocidos/as que te miran cual espectáculo de

Fuego que consume. La aniquilación del Infierno | Alfonso Ropero

  «A nadie le gusta la doctrina del infierno. Incluso entre los eruditos que definen el infierno en términos de tormento eterno consciente, existe cierta repulsión ante la idea de que Dios condenaría quizás a una gran parte de la población mundial al castigo eterno en el infierno. Esta es la tensión entre la creencia en un Dios bueno y amoroso y la posibilidad de la condenación eterna».  Ramon Baker [1] 
  

'Jesús el Mesías: un estudio de la vida de Cristo' de Robert H. Stein. Reseña | Alfonso Pérez Ranchal

Jesús el Mesías: un estudio de la vida de Cristo . Robert H. Stein. Editorial Clie, 2006, 333 páginas. Cuando se aborda el estudio de la persona de Jesús normalmente los textos que resultan son de dos tipos. Por un lado, aquellos que sencillamente consideran la vida de Jesús tal y como aparece en los evangelios; por el otro, aquellos que realizan una división entre el llamado Jesús histórico y el Cristo de la fe. Los primeros suelen ser para la reflexión personal y para extraer enseñanzas que ayuden a la espiritualidad del creyente; los segundos suelen presentar la historia y aplicación del método histórico-crítico tomando además como clave la separación de lo que podría haber sido el Jesús real que caminó por Palestina en el siglo I y un Cristo de la fe, que sería un constructo sin ningún valor histórico resultado de la Iglesia primitiva. Dicho esto, ante un libro como el presente, lo primero que puede preguntarse el potencial lector es a cuál de los dos tipos anteriores d

Editorial CLIE. 100 años

  Con motivo de su centenario, Editorial CLIE comenzó sus festejos internacionales desde México junto a diversos ministerios, iglesias y librerías. Como parte de estas celebraciones, CLIE ha modificado su logo y su propuesta gráfica. Editorial CLIE nació en 1924 con la publicación del libro apologético A las fuentes del cristianismo, escrito por su fundador Samuel Vila. Este libro —que en 2024 cumple 100 años— tenía por objetivo conectar al cristianismo con la fe de los cristianos y pensadores de los primeros siglos; era un recurso para refutar a quienes acusaban a los protestantes y evangélicos de heréticos, sectarios y de estar desconectados de sus raíces históricas. En recuerdo y conmemoración de este libro fundacional, Editorial CLIE ha puesto al alcance del pueblo cristiano una obra excepcional, la Biblia de Estudio Patrística : un tesoro de reflexión teológica que recupera los comentarios bíblicos de los escritores cristianos de los primeros siglos (I al VI). Una Biblia que cont

Primo Levi: sobre Auschwitz y la existencia de Dios| David Galcerà

Hace unos meses se publicó en castellano un librito de Primo Levi titulado Si Auschwitz existe, no puede existir Dios . En realidad, esta es una frase pronunciada por el malogrado superviviente de Auschwitz en una entrevista con Fernando Camon, en Conversazione con Primo Levi , poco antes de morir. En la reedición de la obra se añadió este subtítulo, “Si Auschwitz é, Dio no é”, que se ha conservado casi intacto en la traducción. Levi, en la entrevista realizada poco antes de morir, expresaba, casi como en un silogismo que, si existió Auschwitz, no podía existir Dios.  Primo Levi no había crecido en una familia estrictamente religiosa en el judaísmo, aunque hizo su ceremonia de Mitzvah. También tuvo contacto con la atmósfera valdense del Piamonte. Así, él mismo destaca las canciones que escuchaba por la radio; y en el relato “Oro”, de El sistema periódico , recuerda como otro judío, Silvio Ortona, cantaba canciones de sus amigos valdenses a Levi y a otros amigos turinenses, los cuales,